San Ciriaco, diácono y compañeros mártires. 8 de agosto.

Leyenda.
Vivió Ciriaco entre finales del siglo III e inicios del IV, y durante el imperio de Maximiano (al que Diocleciano había dejado el gobierno. Un buen hombre llamado Trason, cristiano en lo oculto, daba limosnas a Ciriaco para que las repartiera entre los cristianos esclavizados condenados por Maximiano a trabajar en las obras de los baños termales de Salustio. Esta labor de caridad llegó a oídos del papa San Marcelo I (16 de enero), el cual le ordenó diácono en secreto, para que, además de su caridad pudiera llevar la Palabra y el Sacramento a los cautivos cristianos. Un día lo sorprendieron, junto a sus amigos Largo y Esmaragdo, llevando víveres a los cristianos y por ello fueron condenados al mismo trabajo forzado.

Un día vio Ciriaco un anciano llamado Saturnino, que no podía con su carga de piedras, y junto a otro diácono llamado Sisinio, le ayudaron a llevarla. Por esta acción fueron encarcelados, donde hallaron a otros cristianos a los que Ciriaco predicó y a alguno que era ciego le devolvió la vista. Cuando les llamaron ante el juez, el carcelero Apronio entró a la cárcel y vio como descendía una luz celestial sobre los dos cristianos, y oyó una voz que decía: "Venid, benditos de mi Padre, a recibir el reino preparado para vosotros". Apronio se convirtió y fue bautizado por Ciriaco. Ante el juez Apronio confesó su fe cristiana, junto a Saturnino y Sisinio, negándose los tres a sacrificar. Luego de martirizarles, fueron decapitados en diversos días. San Apronio a 2 de febrero, Santos Papías, Mauro y otros, a 29 de enero. Por su parte Sisinio y el Saturnino que mencioné antes alcanzaron la palma del martirio a 29 de noviembre.

Ciriaco habría sido martirizado también de no ser porque en ese momento, Artemia, la hija de Diocleciano, que estaba poseída por un espíritu maligno, clamó: "No saldré de este cuerpo a menos que el diácono Ciriaco se presente ante mí". Así que fue llevado Ciriaco ante la princesa, por la cual habló el demonio: "Si quieres que me vaya de ella, dame un cuerpo el que pueda seguir". "Toma el mío" – dijo Ciriaco al diablo. Pero era tal la pureza del santo diácono, que no el demonio pudo hacer nada contra él y gritó el espíritu: "Eso me es imposible, eres inaccesible por cualquier parte. Y te advierto que si me echas de aquí, te obligaré a seguirme a Babilonia". "Sabe que nada harás" – replicó Ciriaco "si no es para la gloria de Cristo y su fe", y expulsó al demonio de Artemia, la cual libre ya exclamó: "Veo ante mí al Dios que predica Ciriaco", y convertida, se bautizó junto a su madre Santa Serena (16 de agosto). Agradecido, Diocleciano dio a Ciriaco un libelo de protección, le donaron una casa y pudo practicar su fe tranquilamente. [1]

Vivía Ciriaco entregado a su labor a la Iglesia, cuando le avisaron que Jovia, la hija del rey Sapor de Persia estaba endemoniada y clamaba por su presencia, como único que podía liberarla. Embarcó Ciriaco junto a los cristianos Largo y Esmaragdo. Una vez ante Jovia, el diablo dijo por su boca: "Y, dime Ciriaco, ¿estás cansado?" "En absoluto" – respondió el santo – "porque Dios me conforta donde quiera que vaya". Y siguió el diablo: "Todavía no sé a qué has venido aquí". Replicó el santo diácono: "Mi Señor Jesucristo, te ordena salir de ella". Y el demonio se vio conminado a dejarla en paz, en nombre de Cristo. Ciriaco bautizó a Jovia, y a sus padres y toda la corte y soldados, unas 400 personas. Sapor ofreció tesoros y presentes a Ciriaco y sus compañeros, pero ellos los rechazaron enérgicamente, pero a cambio pidió quedarse 45 días predicando y convirtiendo a los paganos. Se le permitió y durante esos días solo se alimentaron de pan y agua y bautizaron a miles de personas.

Y volvieron a Roma. Dos meses más tarde murió Diocleciano y subió al trono Maximiano Galerio, casado con Valeria, otra hija de Diocleciano [2]. Este no tuvo la misma condescendencia que Diocleciano y mandó a su gobernador Carpasios que tomara a Ciriaco y sus compañeros (y a un tal Crescenciano, 24 de noviembre) y les obligara a sacrificar a los dioses, para probar su lealtad al imperio. Los tres santos se negaron a idolatrar a los dioses, por lo que Carpasios derramó una caldera de brea hirviendo sobre la cabeza del santo diácono, que solo abrió la boca para cantar las alabanzas del Señor, quedando ileso. Luego le extendieron en el ecúleo y le apalearon, sin que dijera palabra alguna, salvo esta súplica: "Jesús mío, mi soberano dueño, ten misericordia de mí, pecador miserable, e indigno de la gracia que me haces de padecer por la gloria de tu nombre". Viendo Maximiano que nada lograba mandó decapitasen a los tres santos, junto a otros 21 cristianos, entre los que se mencionan Memmia y Juliana, a 16 de marzo de 305. Fueron enterrados en la Vía Salaria, por un presbítero llamado Juan. Luego de esto Carpasios se apropió de la casa que Diocleciano había regalado a Ciriaco y la anexó a las termas. Los paganos se metieron en la piscina que Ciriaco y el papa Marcelo usaban para bautizar, por lo cual todos murieron repentinamente.

Historia, culto y reliquias.
Los hechos anteriores son fábulas, y hay que tomarlos como eso, una leyenda tardía, insertada, para darle importancia en las ficticias actas de San Marcelino, papa (26 de abril), unir entre sí a mártires diversos. La primera redacción de la "passio" debe datar de la época de la traslación de las reliquias que comento más adelante. A nosotros la "historia" popular que nos ha llegado es principalmente la narrada por el Beato Santiago La Vorágine (13 de julio), que como toda su obra, está llena de elementos embellecedores, milagrosos y que sin mucho escrúpulo añadía su autor.

Pero esto no implica que Ciriaco y sus compañeros no hayan existido. Aunque sus "vitae" no sean reales, sí lo es su culto y tenemos testimonios de ello: La "Depositio Martyrum", el calendario más antiguo que posee la Iglesia (data sobre 304), pone a 8 de agosto la traslación de Ciriaco por obra de San Marcelo papa, al cementerio de Lucina, en la Via Ostiense. El Martirologio Pseudojeronimiano hace lo mismo, señalando que padecieron en la Vía Salaria, junto a las Termas de Salustio. El Sacramentario de San Gregorio Magno (12 de marzo y 3 de septiembre), del siglo VI, señala solamente a Ciriaco, igualmente a 8 de agosto. Esto evidencia ya desde tan temprano un culto distintivo al santo, más allá de la memoria de su martirio. El Martirologio Romano del siglo VIII pone el martirio de Ciriaco, Largo y Esmaragdo, recordando a 16 de marzo.

Ya vimos que fue sepultado en la Via Salaria y de allí trasladado al poco tiempo a la Ostiense, donde el papa Honorio I levantó una iglesia en su honor en el siglo VII, así que su culto es antiguo y fuera de duda. Hubo otras iglesias dedicadas a su memoria en Roma, pues el santo gozó de devoción en la ciudad. Pero la más conocida era la de la Vía Ostiense, que fue descubierta en excavaciones a inicios del siglo XX. Otra iglesia localizada donde estuvieron las Termas de Diocleciano, durante tiempo se consideró dedicada a nuestro santo por la vinculación de Ciriaco con ese sitio. Fue construida en el siglo VI y adjunta a Santa María la Mayor. Sólo desde el siglo XII se le comenzó a llamar de "Ciriaco in Thermis", pero no estuvo dedicada al santo, sino que en realidad debió ser solo una iglesia construida a expensas de un cristiano de ese nombre. En el siglo XVI Sixto V le cambió el título a Santos Quirico y Julita (16 de junio).

Algunas reliquias de San Ciriaco pasaron a Alemania o Francia. Las abadías de Altdorf y Neuhausen poseen sendos relicarios y fomentaron la devoción al santo. En el siglo X Otón el Grande llevó un brazo a Bamberg, donde se venera aún. Es abogado del trabajo forzoso, contra la esclavitud, la posesión demoníaca, las tentaciones, la agonía final y para alcanzar buena muerte. Es uno de los Catorce Santos Auxiliares (8 de agosto y viernes posterior al 14 de septiembre).


Fuentes:
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año". Agosto. R.P. JUAN CROISSET. S.J. Barcelona, 1863.
-"Las iglesias de Roma con todas las reliquias y estaciones". FRANCISCO DE CABRERA Y MORALES.
-"Vidas de los Santos". Tomo IX. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.
- "Diccionario de los Santos" C. LEONARDI, A. RICCARDI Y G. ZIARRI. Ed. San Pablo. Madrid, 2000.

Notas:
[1] Las supuestas reliquias de Artemia, junto a las de Januaria y el papa San Cornelio (16 de septiembre) se hallaron en la iglesia de San Celso, Roma, en el siglo XVIII. Fueron trasladados a la misma iglesia. Sea quien sea, hija de Diocleciano no fue, como tampoco tuvo este una mujer llamada Serena. Se llamaban Prisca, la mujer, y Valeria la hija. Y ambas murieron paganas.
[2] Aunque la "passio" dice que padecieron en 305, Diocleciano murió en 311, por lo cual o les martirizó este emperador o padecieron algunos años más tarde, siempre antes de 325, cuando llega la paz de Constantino.