San Leopoldo III de Austria, “el Piadoso”, confesor. 15 de noviembre.
Fue hijo de Leopoldo II, y de Ida de Formbach-Ratelnberg. Nació sobre 1075 y desde niño era piadoso y le gustaban el culto, las iglesias y socorrer a los pobres. Apenas llegó a la adolescencia comenzó a disciplinarse, a orar y meditar más asiduamente, a aplicarse al estudio de las Escrituras y la teología bajo la tutela del obispo San Altmann de Passau (8 de agosto), y por supuesto, a ejercitar una caridad constante. En el año 1096 murió su padre y Leopoldo, con 21 años tomó las riendas del gobierno. Era Austria en aquellos momentos una nación de gente indómita, valerosa y leal, pero sumida en el paganismo, la superstición y la casi absoluta indiferencia religiosa hacia la fe de Cristo. Leopoldo emprendió una labor evangelizadora y a la par cultural, para mejorar a su pueblo. Comenzó cambiando leyes arcaicas y brutales, iluminándolas con el Derecho Romano y la misericordia cristiana. Bajó impuestos, fijó precios, dotó a las iglesias de partidas para que se instruyese a los niños, persiguió la impunidad de nobles y alguaciles, promovió la construcción de puentes, acueductos, hospitales y hospicios. Cuando una epidemia de peste negra asoló sus dominios organizó la caridad para con los enfermos y los huérfanos de tal modo, que le llamaron "padre de los pobres". Embelleció iglesias y procuró el establecimiento de muchos monasterios, como veremos.
En 1077 fue excomulgado emperador Enrique IV por el papa San Gregorio VII (25 de mayo), a causa de las investiduras, o sea, el poder que el emperador se arrogó a sí mismo para poner y deponer obispos, un asunto que quedaría zanjado tiempo después entre Enrique V y Calixto II. Pues a causa de esta excomunión y de la desastrosa política del emperador, Enrique, hijo de Enrique IV se levantó en armas contra su padre. Leopoldo y Austria tomaron parte en aquella guerra civil, que terminó en 1105, con la deposición de Enrique IV por parte de la Dieta de Maguncia.
En 1104 Leopoldo se casó con una dama de la que no se tiene conocimiento cuál era su nombre y familia, por lo que muchos han puesto en duda tal matrimonio y no falta quien hable de una amante. De este matrimonio (o no), nació Adalberto, que falleció a los pocos meses. En 1106 se concertó su matrimonio con la princesa Inés, hija del Enrique IV que había enviudado de Federico de Suabia, y que tenía dos hijos: Conrado, y Federico. Con ella tuvo Leopoldo nada menos que 18 hijos, de los cuales siete no sobrepasaron la infancia. Entre los que sobrevivieron estuvieron Leopoldo IV, su sucesor y los que serían eminentes obispos, el Beato Otón de Freising (22 de septiembre) y San Conrado II de Salzburg (28 de septiembre). Ambos, Leopoldo e Inés vivieron una intensa vida de piedad: leían las Escrituras, oraban con los sacerdotes de su castillo, cuidaron del recato y comedimiento en las fiestas, hacían que toda su corte participara de los actos piadosos, etc.
Uno de sus mayores anhelos era ir en una Cruzada a Tierra Santa, pero el peligro de los húngaros era demasiado real como para ausentarse y dejar a su pueblo sin gobernante. Y la razón estaba de su parte, pues Austria fue invadida por Esteban II de Hungría, pero Leopoldo y su pueblo le recharazon con valentía. Luego los húngaros lo intentaron de nuevo, pero Leopoldo igualmente les repelió y no les exterminó del todo porque ordenó que se tuviera misericordia y les dejasen huir sin perseguirles ni matarles.
En 1125 murió el emperador Enrique V y al no haber descendencia, varios de los reyes y nobles electores se decantaron por elegir emperador a nuestro santo, pero finalmente prevaleció la elección de Lotario II, duque de Sajonia, pues Leopoldo se negó a llevar la corona imperial. Conrado y Federico, los hijos de Inés, que también habían sido candidatos por ser sobrinos, por línea materna, de Enrique V, levantaron disturbios en el imperio intentando poner a Leopoldo de su parte, pero este se mantuvo fiel a Lotario II como había jurado. Total, finalmente Conrado y Federico serían emperadores, y el último, además, padre de Federico Barbaroja.
En 1133 fundó Leopoldo el monasterio de Santa Cruz y lo entregó al Císter, a unas 12 millas de su castillo, y ambos iban allí diariamente a participar del culto. Y más habrían asistido si no se lo impidiese el gobierno, por lo cual fundaron una comunidad de canónigos regulares que se tornara en el culto divino, al modo de los acemetas, para que siempre hubiera alguien orando en sus dominios. Y para poder asistir con más frecuencia fundaron el santuario y monasterio de Clausterberg, a 2 millas de Viena. La leyenda dice que en una ocasión en que caminaba con su mujer Inés, un vientecillo le arrebató a esta su velo de la cabeza, perdiéndose en el bosque. Nueve años más tarde, estando de cacería, Leopoldo halló el velo como nuevo, y en ese momento se le apareció la Santísima Virgen, pidiéndole la construcción de una iglesia y monasterio en su honor. La tradición dice que San Leopoldo manifestó su humildad cuando se negó a poner la primera piedra, rechazando la pompa de la circunstancia, y rogando a un joven sacerdote que la pusiese en su nombre. La iglesia, dedicada a Nuestra Señora fue dedicada en 1138 por el arzobispo de Saltzburg.
Después de un buen reinado San Leopoldo llegó al final de su vida lleno de piedad, fe y obras de caridad: estando cazando en las inmediaciones de Clausterberg resultó herido. Recibió los sacramentos y con gran paz subió al cielo el 15 de noviembre de 1136. Fue enterrado en su querido monasterio de New-Clausterberg, para el que había dejado una dotación con vistas a que en el aniversario de su muerte y en el de la muerte de Inés (cuando ocurriera) se diesen abundates limosnas a los pobres. El sepulcro de San Leopoldo pronto se convirtió en fuente de muchos milagros, y los austríacos le veneran desde entonces. Fue canonizado por Inocencio VIII en 1485. En 1663 fue nombrado patrono de Austria junto a San Colomán (13 de octubre), y con motivo de este hecho se trasladó su cabeza a un relicario aparte, puesto a la veneración pública.
Fuentes:
-"Vidas de los Santos". Tomo XIV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año: Noviembre". JEAN CROISSET. Barcelona, 1863.
A 15 de noviembre además se celebra a Santos Gurias, Samonas y Habib de Edesa, mártires.