Santos Zoé y Nicostrato de Roma, esposos mártires. 5 de julio.
Lo que de estos personajes se sabe, aparece en las Actas de San Sebastián (20 de enero), que destacan por incluir a varios santos mártires en un solo hilo conductor. Para unos es probable que se tratara de una mártir conocida en Roma en los tiempos de la redacción de la "passio" de Sebastián, y añadida a esta para darle importancia al relacionarla con este invicto mártir. Y para otros es simplemente una invención catequética, sin base histórica o cultual alguna.
Según la leyenda de Sebastián, los hermanos mártires Santos Marco y Marceliano (18 de junio) fueron temporalmente liberados de la cárcel por Cromacio, vice-prefecto de la ciudad, para darles tiempo de arrepentirse de confesar a Cristo. Los llevaron a casa de Nicostrato, un alto funcionario romano, y de su mujer, Zoé, muda desde hacía seis años atrás, sin que se pudiera saber la causa, pues oía y entendía cuanto se le hablaba. Allí ambos hermanos eran visitados día tras día por familiares y amigos para hacerles desistir de su fe y así no acabar condenados a muerte. Allí también les visitaba Sebastián, el cual, un día al ver que los hermanos flaqueaban, habló a ambos: "Pues qué, hermanos míos, ahora que estáis casi llegando al fin de vuestra gloriosa carrera, ¿será posible que los llantos de hijos y parientes os hayan de hacer volver atrás con ignominia? ¿Han apagado esas lágrimas vuestro amor de Dios y vuestra fe? ¿Adónde se fue aquella cristiana magnanimidad que mostrasteis en mayores tormentos? ¿Permitiréis que os arranque el laurel de la cabeza el artificioso llanto de vuestras mujeres, y el pueril de vuestros hijos? ¿Seréis apóstatas por alargar algunos pocos días más la vida de un padre y de una madre que ya no pueden durar mucho? ¿Ignoráis acaso que desde la cuna a la sepultura hay poco trecho, y desde la ancianidad á ella casi ninguno?"
Y luego de arengar a los hermanos, se dirigió a los parientes y amigos, y les demostró la verdad de la fe cristiana, la dicha de dar la vida por Cristo y los premios que aguardaban en el cielo a los valientes que confesaban su Nombre. Y lo hizo con tal inspiración divina, que mientras estaba hablando una luz celestial resplandeció en torno a él, sus ropas resplandecían y siete ángeles aparecieron sobre su persona. Las palabras y el portento visto, no solo fortalecieron a los hermanos, sino que convirtieron a los padres de los jóvenes, Tranquilino y Marcia, y a Nicostrato y Zoé. Además, a esta última el santo le sanó de su mudez cuando ella se le acercó y por señas le manifestó su conversión. Sus primeras palabras fueron para confesar a Jesucristo. Todos los nuevos conversos fueron bautizados por el sacerdote San Policarpo, también mártir después.
Nicostrato y Zoé continuaron su vida cristiana dedicados a la oración, la caridad y el auxilio a los cristianos presos. Nicostrato destacó en su apoyo a Sebastián cuando este fue apresado, martirizado y finalmente muerto por Cristo, y poco tiempo después fue mártir el mismo. Zoé continuó fiel a Cristo, formando parte de las viudas romanas, y siempre dispuesta al servicio de los pobres y los perseguidos. Una noche mientras rezaba ante la tumba del apóstol San Pedro (29 de junio; 1 de agosto, "Ad Víncula"; 18 de enero, cátedra en Antioquía; 22 de febrero, cátedra en Roma; y 18 de noviembre, la Dedicación), fue vista por unos enemigos de Cristo, que la delataron por cristiana. Fue apresada y conminada a sacrificar a Marte, a lo que ella se negó, diciendo con sarcasmo: "Más le agradaría Venus a este tu dios, que no yo". La encerraron en una lóbrega prisión durante una semana, sin darle de comer ni beber. Al cabo, la llevaron ante el presidente Flaviano, que volvió a insistirle que sacrificara, y como se negó la condenó a ser colgada del cabello y a morir ahogada con el humo de una hoguera que encendieron bajo sus pies.
Aún colgada y aspirando aquellos vapores asfixiantes confesaba valientemente el nombre de Cristo hasta alcanzar la gloria, el 5 de julio de 284, sin que este dato sea histórico, sino solamente un cálculo entre las muertes de Marco y Marceliano y la de Policarpo. En el martirologio romano su nombre no entró sino hasta el siglo XVI, pues no aparece mencionada en obra hagiográfica alguna, salvo la "passio" mencionada. Ruinart dice que "los verdugos tomaron el cuerpo, y atándole una grande piedra al cuello lo arrojaron al rio Tíber, pensando que así no sería venerado de los cristianos; y se engañaron, pues antes fue causa de mayor culto y veneración", pero la realidad es que no existió dicho culto.
Fuentes:
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año". Junio. R.P. JUAN CROISSET. S.J. Barcelona, 1862.
-"Vidas de los Santos". Tomo VI. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.
A 5 de julio además se celebra a Santa Trófima de Minori, virgen y mártir.