Beato Francisco de Posadas, presbítero dominico. 20 de septiembre.
Nació en Córdoba el 25 de noviembre de 1644 en una familia que había sido ilustre en Galicia, pero venida a menos y dedicada al duro trabajo diario cuando Francisco nació. Llegó al mundo luego de años sin hijos, y después de una promesa de su madre a la Virgen de la Fuensanta. Eran los tiempos en que la pobreza no era un justificante para no tener hijos que amar. El pequeño Francisco cursó los primeros estudios en la escuela para niños pobres, dirigida por Diego de Villalobos, quien le tenía mucha estima al pequeño Francisco. Poco tiempo pudo estudiar, pues su padre murió cuando era pequeño aún y su madre se volvió a casar con un hombre severo y áspero que le sacó del colegio jesuita para ponerle de aprendiz y que ganara salario. Fue enviado a trabajar para un cordelero que le maltrató durante años, haciéndole trabajar horas y horas, alimentándole mal y abusando de su mansedumbre.
A los 15 años Francisco quiso tomar estado religioso, en contra de la voluntad de su padrastro. Entró al colegio de los dominicos gracias a la insistencia de fray Miguel de Villalón, quien veía las virtudes del jovencito, más allá de su precariedad. Tampoco este tiempo de formación le duró mucho, pues su madre, la verdulera María, quedó viuda y el joven hubo de volver a casa a ayudarle a subsistir. Vendió verduras y huevos por las calles, siempre humilde y sufrido, paciente con los que se burlaban y le ofendían por sus pretensiones de ser fraile, siendo un miserable.
Su entrada al convento de los dominicos, donde ingresaban los jóvenes de la alta sociedad se hizo casi imposible, pues el prior de San Pablo se negaba a admitirle sin ni siquiera entrevistarle. Entonces el buen Fray Miguel consiguió le admitiesen en el convento de Scala Coeli, en Jaén. Saberlo el prior de San Pablo y ordenar su expulsión, aún sin que Francisco llegara a Jaén, fue lo mismo. Finalmente, luego de mediar algunos frailes, se le admitió en Scala Coeli, pero prometiendo al prior de Córdoba que el joven, si profesaba, no pisaría jamás su convento de Córdoba. Sucede que allí era donde los religiosos recién profesos completaban sus estudios. Por ello, al profesar, Francisco fue enviado al convento de Sanlúcar.
A pesar de tantos desagravios, Francisco siempre se mostró alegre, humilde y paciente, y nunca se le oyó decir palabra alguna a su favor, ni mucho menos en contra de los frailes de Córdoba. Luego de su profesión, sobresalió en los estudios como pocos frailes, y sus virtudes se acrecentaron con la oración, la meditación, la penitencia y la observancia regular. Fue ordenado presbítero en Guadix en 1668, y allí comenzó su ministerio apostólico, evidenciando pronto que sería un excelente predicador y director de almas. Todos le querían y respetaban, querían confesarse con él y seguir sus máximas. Su fama llegó a tanto que el Vicario General, Fray Enrique de Guzmán, lo quiso llevar junto a sí como secretario y consejero. Pero Francisco se negó humildemente, prefiriendo su misión apostólica entre sus amados feligreses.
La promesa hecha al prior de Córdoba no se cumplió y apenas hubo un nuevo superior, este le invitó a predicar allí cuantas veces quisiera. Y así lo hizo, conquistando muchos corazones para Cristo. Fue nombrado administrador del Hospicio de Scala Coeli, donde recibió las palabras premonitorias: "Esta será tu cruz". Y así fue, pues sufrió muchísimo a causa de la oposición que otro religioso le hizo, llegando a calumniarle e intrigar contra él para lograr su deposición. El santo fraile no se defendió, sino que confiando en la Providencia, se fue a su nuevo destino: predicador por diversos pueblos de la provincia andaluza. A su regreso, su “enemigo” estaba arrepentido del mal causado, le pidió perdón públicamente y Francisco lo concedió sin más.
Treinta años misionó Francisco, el verdulero, por toda Córdoba y sus alrededores. Obispos y nobles le pedían oír su verbo encendido, mas su predilección era predicar a los pobres y a los niños. Y no es que su predicación fuera condescendiente, sino todo lo contrario: era veraz y denunciaba los vicios públicos sin ambages. Criticaba la inmoralidad y riqueza del clero, la displicencia de los gobernantes, la usura de los judíos, o la impudicia de las mujeres.
Era devoto de la Pasión de Cristo y del santo rosario, devoción de la que fue excelente propagador, como no. Se disciplinaba siempre, oraba largas horas y visitaba a los pobres y enfermos, para los cuales fundó un hospicio. Fue al mismo tiempo escritor prolífico, apologeta y biógrafo. Destaca su "Vida del glorioso Patriarca Santo Domingo de Guzmán". Denunció los errores del escritor hereje Miguel de Molinos en su opúsculo "Triunfos de la castidad contra la lujuria diabólica de Molinos". También se conservan una serie de sermones que llevan el simpático título de "Ladridos evangélicos del perro dados a la Nobilísima Ciudad de Córdoba en su ilustre Cabildo los jueves de Cuaresma", siendo el mismo tal perro, "Domini cane". En dos ocasiones quisieron hacerle obispo, pero no hubo forma de hacerle obedecer, pues prefería el púlpito a la cátedra.
Francisco de Posadas el 20 de septiembre de 1713, lleno de méritos, y el mismo día, pero de 1818, fue beatificado por Pío VII. Con ocasión de esta ceremonia, narra la "Gaceta de Madrid":
A los 15 años Francisco quiso tomar estado religioso, en contra de la voluntad de su padrastro. Entró al colegio de los dominicos gracias a la insistencia de fray Miguel de Villalón, quien veía las virtudes del jovencito, más allá de su precariedad. Tampoco este tiempo de formación le duró mucho, pues su madre, la verdulera María, quedó viuda y el joven hubo de volver a casa a ayudarle a subsistir. Vendió verduras y huevos por las calles, siempre humilde y sufrido, paciente con los que se burlaban y le ofendían por sus pretensiones de ser fraile, siendo un miserable.
Su entrada al convento de los dominicos, donde ingresaban los jóvenes de la alta sociedad se hizo casi imposible, pues el prior de San Pablo se negaba a admitirle sin ni siquiera entrevistarle. Entonces el buen Fray Miguel consiguió le admitiesen en el convento de Scala Coeli, en Jaén. Saberlo el prior de San Pablo y ordenar su expulsión, aún sin que Francisco llegara a Jaén, fue lo mismo. Finalmente, luego de mediar algunos frailes, se le admitió en Scala Coeli, pero prometiendo al prior de Córdoba que el joven, si profesaba, no pisaría jamás su convento de Córdoba. Sucede que allí era donde los religiosos recién profesos completaban sus estudios. Por ello, al profesar, Francisco fue enviado al convento de Sanlúcar.
A pesar de tantos desagravios, Francisco siempre se mostró alegre, humilde y paciente, y nunca se le oyó decir palabra alguna a su favor, ni mucho menos en contra de los frailes de Córdoba. Luego de su profesión, sobresalió en los estudios como pocos frailes, y sus virtudes se acrecentaron con la oración, la meditación, la penitencia y la observancia regular. Fue ordenado presbítero en Guadix en 1668, y allí comenzó su ministerio apostólico, evidenciando pronto que sería un excelente predicador y director de almas. Todos le querían y respetaban, querían confesarse con él y seguir sus máximas. Su fama llegó a tanto que el Vicario General, Fray Enrique de Guzmán, lo quiso llevar junto a sí como secretario y consejero. Pero Francisco se negó humildemente, prefiriendo su misión apostólica entre sus amados feligreses.
La promesa hecha al prior de Córdoba no se cumplió y apenas hubo un nuevo superior, este le invitó a predicar allí cuantas veces quisiera. Y así lo hizo, conquistando muchos corazones para Cristo. Fue nombrado administrador del Hospicio de Scala Coeli, donde recibió las palabras premonitorias: "Esta será tu cruz". Y así fue, pues sufrió muchísimo a causa de la oposición que otro religioso le hizo, llegando a calumniarle e intrigar contra él para lograr su deposición. El santo fraile no se defendió, sino que confiando en la Providencia, se fue a su nuevo destino: predicador por diversos pueblos de la provincia andaluza. A su regreso, su “enemigo” estaba arrepentido del mal causado, le pidió perdón públicamente y Francisco lo concedió sin más.
Treinta años misionó Francisco, el verdulero, por toda Córdoba y sus alrededores. Obispos y nobles le pedían oír su verbo encendido, mas su predilección era predicar a los pobres y a los niños. Y no es que su predicación fuera condescendiente, sino todo lo contrario: era veraz y denunciaba los vicios públicos sin ambages. Criticaba la inmoralidad y riqueza del clero, la displicencia de los gobernantes, la usura de los judíos, o la impudicia de las mujeres.
Era devoto de la Pasión de Cristo y del santo rosario, devoción de la que fue excelente propagador, como no. Se disciplinaba siempre, oraba largas horas y visitaba a los pobres y enfermos, para los cuales fundó un hospicio. Fue al mismo tiempo escritor prolífico, apologeta y biógrafo. Destaca su "Vida del glorioso Patriarca Santo Domingo de Guzmán". Denunció los errores del escritor hereje Miguel de Molinos en su opúsculo "Triunfos de la castidad contra la lujuria diabólica de Molinos". También se conservan una serie de sermones que llevan el simpático título de "Ladridos evangélicos del perro dados a la Nobilísima Ciudad de Córdoba en su ilustre Cabildo los jueves de Cuaresma", siendo el mismo tal perro, "Domini cane". En dos ocasiones quisieron hacerle obispo, pero no hubo forma de hacerle obedecer, pues prefería el púlpito a la cátedra.
Francisco de Posadas el 20 de septiembre de 1713, lleno de méritos, y el mismo día, pero de 1818, fue beatificado por Pío VII. Con ocasión de esta ceremonia, narra la "Gaceta de Madrid":
"El domingo 20 de setiembre se ha celebrado en el templo Vaticano la Beatificación de Francisco Posadas, religioso del Orden de santo Domingo de la provincia de Andalucía en España (…) no solo los ciudadanos de Córdoba y el Orden de santo Domingo, sino también los piadosísimos Reyes de España, los obispos de aquella ínclita tierra, siempre célebre por su adhesión á la piedad cristiana y los más ilustres personajes, presentaron sus instancias y las de aquellos pueblos a la santa Sede apostólica, para que se formasen los debidos expedientes sobre las virtudes y milagros de este siervo de Dios.
(…) En medio de la parte exterior del augusto templo Vaticano se descubría el magnífico estandarte que representaba al Beato Francisco Posadas. Estaba adornado el estandarte con una media caña trabajada primorosamente y dorada; y lo cubría un dosel, cuyas cortinas laterales estaban prendidas con ricos y vistosos cordones. (…) Dentro del pórtico majestuoso de dicha Basílica, sobre la puerta principal, se veía un cuadro que representaba un milagro que el Beato hizo cuando aun vivía. Este hermoso cuadro que era de figura cuadrilonga estaba magníficamente adornado con un marco labrado y dorado. En su parte superior, bajo la colgadura de damasco guarnecido son galones y franjas de oro, estaba el escudo de armas de la ciudad de Córdoba; y a los lados se veían dos niños al claro-oscuro que simbolizaban el uno la pureza, y el otro la doctrina: estas dos figuras, además de hermosear el cuadro, hacían un juego admirable con la arquitectura de la gran puerta.
(…) Bajo los dos arcos se habían colocado dos grandiosos medallones de figura oval con sus marcos, o ambos sostenidos por dos ángeles, que estaban en actitud de volar, y adornados por un grupo de lirios y muchas luces. El medallón de la mano derecha representaba uno de los dos milagros que había aprobado la Santidad de N.S., Pio Papa VII, para fundamento de la Beatificacion (…) [y en el] medallón opuesto de la mano izquierda representaba el otro milagro.
(…) Sobre la majestuosa cátedra de san Pedro, y precisamente en el centro donde se reúnen los rayos, resplandecía glorioso el Beato Francisco Posadas en un hermosísimo cuadro ovalado, cuya belleza realzaba mucho el costoso marco que tenía. En la extremidad superior del cuadro se presentaban con mucha gracia dos hermosos niños en actitud de sostener una corona de azucenas entre el resplandor de las luces, y delante del cuadro brillaban otras muchas dispuestas con bella simetría.
(…) Al entonar el Te Deum se descubrió la imagen del nuevo Beato que ocultaba una cortina de raso verde: al mismo tiempo resonó alegremente la artillería del castillo, y continuó el solemne Te Deum cantado por dos coros de música escogida. El Ilmo. y Rmo. Monseñor Francisco Guerrieri cantó después la misa solemne con el mismo acompañamiento; con lo cual se dio fin a la sagrada función de la mañana. A las 4 de la tarde el Rmo. Cabildo cantó las vísperas; y concluidas éstas, la Santidad de Ntro. Beatísimo Padre (…) se dignó de pasar a dicha Basílica; donde rodeado de una numerosísima concurrencia, después de haber hecho sus actos de Religión ante los altares del Santísimo Sacramento y de la santísima Virgen María, manifestó devotamente a todos los fieles con su ejemplo que veneración y culto puede darse al dignísimo Siervo de Dios, Francisco Posadas, colocado por él mismo en los altares".
(…) En medio de la parte exterior del augusto templo Vaticano se descubría el magnífico estandarte que representaba al Beato Francisco Posadas. Estaba adornado el estandarte con una media caña trabajada primorosamente y dorada; y lo cubría un dosel, cuyas cortinas laterales estaban prendidas con ricos y vistosos cordones. (…) Dentro del pórtico majestuoso de dicha Basílica, sobre la puerta principal, se veía un cuadro que representaba un milagro que el Beato hizo cuando aun vivía. Este hermoso cuadro que era de figura cuadrilonga estaba magníficamente adornado con un marco labrado y dorado. En su parte superior, bajo la colgadura de damasco guarnecido son galones y franjas de oro, estaba el escudo de armas de la ciudad de Córdoba; y a los lados se veían dos niños al claro-oscuro que simbolizaban el uno la pureza, y el otro la doctrina: estas dos figuras, además de hermosear el cuadro, hacían un juego admirable con la arquitectura de la gran puerta.
(…) Bajo los dos arcos se habían colocado dos grandiosos medallones de figura oval con sus marcos, o ambos sostenidos por dos ángeles, que estaban en actitud de volar, y adornados por un grupo de lirios y muchas luces. El medallón de la mano derecha representaba uno de los dos milagros que había aprobado la Santidad de N.S., Pio Papa VII, para fundamento de la Beatificacion (…) [y en el] medallón opuesto de la mano izquierda representaba el otro milagro.
(…) Sobre la majestuosa cátedra de san Pedro, y precisamente en el centro donde se reúnen los rayos, resplandecía glorioso el Beato Francisco Posadas en un hermosísimo cuadro ovalado, cuya belleza realzaba mucho el costoso marco que tenía. En la extremidad superior del cuadro se presentaban con mucha gracia dos hermosos niños en actitud de sostener una corona de azucenas entre el resplandor de las luces, y delante del cuadro brillaban otras muchas dispuestas con bella simetría.
(…) Al entonar el Te Deum se descubrió la imagen del nuevo Beato que ocultaba una cortina de raso verde: al mismo tiempo resonó alegremente la artillería del castillo, y continuó el solemne Te Deum cantado por dos coros de música escogida. El Ilmo. y Rmo. Monseñor Francisco Guerrieri cantó después la misa solemne con el mismo acompañamiento; con lo cual se dio fin a la sagrada función de la mañana. A las 4 de la tarde el Rmo. Cabildo cantó las vísperas; y concluidas éstas, la Santidad de Ntro. Beatísimo Padre (…) se dignó de pasar a dicha Basílica; donde rodeado de una numerosísima concurrencia, después de haber hecho sus actos de Religión ante los altares del Santísimo Sacramento y de la santísima Virgen María, manifestó devotamente a todos los fieles con su ejemplo que veneración y culto puede darse al dignísimo Siervo de Dios, Francisco Posadas, colocado por él mismo en los altares".
Fuentes:
-Testigos de Ayer y Hoy.-Gaceta de Madrid.
-dominicos.org
A 20 de septiembre además se celebra a:
San Ivo Mahyeuc de Rennes, obispo dominico.
San Warin de Corbie, abad.
San Agapito I, papa.