San Pablo y 36 compañeros mártires de Egipto. 16 de enero.
Sobre este grupo de mártires, aunque algunos martirologios les llaman "soldados", hay que creer que ciertamente lo fueron, pero "soldados de Cristo", y no de la milicia. Según las Actas, que tienen mucho de sinceras, 37 hombres originarios de varias zonas de Egipto e inspirados por el Espíritu Santo se dividieron en cuatro grupos y se fueron se lanzaron a misionar por el país, a finales del siglo III, imperando Diocleciano y Maximiano. El cabeza de todos era Pablo, tal vez presbítero, no sabemos. A Oriente fueron este Pablo, Pansio: Dionisio, Tonio, Horpesio, Horo, Dionisio (otro), Ammonio, Besamon, y Agato. A sur fueron Recumbo, Bástamo, Sármato, Proteo, Orion, Coluto, Dídimo, Plesio y Arato. Rumbo al norte tomaron Teonas, Hipeas, Romano, Saturnino, Pinucio, Bastamon, Serapión, Papías, y Pantera. Y en Occidente misionaban Papías (otro), Dióscoro, Heron, Potamon, Petecio, Ecomeno, Zótico, Ciriaco, y Besamon.
Predicaban al pueblo diciéndole: "Consoláos, amados hermanos nuestros, si las verdades que os anunciamos, os han sido desconocidas hasta aquí: la ignorancia no es pecado sino cuando se ignora lo que no se puede ignorar. Ahora que os hemos descubierto vuestros errores, y que los habéis renunciado, lloremos todos juntos la ceguedad de nuestros padres: ¡en qué espesas tinieblas han andado!, ¡qué larga cadena de desvaríos!, ¡en qué precipicios no los han hecho caer antes que el Hijo de Dios dejase el seno de su Padre! Pero, en fin, no queriendo el Padre detener más a su Hijo, permitióle bajar del cielo a la tierra, y vestirse de nuestra naturaleza. Teniendo el Hijo este permiso, se dio prisa a bajar, y a hacerse hombre. Comenzó predicando las grandezas de su Padre: después predicó sus propias grandezas, su divinidad, su filiación, confirmando por sus acciones lo que los Profetas habían predicho de él, y autorizando al mismo tiempo sus acciones por el testimonio de los Profetas, que nada dijeron ni escribieron sino lo que su espíritu les había dictado. Porque antes que viniese él mismo a enseñar su doctrina y promulgar su Ley, había enseñado esta misma doctrina, y dado esta misma Ley por sus Profetas".
Sabiendo de esta misión tan grande, Cultiano, Gobernador de Egipto, mandó soldados por todo el país para que los apresaran. Cuando los habían capturado, los llevaron a todos ante el Gobernador. Este intentó primero hacerles sacrificar con halagos y promesas, y como no surtían efecto, entonces pasó a las amenazas. Tomó la palabra Pablo y dijo: "Nosotros sabemos ciertamente que vale más morir, que dar adoración a las piedras y a los leños, así que no tengas compasión de nosotros". Entonces el juez pronunció sentencia de muerte para todos, siendo quemados vivos los que predicaban al oriente y al norte, y decapitados los que misionaron en occidente y sur.
Fuente:
-"Las Verdaderas actas de los Mártires". Tomo III. T. RUINART. Madrid, 1776.
A 16 de enero además se celebra a San Cosme el Meloda, obispo.