Santoral hoy: 1 de octubre. San Suliau de Bretaña, abad.
Su leyenda cuenta que nació en Gales, sobre 530, y fue hijo del rey Bromail. Cuando tenía 21 años, mientras estaba con sus hermanos menores, los príncipes Maian, Jacob y Chanaam, pasó frente a su castillo el abad San Guimarch (7 de octubre) con doce monjes, cantando salmos y alabanzas. De inmediato el niño se enamoró de aquella vida orante y dejó a sus hermanos y se sumó a la comitiva. Su padre envió un piquete de treinta soldados para de traerlo de vuelta, a la fuerza si era necesario. Pero los soldados lo hallaron en el monasterio de Guimarch y le vieron tan encendido en la oración, que no se atrevieron a levantar un dedo contra aquello. Le contaron al rey y este con dolor, permitió que el joven fuera monje. Pero Guimarch desconfiaba de los hombres de mundo y le envió con dos discípulos a una isla en el río Menè.
Allí vivió Suliau siete años, y al cabo su abad le mandó llamar. Quería Guimarch emprender una peregrinación, pero Suliau le advirtió que mirara en su conciencia si aquel viaje no era cosa de curiosidad, más que de devoción. Además, le profetizó que en breve tendría que preparar otro viaje. Guimarch quedó impresionado y no se fue, y, efectivamente, al finalizar el año emprendió el viaje definitivo: falleció en 558, señalando a Suliau como su sucesor. En 564 Suliau ayudó a morir bien a su padre y cedió sus derechos al trono a su hermano Jacob, que reinó dos años hasta que murió. En los funerales de este hermano, su viuda Hazarmé pretendió a Suliau con insinuaciones lujuriosas, y la mujer le amenazó de casarse con ella o le asesinaría. Suliau cruzó el mar y dejando Gales se fue a Bretaña. En Montgarrot fue recibido por el señor del lugar, que le dejó predicar el Evangelio en sus dominios, dándole además tierras para que edificara una ermita. Predicó la Palabra del Señor y operó varios milagros. Allí le visitó el obispo San Samson de Dol (28 de julio), que le invitó a retornar a Britania, a su diócesis. Pero el santo aún temía a su cuñada y prefirió quedarse en el continente.
Varios años vivió como eremita hasta que su fama le granjeó discípulos y por tanto fundó un monasterio. La leyenda cuenta que unos burros del vecino pueblo de Rigourden, tomaron la costumbre de al ser soltados por la noche, ir a los campos de maíz del monasterio a comer y destruirlos. Suliau había reconvenido varias veces a los dueños, que no hacían caso. Así que una noche, el santo les maldijo y los burros quedaron paralizados con la cabeza vuelta hacia atrás. Cuando los dueños fueron al monasterio a buscarlos, los hallaron como estatuas de piedra y con el cuello vuelto. Suplicaron al santo les perdonase y este, como buen santo, lo hizo y liberó a los burros, a condición de que jamás volvieran a sus dominios.
En 606, con 76 años, se despidió de sus hijos, recomendándoles no apartarse un ápice de la observancia religiosa y falleció. Sus reliquias aún se veneran en la iglesia de su monasterio, donde se le invoca para curar la fiebre y para proteger al ganado contra las enfermedades infecciosas. Los marinos le invocan para obtener vientos favorables.
Fuente:
"Dix mille saints: dictionnaire hagiographique". A. SIGIER. 1991.
A 1 de octubre además se celebra Santa Sidonia de Georgia, virgen.