San Lunaire (o Lèonor) de Bretaña, abad. 1 de julio, 2 de septiembre (todos los Santos Obispos de Rennes) y 30 de julio, la liberación de Trélévern).
Según su incierta leyenda, fue hijo del rey Hoël I de Bretaña y de Santa Pompeia (26 de julio), y por tanto, hermano del legendario San Tugdual de Bretaña (30 de noviembre) y Santa Sève (23 de julio). Lunaire nació cuando sus padres se hallaban en Gales, y allí pasó su infancia. Junto a Tugdual, y con solo cinco años, sus padres lo dieron como discípulo a San Iltut (6 de noviembre) y de San Dubricio (14 de noviembre). Era tan despierto, que el primer día de clase aprendió el alfabeto, el segundo día fue capaz de escribir cualquier palabra y al tercer día era un consumado caligrafista.
Cuando tenía quince años fue ordenado presbítero, y aún obispo, según algunas versiones. Cuando la Gran Bretaña cayó bajo el dominio de los sajones, cruzó al continente junto a 72 monjes y se fue al norte de su tierra natal. En un sitio solitario, restauraron una capilla en ruinas, y evangelizaron la región, aún sumida parcialmente en el paganismo. Al cabo del tiempo comenzaron a construir un monasterio. Como era tarea ardua apartar los árboles cortados, Dios le ayudó haciendo salir del bosque doce ciervos que les ayudaban en esta tarea. Es un bonito símbolo de los doce seguidores, apóstoles, que colaboran en la extensión del reino, al que hay que unir el símbolo, también evangélico de los 72 discípulos. El origen puede estar en la similitud de las palabras francesas "cerf" (venado) y "serf" (sirviente). Una vez terminada la nueva iglesia, faltaba labrar el altar de piedra, pero aparecieron dos palomas blancas que con sus patitas sostenían un bello altar labrado en piedra y que habían sacado del fondo del mar. Ciertamente, el altar de la iglesia monástica, de entre los siglos XII-XIII, es de un tipo de roca oceánica y de alta salinidad. Otro portento ocurrió cuando labraron la tierra hallaron que no tenían grano para sembrar, y en ese momento un petirrojo depositó ante el santo un grano de trigo de oro. Confiando en la Providencia, Lunaire lo sembró y al otro día tenía un campo de trigo listo para cosechar.
La leyenda cuenta que cuando subió al trono de Bretaña su hermano, Hoel II, un noble llamado Conao asesinó al rey y tomó por la fuerza a su viuda como esposa. El hijo de Hoelse refugió con Lunaire, temiendo por su vida. Conan fue a por él, queriendo borrar cualquier descendencia del legítimo rey. Llegó al monasterio e intentó llevarse al joven, pero Lunaire se interpuso, a lo que Conao respondió pegándole con su látigo en el rostro. El santo entonces obró el milagro de paralizar al malvado sobre su caballo y hacer que la tierra se abriera y se los tragara hasta el cuello, rompiéndose todos los huesos el usurpador. Al arrepentirse, el santo le dejó libre, y al poco tiempo murió lleno de dolores por las fracturas. Sin embargo, esto es difícil de casar con la historia: Bretaña como tal no sería reino sino hasta dos siglos más tarde. Otra leyenda local, le hace obispo de Rennes, sucediendo a San Plácido de Rennes (8 de marzo y 2 de septiembre, todos los Santos Obispos de Rennes) como noveno obispo de esta sede, pero igualmente no hay dato alguno que corrobore esta leyenda, aunque igualmente en el martirologio de Rennes del siglo XV aparece como santo propio.
Murió Lunaire sobre 650 y fue sepultado en la iglesia del monasterio donde su culto permaneció durante siglos. Unas reliquias (la cabeza y dos huesos) se trasladaron a la abadía de San Maglorio de París en 966, y de allí fueron trasladadas, en 1185, a Beaumont-sur-Oise, a una bella capilla gótica dedicada a su memoria, que estaba adosada al castillo de la localidad. En un momento indeterminado, estas reliquias volvieron a Bretaña, pero desaparecieron en la Revolución Francesa.
La liberación de Trélévern.
Algunas ciudades francesas le tienen por santo patrón, especialmente Trélévern, ciudad que le guarda una memoria especial luego que en la II Guerra Mundial el santo les librara de la muerte segura: el 28 de julio de 1944 dos soldados alemanes fueron apaleados en un bar de Trélévern. Cinco hombres y la secretaria del ayuntamiento fueron apresados, a pesar de ser inocentes, por estar en el sitio. Fueron interrogados y la secretaria se negó a dar los nombres de los habitantes del pueblo que integraban la resistencia. Los alemanes decidieron fusilarles a todos el 30 de julio siguiente. El sacerdote de la población se ofreció para intercambiarse con la mujer, que tenía hijos, pero no fue aceptado por los alemanes. Estos, además, ese mismo día, incendian la ciudad. El cura y los ciudadanos comienzan a implorar la intercesión de su santos patronos, San Lunaire y Santa Ana (26 de julio). El 30 de julio, rusos y franceses toman el puesto de mando alemán de Penvénan, y los prisioneros huyen. Los estadounidenses entran en Trélévern, haciendo escapar a los alemanes, con gran júbilo del pueblo, que se vio libre del fusilamiento que les esperaba a algunos de sus habitantes.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Volumen VII. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
A 1 de julio además se celebra a San Simeón "el Salo", loco por Cristo.