Santos Patricio de Prusa, obispo y sus compañeros Acacio, Menandro y Polieno, presbíteros; mártires. 28 de abril y 19 de mayo, Iglesias Ortodoxas Griegas.
Sus Actas dicen que era obispo de Prusa, Bitinia en el año 100. Esta ciudad tenía unas aguas termales muy conocidas, donde se veneraba al dios Esculapio, al que los paganos atribuían las curaciones que en los manantiales ocurrían. Julio, procónsul de Bitinia, estando de paso en Prusa, probó los baños calientes, de los que salió fresco, vigoroso, y con buena salud. Considerándose en deuda con Esculapio, decidió que el mejor sacrificio que podía ofrecer a su dios sería obligar al obispo de los cristianos a adorarle. Algunas versiones erróneas dicen que la idea fue sacrificarle al obispo, pero eso es absurdo, siendo los sacrificios humanos algo tan ajeno a las religiones grecorromanas. No leemos algo parecido en ningún acta martirial, veraz o falsa, pues los dioses de dicho panteón no exigían humanos en ofrenda. Pues eso, que fueron capturados Patricio y tres de sus presbíteros, Acacio, Menandro y Polieno. Cuando estuvieron frente al procónsul, este dijo:
Julio: Tú, que te dejas llevar por historias vanas, niega si es posible el poder de nuestros dioses y su cuidado providencial sobre nosotros, concediéndonos estas aguas minerales, dotadas por ellos con virtudes saludables. Por ello, insisto en que sacrifiques a Esculapio, con el fin de evitar ser duramente atormentado si no cumples.
Patricio: ¡Cuántas cosas malvadas están contenidas en las pocas palabras que has pronunciado!
Julio: ¿Qué maldad se puede descubrir en mi discurso? ¿No son las curas diarias, provocadas por estas aguas, claras y evidentes? ¿No lo he experimentado yo?
Patricio entonces predicó al procónsul, y no negó las virtudes saludables de las aguas, ni los curas realizadas en los cuerpos, sino que trató de convencer al gobernador, y un numeroso público de que estas aguas, y todas los demás cosas del mundo, habían recibido su ser y perfección Único Dios verdadero, y de su Hijo Jesucristo. Mientras daba sus razones, fue interrumpido por el procónsul, que gritó:
Julio: ¿Pretendes decir que Cristo hizo estas aguas, y les dio su virtud?
Patricio: Sí; sin lugar a dudas, lo hizo.
Julio: Si yo te meto en estas aguas para castigarte por su desprecio de los dioses, ¿imaginas que tu Cristo, a quien supones hacedor de ellas, preservará tu vida en medio de ellas?
Patricio: No desprecio a tus dioses, porque nadie puede despreciar lo que no existe. Puedes estar convencido de que Jesucristo puede preservar tan fácilmente mi vida, cuando me metas en estas aguas, como puede permitirse tomarla para sí. Todo lo que se refiere a mí es perfectamente conocido por Él, ya que está presente en todas partes. No cae un pájaro al suelo, ni un cabello de las cabezas, sino por su buena voluntad y placer. Esto lo tendrías que considerar como un oráculo de la verdad misma, ya que un castigo eterno en el infierno espera a todos los que, como tú, adoran ídolos.
Estas palabras, claro está, enfurecieron al procónsul, que mandó metiera al santo obispo en las aguas hirvientes. Mientras lo lanzaban, Patricio oró: "Señor Jesucristo, ayuda a tu siervo". Varios de los guardias que le sujetaban se quemaron con el agua, pero no ocurría lo mismo con nuestro mártir, que continuó metido en ella un tiempo considerable sin sentir el más mínimo dolor, como si no fuera aquello más que un baño templado agradable. El procónsul, enfurecido, ordenó le sacaran y decapitaran. Después encomendar su alma a Dios con una breve oración, Patricio se arrodilló, y le fue cortada la cabeza, de acuerdo con la sentencia. Los fieles que estaban presentes en la ejecución tomaron su cuerpo y le enterraron cerca del camino de la ciudad. Su martirio ocurrió el 19 de mayo del año 100. Sus presbíteros fueron decapitados tras él.
Menologios antiguos, como el “Chronicon” recogen su "passio", en el apartado "Patricii Episcopi Prusæ. Respuesta ad Judicem". Los martirologios orientales le ponen a 19 de mayo, pero los occidentales, como el romano, lo hacen a 28 de abril, tal vez por una conmemoración de traslación de reliquias a una iglesia que tuvo dedicada en Constantinopla. También tiene mención a 10 de junio entre los Santos Obispos de Prusa, como los santos Alejandro, Jorge y Timoteo. En las iglesias orientales se solicita su intercesión para superar las bajas y "calurosas" pasiones.
Fuente:
-"The lives of the fathers, martyrs, and other principal saints". Volume IV. REV. ALBAN BUTLER. Londres, 1821.