San Bricio (Brais, Bresson, Briavel) de Tours, obispo. 13 de noviembre.
Había sido Bricio un chico pobre y pendenciero al cual el gran San Martín de Tours (11 de noviembre, sepultura; 4 de julio, ordenación episcopal; 5 de octubre, Iglesia Oriental; 12 de octubre, Iglesia bizantina; 12 de mayo, invención de las reliquias ; 1 y 13 de diciembre, traslaciones) había tomado bajo su protección a pesar de ser arrogante y malandrín, y aunque una y otra vez le decepcionaba, el santo obispo no cejaba en llevarle al buen camino. Llegó a suspirar San Martín que "Si Cristo debió soportar a Judas, yo tengo mi Bricio". Le redujo al redil de Cristo y Brició tomó le hábito monástico la primera comunidad fundada por Martín, y llegó a ser ecónomo de la misma. Pero a pesar de su profesión religiosa, siempre fue amigo de bromas, pillerías y de provocar a su amigo y protector, y ahora su abad.
Cuenta que en una ocasión en que un hombre enfermo fue al monasterio a que el San Martín rezara por él y le devolviera la salud, fue Bricio, que ya era diácono, quien le abrió la puerta y dijo al hombre: "Si lo que buscas es al loco, entonces has de buscarle mirando al cielo", y el pobre hombre salió a buscar a Martín con el cuello estirado mirando hacia el cielo. Porque las cosas las ordena Dios como quiere, le halló San Martín, le sanó y volvió al monasterio, donde reclamó a Bricio por burlarse del hombre. Bricio intentó negarlo, pero el santo abad le dijo: "aunque estuviera lejos de ti, he oído tus palabras". Y añadió "sé por Dios que te llamará al episcopado después de mi muerte, pero antes me darás muchos dolores de cabeza, que pagarás después". Y Bricio le replicó: "Tenía razón, estás loco". Después de ordenado presbítero, y ya fuera del monasterio, Bricio continuó con su vida de bromas y disipación. Vestía elegantemente, comía como un rey poseía casas, establos y esclavos, en contra de todo lo que su maestro le había enseñado. Incluso dice San Sulpicio Severo (29 de enero) que llegó a militar en un grupo de presbíteros que intrigaban contra Martín por su austeridad, celo apostólico y su constante denuncia del mal, el paganismo y la mala conducta de los cristianos. No en balde "Judas" le había llamado el santo apóstol. Y las veces que Martín le reconvenía, Bricio le discutía en público, se burlaba de él, intentando minar su autoridad.
Sin embargo, en 397, cuando murió Martín, Bricio entró en gran tristeza por lo mal que había tratado a su benefactor. Hizo penitencia, oró incesantemente y Dios le otorgó la conversión de costumbres. Y en tan poco tiempo se vio el cambio que Tours le eligió, como había predicho San Martín en obispo de la sede turonense. Lo primero que hizo fue erigir una iglesia sobre la tumba de San Martín, promovió su culto y luego dejó todos sus bienes para vivir como un simple obrero del Evangelio. Pero su pasado disoluto le perseguía, pues algunos presbíteros no creían en su cambio y fue perseguido y calumniado varias veces. Incluso un antiguo compañero suyo del monasterio, el obispo San Lázaro de Aix (27 de mayo) intentó junto a otros obispos deponerle de su sede.
Pero su mayor calumnia, que fue un duro golpe del que no se salvó ni por un milagro fue la siguiente: una virgen consagrada quedó embarazada y al dar a luz dijo que el niño era de Bricio. Este lo negó, pero su pasado le perseguía a pesar de que este hecho está datado en 430 ¡con ya 33 años de obispo! El clero y el pueblo fueron a acusarle de aquello con ánimo de lincharle, según Sulpicio Severo "sintiéndose engañados de que su piedad y celo eran tan sólo para ocultar sus prácticas sucias, mientras todo el tiempo habían besado sus manos reverentemente por amor a Dios". Bricio se mantuvo firme en su negativa y mandó traer al niño, que aún no tenía ni un mes. "En el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios Todopoderoso" –conjuró Bricio al infante – "si realmente soy tu padre, hazlo saber delante de toda esta gente". "No lo eres" - replicó el bebé. Pero ese portento no era suficiente, por lo cual el pueblo clamó que Bricio hiciera al niño revelar quién era el verdadero padre. Pero Bricio dijo que eso no importaba ni le atañía para probar su inocencia. Pero el pueblo le acusó, además, de haber hecho magia , por lo cual querían echarlo de la sede. Entonces Bricio, para probar ¡otra vez! Su inocencia, tomó unas brasas del fuego, las colocó en el regazo de sus vestiduras y se dirigió, seguido por la turba, a la tumba de San Martín. Allí dejó caer los carbones, mostrando la ropa sin quemar ni manchada. "Podéis ver que mi ropa no muestra ni un solo daño de fuego, así tampoco hay mancha en mi cuerpo de culpa por haber yacido con una mujer". Pero ni esto hizo confiar a los de Tours, que le desterraron. Esta prueba de fuego contra los delitos de índole sexual era muy frecuente en la Edad Media. Suponemos que Dios protegía a los inocentes, o todos culpables… Igual se puede leer de Santa Cunegundis (3 de marzo), a la que hicieron caminar sobre una reja de arado ardiendo.
Bricio, ya muy anciano, se dirigió a Roma a defenderse ante el papa San Celestino I (6; 8, Iglesia Oriental; 9 de abril y 27 de julio). Mientras, en Tours elegían a Julián como sucesor de Bricio, pero ni llegó a tomar posesión, pues murió en Vercelli. Luego eligieron a Armencio. Entretanto, el papa acogió a Bricio, que comenzó a defenderse y a hacer penitencia pública durante siete años. Al cabo de este tiempo decidió regresar a Tours, y cuando llegó con sus ayudantes que le habían sido fieles a Mont-Louis, supo que Armencio había fallecido de agudas fiebres. Entonces dijo a sus acompañantes: "Levantaos, si somos rápidos aún podemos llegar al funeral de nuestro hermano en Tours". Y entró a la ciudad por la puerta oeste en el mismo momento en que el cortejo salía por la puerta este. Tomó posesión de su trono y de su sede no hubo quien le sacara durante los siete años más que duró su episcopado, pues el pueblo al final reconoció que no había pruebas contra él. Durante sus últimos años retomó la caridad, el apostolado. Fundó iglesias, monasterios y hospitales. Ordenó obispo a San Maurilio de Angers (13 de septiembre).
Bricio murió en 447, muy anciano, y fue sucedido por San Eustaquio (19 de septiembre). En 594 se trasladaron sus reliquias a Clermont-Ferrand, desde donde su sulto se ha extendido por otras partes de Francia y Europa. Es abogado de los acusados injustamente, los perseguidos y los condenados a muerte. Se le invoca contra los ardores de estómago, los males de hígado y los cólicos, y la causa está en su iconografía, que suele presentarle con los carbones a la altura del vientre.
Fuentes:
-http://historivegauche.canalblog.com/archives/2010/04/17/17608878.html
-"Les Nouvelles Fleurs des Vies des Saints et Fêtes de l'Année". Tome Second. R.P ANDRÉ DU VAL RÉBEYROLIS. Lyon, 1860.
-"Brice of Tours". LAMBERT M. SURHONE, MIRIAM T. TIMPLEDON. 2010.
A 13 de noviembre además se celebra a Santa Agostina Livia Pierantoni, virgen y mártir.