Santa Dorotea de Cesarea, virgen y mártir. 6 de febrero y 28 de marzo (traslación de las reliquias a Arlés)
Su nombre aparece ya en el martirologio pseudo-jeroniminiano a 6 de febrero y así mismo la recogen los demás. Lo que se sabe está en actas poco confiables, llenas de frases bíblicas y reminiscencias evangélicas que pretenden comparar al mártir con Cristo, así es que: responden ingeniosamente a “los malos”, arrojan demonios, se sobreponen a todo dolor, etc. La principal intención de este tipo de escritura era recordar que Cristo permanecía en su Iglesia. En el siglo VIII, San Adelelmo de Canterbury (25 de mayo) escribe “Elogio de la virginidad”, escribe de varias vírgenes y mártires, como Santa Águeda (5 de febrero), y dedica un trozo a hablar de Dorotea, y aumenta la leyenda, haciéndola más popular. En el siglo XV la leyenda ya estaba bastante aumentada y sólida:
Según estos documentos de variada fiabilidad, Dorotea, natural de Cesarea de Capadocia, nació en 290, era hija de Thorus y Thea (otras versiones dicen que se llamaban Teodoro y Teodora), cristianos romanos y nobles. Cuando estalló la persecución de Diocleciano, vendió todo lo que tenía y con su esposa e hijas mayores, Crista y Calixta, se fue a Capadocia, donde al poco tiempo nació Dorotea. Los nombres, en todas las versiones, están llenos de simbolismo. Teodoro y Teodora; Crista, que sería "como Cristo" o "cristiana"; Calixta, que significa "limpia"; y, finalmente, Dorotea, que es "regalo de Dios".
Las actas dicen, textualmente, la niña “crecía en sabiduría y en gracia ante Dios y los hombres”, un clarísimo parangón con Jesús (Lucas 2, 52). Destacaba por su belleza, piedad y caridad (como siempre), y había consagrado su virginidad a Dios. Tuvo pretendientes, pero los rechazó a todos hasta que uno de ellos, el gobernador Apricio o Sapricio se interesó en ella, a lo que Dorotea respondió: "Yo no quiero un marido, se me ha dado por Esposo a Jesucristo, el más grande de todos los hombres". Llamada a sacrificar a los dioses, se negó. Aquí hay una serie de tormentos típicos, como el aceite hirviendo que no la quemó, la garrucha, ect., y nueve días en la cárcel sin comer ni beber (aunque un ángel la alimentaba) para hacerla apostatar, cosa que no logró. Sacada de allí, arrojó a los diablos que moraban en unos ídolos y convirtió a varios paganos.
Insistente, Apricio la envió a casa con Crista y Calixta que previamente habían apostatado por miedo a los tormentos, para que convencieran a Dorotea. Y pasó lo contrario, Dorotea las convenció de los premios del cielo y les hizo ver su error. Enterado el gobernador quemó vivas a las hermanas. En las versiones más difundidas Crista y Calixta no son hermanas carnales de Dorotea, sino que aparecen en esta escena como instrumento de persuasión del gobernador. En la iconografía, suelen aparecer dentro de un caldero de pez hirviente, aunque no queda claro a que tipo de tormento fueron sometidas.
De nuevo fue llevada la santa a los tormentos: el fuego, los estiramientos y descoyuntamientos. Y Dorotea, alababa a Dios, cosa que llamó la atención de Teófilo, ayudante del gobernador. Ella le dijo, al ver su interés: "Este mundo es frío. Mi gozo está en ir pronto a los jardines de mi Celestial Esposo, donde siempre es primavera y abundan las rosas y manzanas". El jardín del Esposo se refiere al Paraíso. Es una imagen alegórica muy rica y antigua en la Iglesia. Desde las primeras representaciones cristianas, el jardín florido, el “hortus conclusus” forma parte del arte cristiano. En la Edad Media fue más frecuente aún, para mostrar al hombre rural un paraíso donde la naturaleza es la forma para mostrar el gozo y la felicidad. Es solo una imagen, pues la gloria, exhuberancia y gozo del paraíso es sola y únicamente Dios. La manzana tiene aquí una connotación simbólica riquísima, es reminiscencia del paraíso perdido y de la Redención de Cristo. Teófilo se burló de ella, y, al enterarse de la sentencia de decapitación, le dijo con sorna: "Dorotea, si vas con tu Esposo a su jardín, envíame algunas de esas manzanas y rosas". Justo antes de morir, Dorotea ve un hermoso niño rubio, descalzo, vestido de púrpura y estrellas, que porta una canasta con tres rosas y tres manzanas y le dice: "Me gustaría pedirte que dieras esta canasta a Teófilo", y fue decapitada. Algunas leyendas añaden aquí que Dorotea prometió que cada persona o familia en la que se contara su historia, sería protegida por ella en las tormentas, incendios o muerte súbita.
Y estando Teófilo ya en palacio, se le acercó el niño y le dijo "recibe estas rosas y estas manzanas del paraíso, con un saludo de la hermana Dorotea". Teófilo, cual Centurión, gritó "Cristo es verdaderamente el Hijo de Dios y en él no hay engaño. Bienaventurados los que sufren por su causa". Sus amigos se rieron de él, pero él les contó lo sucedido. ¡en pleno febrero, rosas y manzanas! Apricio le mandó a llamar y al verlo cristiano, le mandó a torturar para que apostatase. Y Teófilo dijo: "con mucho gusto moriré por la fe cristiana. Dame sólo un poco de tiempo". Se bautizó, tomó el Cuerpo de Cristo, y luego se presentó al gobernador. Fue mandado a ser despedazado por las fieras. Su memoria es también a 6 de febrero.
Culto, iconografía y patronatos.
No es Dorotea una de las vírgenes mártires más veneradas, incluso en Oriente no es muy conocida, ni representada, aunque esté en los diversos calendarios. El culto se afianza entre los siglos XIV y XVI, y bajó del norte de Europa, hacia el sur, y no al revés. Se escriben varias obras líricas de la pasión de la santa, ya desde el siglo XIII, hasta el XVII encontramos algunas, siempre localizadas al norte. Colonia, Nuremberg, y Arlés, le profesan devoción y es, en general en Alemania y Francia donde más culto recibe, aunque no hay que olvidar su iglesia de Roma, en el Trastévere, donde se celebra su fiesta y reposan sus supuestas reliquias expuestas en una imagen yacente, de dudoso gusto estético, desde el XVII. Mientras, la cabeza reposa en otra iglesia romana. Otras reliquias muy veneradas están en Arlés, Francia, donde se celebra el 28 de marzo la traslación de dichas reliquias. Una supuesta cabeza está en Praga y otra en la iglesia de San Gereón de Colonia.
En el medioevo y el barroco fue bastante representada, siempre con sus atributos típicos, la palma, la espada y la canasta de frutos (no solo manzanas) y flores, o la lleva ella misma, o el niño-ángel. Es patrona de floristas, jardineros, protectora de las cosechas, para pedir buen tiempo. Invacada contra las tormentas, los incendios y auxilio en caso de muerte súbita.