San Rodolfo de Berna, niño mártir. 17 de abril.
En 1294 el niño Rodolfo, de 4 años, fue secuestrado y llevado a unas canteras cerca de Berna y allí, parodiando la crucifixión de Cristo, fue torturado y crucificado. El crimen se mantuvo oculto, pero fue descubierto a los días. Pronto corrió el rumor de que habían sido los judíos y en motín el pueblo de Berna invadió la judería y muchos judíos fueron apaleados y alguno resultó muerto. Aunque las autoridades no tenían pruebas de la culpabilidad de los judíos, vieron en la ira de la gente una oportunidad para quitarse de encima a los judíos. Podrían quedarse con sus posesiones y además, no tendrían que pagar sus deudas, razones por las que se decretó la expulsión de los judíos. Estos apelaron al rey Adolfo de Nassau, pero este dictaminó a favor de la ciudad y los judíos tuvieron que irse con lo puesto.
Por su parte, el niño Rodolfo fue considerado un mártir y fue enterrado con grandes honores en la catedral de Berna, en el altar de la Santa Cruz, que pasó a llamarse "de San Rodolfo". En 1485 se construyó una hermosa iglesia y el cuerpo fue expuesto en una urna riquísima. En 1528, los calvinistas profanaron la iglesia y las reliquias (aun siendo no santo, todos los restos merecen respeto), el cuerpo fue enterrado o despedazado, y nunca más se encontró. El culto al niño Rodolfo no recibió nunca aprobación oficial, ni fue incluido en el martirologio romano, aunque tenía un oficio propio local, que derogado en 1908. Es otro de los casos de “santos” populares, como San Werner, cuyo culto se debió a un terrible prejuicio, del que ya hablamos en este artículo.
Fuente:
-“Martyrdom, Murder, and Magic: Child Saints and Their Cults in Medieval Europe. PATRICIA HEALY WASYLIW. New York. 2008.