La Huida a Egipto. 17 de febrero.
"Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: 'Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle'. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: 'De Egipto llamé a mi hijo'". San Mateo 2, 1315.
Puede parecer extraño que pasado el tiempo de Navidad aparezca en febrero una conmemoración de un misterio de la infancia de Cristo. Y sin embargo, es una memoria antiquísima en la Iglesia, ya celebrada por los cristianos egipcios a finales del siglo II. La Iglesia copta, heredera directa de los primeros cristianos la conserva a día de hoy y además la retoma el día 24 de Bashens, que por su particular calendario movible, suele caer a principios de junio. En la Iglesia romana la tuvimos durante mucho tiempo, aunque enmarcada en el ciclo navideño, a 17 de enero, pero su día original es este, 17 de febrero, a partir del cálculo de 40 días posteriores a la Navidad (Epifanía para nosotros), cuando la Sagrada Familia habría partido hacia Egipto. Es todo un símbolo que recuerda el paso del pueblo de Dios durante 40 años por el Desierto y los 40 días de la Cuaresma. El viaje normalmente duraba 20 días, así, el 17 de febrero aquellos cristianos antiguos comenzaron a celebrar la llegada, la estancia y la vuelta de Cristo de Egipto. Aunque la memoria se centre en la Huida, el trasfondo teológico va mucho más allá: Es un misterio que se contiene en las palabras "de Egipto llamé a mi hijo".
La Escritura y el Magisterio.
El texto del que parte todo es el citado anteriormente, San Mateo 2, 1315. En la exégesis bíblica moderna no se le da mucha importancia e incluso hay quienes se han atrevido a negarlo, catalogándolo simplemente como un símbolo o una condescendencia del evangelista para con los judíos, recordándoles su historia y enlazando la venida del Mesías liberador con la libertad que habrían obtenido en Egipto con Moisés. Pero la Escritura no es eso, los evangelistas no se inventan hechos para simbolizar nada, si hubieran querido inventar se habrían inventado otra cosa y no a un Mesías frágil y en peligro de muerte que tiene que huir de un tirano. Y mucho menos para atraer a los judíos, cuya idea del Mesías era muy distinta a esta.
San León Magno dirá: "Pensó [Herodes] que ningún niño había escapado de la muerte en ese lugar, y, por lo mismo, que Cristo también había muerto. Pero Él, que reservaba para otro tiempo la efusión de su sangre para la redención del mundo, había huido a Egipto, llevado allí por el cuidado de sus padres. Recobraba así la antigua cuna del pueblo hebreo y ejercía el principado del verdadero José, usando de un poder y de una providencia mucho más grande que la suya, pues venía a libertar los corazones de los egipcios de un hambre más terrible que toda indigencia, que ellos sufrían por la ausencia de la verdad, ya que Él vino del cielo como verdadero pan de vida. De modo que este país no sería ya extraño a la preparación del misterio de la única víctima, donde, por la inmolación del cordero, habían sido prefigurados por primera vez el signo salutífero de la cruz y la Pascua del Señor". (3ra Homilía de Epifanía).
Leyendas.
El recorrido de la Sagrada Familia en su Huida a Egipto puede ser trazado casi con total certeza, pues las caravanas de peregrinos y emigrantes judíos eran constantes y a lo largo del tiempo han permanecido al menos dos rutas que, han sido usadas hasta el mismo siglo XX, antes que las comunicaciones fueran más rápidas y los medios de transporte más accesibles. La ruta más común era siguiendo la costa, hasta llegar al Waddi el-Arish, pasando por Ascalón, Gaza y continuando por Raphía hasta Casium y Pelusio. Sin embargo, las leyendas, que suelen pasar por alto tanto el sentido común como la historia o lo "normal", ha situado a la Sagrada Familia en diversos sitios de Egipto, algunos de los cuales con testimonios arquitectónicos y devocionales antiquísimos, de los que dudar casi parece una temeridad. Estas leyendas forman parte de nuestro acervo y cultura cristianas, y pasarlas por alto solo nos haría más ignorantes de nuestra riquísima tradición católica.
Una de estas leyendas cuenta que apenas salieron de Belén la Virgen, San José y el Niño, pasaron por un campo donde se sembraba maíz en ese momento. En una noche el maíz creció, salieron las mazorcas y maduraron, por lo que al otro día, al pasar por allí los soldados de Herodes y preguntar si se había visto a una familia huir, el dueño del campo no pudo sino decir "sí, justo cuando sembrábamos el maíz". Al ver tan crecido el maíz los soldados pensaron que ya llevaban mucho tiempo de viaje los fugitivos y desistieron de perseguirles, volviéndose a Herodes.
Se nos cuenta que hallaron nuestros personajes refugio en una cueva en la que había un dragón, el cual en lugar de atacarles, cayó de rodillas y adoró al Niño Jesús en medio del terror de los demás. Entonces vieron acudir al homenaje otros animales salvajes y recordaron como había predicho Isaías "El lobo y el cordero vivirán juntos, el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el león comerán juntos. Un niño pequeño los pastoreará". La leyenda de la palmera, una de las más conocidas, cuenta que al refugiarse bajo una, esta se inclinó para alimentar a la Santísima Virgen y luego se secó. Es que era una palmera milenaria que ya había alimentado a San Moisés (4 de septiembre), el cual le había asegurado que no moriría hasta alimentar al Salvador del mundo.
En Egipto, como antes decía, los sitios donde se recuerda el paso o la estancia de la Sagrada Familia son varios. Veamos solo unos pocos:
En Basatah San José arregló milagrosamente una noria para poder beber agua. Además convirtieron a unos ladrones. En Belbeis el Niño resucitó a un muerto, que despertó diciendo "este es el verdadero Dios, el Salvador del mundo. Él nació de una Virgen", y la población creyó en Jesús. En Samanûd hay una iglesia del siglo IV construida donde la Familia habría descansado. En Sakha hay un sitio llamado Bhika Isous, que significa "huella de Jesús", donde se venera una piedra con la supuesta huella del piececito del Niño Jesús. En el desierto Shihet, donde se ejercitaron tantos ascetas, mientras cruzaban el Rosetta, el Niño habló milagrosamente y profetizó a la Virgen como en aquellos desiertos vivirían santos monjes, combatiendo en ardua batalla espiritual contra el demonio.
En Heliópolis, además de que los ídolos cayeron destrozados al entrar la Sagrada Familia, el Niño tomó la vara de San José, la partió en dos y plantó ambos trozos, naciendo de ellos la planta aromática de donde se saca un aceite balsámico aún hoy. También en Heliópolis se dice les alcanzaron los soldados, pero un árbol gigante escondió en su interior a la Virgen y al Niño y se libraron. En Zuwaila, Cairo, en su iglesia del patriarca se venera un árbol que habría sido bendecido por Cristo.
En Ma'adi, al sur de El Cairo, la Sagrada Familia tomó un barco para subir por el Nilo, teniendo que pagar San José el viaje con el oro, el incienso y la mirra que los Reyes habrían donado al Niño. Una iglesia de tres cúpulas (una por cada miembro de la familia) se levanta en el sitio y venera las reliquias de estos tres dones. En Baysus una fuente y una iglesia recuerdan el sitio donde la Virgen bañó al Niño, siendo desde entonces esas aguas fuente de milagros. En Hermópolis, según un documento atribuido a San Teófilo de Alejandría (15 de mayo, Iglesia Copta), al entrar la Sagrada Familia a la ciudad, cuatro caballos de piedra que adornaban las puertas de esta, doblaron las patas en homenaje. Otras dos estatuas hablaron diciendo: "¡Un gran rey ha llegado a Egipto!". En Nikyas, Jesús libró de un demonio al hijo de un carpintero.
En Licópolis se sitúa la deliciosa leyenda de San Dimas (24 y 25 de marzo), que cuenta que San José y la Virgen María hallaron una cueva donde fácilmente se podrían esconder. La cueva estaba habitada por unos ladrones, que les dejan entrar. San José les agradece, diciéndoles que su acto no quedará sin recompensa, y le anuncia que será su propio hijo (Cristo) quien ayudará al suyo (Dimas) en un futuro. Pero hay más, estaba el niño Dimas enfermo de lepra, y al preparar la Santísima Virgen el baño del Niño Jesús, pidió a la madre de Dimas que metiera a su niño en la artesa. Esta se negó, diciendo que Jesús se contagiaría, pero la Virgen le dijo que confiara. Accedió la mujer y los niños se bañaron juntos, y al salir, Dimas estaba limpio y sano de su enfermedad.
Y, para terminar, sobre la vuelta a Israel de la Santa Familia, quiere la leyenda que Qusquam fue el sitio donde el ángel dijo a San José "Levántate, toma al niño y a su madre, y vuelve a la tierra de Israel, porque los que trataban de matar al niño han muerto".
Fuentes:
-http://multimedia.opusdei.org/pdf/es/egipto.pdf
-http://autorescatolicos.org/misc11/pedrosergiolah.html
-"El nacimiento del Mesías: comentario a los relatos de la infancia." RAYMOND E. BROWN. Ediciones Cristiandad. Madrid, 1982.
-"Los misterios de la vida de Cristo en Justino Mártir." JOSÉ GRANADOS. Roma, 2005.
-"Léxico de los símbolos." OLIVIER BEIGBEDER. Ediciones Encuentro. Madrid, 1995.
A 17 de febrero además se celebra a San Policronio, obispo y mártir.