San Pedro de Verona, protomártir dominico, inquisidor. 6, 29 y 30 (en Canarias y otros sitios) de abril, y 4 de junio (traslación de las reliquias).

Infancia y conversión.
Nació el 29 de junio de 1205, en Como, Italia, en una familia de herejes cátaros o maniqueos, los historiadores no lo tienen muy claro. Desde niño destacó en las letras, por lo que a los 7 años su familia le mandó a una escuela de Lombardía, que aunque era católica, como todas las del tiempo, estaba infestada de diversos herejes. Según la leyenda, esto más que acentuar su primitiva fe cátara, le hizo estudiar la fe católica y convertirse:  Su tío le preguntó "¿que aprendes en el colegio?", a lo que respondió Pedro "el Símbolo de la fe católica"; con lo que su tío y su padre intentaron apartarle con amenazas y halagos de que creyera en lo que había aprendido y de la fe católica en general. En vano, el niño respondió: "Quien no crea esta primera verdad de la fe, no tendrá parte en la vida eterna". Se había convertido, aunque en secreto. En realidad lo más probable es que solo de joven se haya convertido, y esta anécdota de la infancia sea una leyenda.

Religioso dominico y martillo de herejes.
En fin, que fue a la Universidad de Bolonia a estudiar, donde a los 16 años conoció a Santo Domingo de Guzmán (8 de agosto, memoria; 24 de mayo, invención y traslación de las reliquias, y 15 de septiembre, Santo Domingo "in Soriano") y su obra misional entre los herejes. Y pidió el hábito, despreciando una carrera en leyes. De inmediato, ordenado sacerdote, comenzó la misión de la Orden: alabar, bendecir y predicar. Milán y Venecia fueron testigos de su palabras y prodigios, entre 1232 y 1234. En la primera de estas ciudades fundó el convento de San Pedro. Fue llamado a ser prior del convento de Asti, luego del de Piaceza, donde siempre fue ejemplo para sus religiosos.

Se preocupó por la catequesis de los fieles, por propagar la devoción a la Virgen María y al rosario, para lo que fundó cofradías de laicos, en los que se aprendía la doctrina católica, los modos de oración y se rogaba por la Iglesia. No solo predicó contra los herejes, sino contra los católicos tibios, que lo eran solo de palabra y no de obra. Durante toda su vida también predicó en Florencia, Génova, Roma y Como, logrando siempre grandes conversiones por su palabra y milagros patentes. En Florencia conoció y fue director espiritual de los Siete Santos Fundadores de los Servitas (17 de febrero). Fue versado en la Biblia y la Teología; era un fraile orante, penitente y caritativo.

Prodigios no faltan en su vida, como apunté, para muestra, dos: Un día, estando en su celda dominicana, tiene una aparición de las mártires Santa Inés (21 y 28 de enero), Santa Cecilia (22 y 24, Iglesia Bizantina, de noviembre) y Santa Catalina de Alejandría (24, Iglesia Oriental, y 25 de noviembre) que hablan con él. Otros frailes oyen el diálogo y entendiendo que viola la clausura y recibe mujeres, le acusan al prior, que le castiga a una prisión de un convento de Ancona. Calla Pedro y confía en Dios, hasta que un día, cansado de aquel castigo injusto, clamó ante Cristo crucificado: "¡Qué he hecho yo, bien mío, para que me traten así!" A lo que le respondió Cristo: "¡Y yo, Pedro, qué hice para que me pusiesen aquí!´´. Y nunca más se quejó, y al ser liberado y reconocida su inocencia, antes bien buscaba el desprecio y los trabajos por Cristo. Otra vez, estando predicando en una plaza de Florencia, el demonio pretendió interrumpirle en forma de caballo negro. Desbocado se lanzó contra el santo, que haciendo la señal de la cruz, le hizo desaparecer. Algo parecido se lee de San Vicente Ferrer (5 de abril y segundo lunes de Pascua en Valencia) mientras predicaba en Murcia. En 1232 Gregorio IX le nombra Inquisidor General, aunque no hay referencias de su oficio hasta actas de 1245. En 1251 fue confirmado como Gran Inquisidor de Lombardía por Inocencio IV.

Martirio, culto y reliquias.
El 6 de abril de 1252, Sábado Santo, mientras se dirigía a Milán, rezando el oficio litúrgico con un hermano de hábito, fueron asaltados por el mercenario Pedro de Balsamo, que le dio a fray Pedro un golpe mortal en la cabeza con un hacha, y una puñalada en el pecho. Había sido pagado, con 40 libras milanesas, por el obispo hereje Daniel de Gussiano, Stéfano Confalonieri y otros nobles milaneses, a los que San Pedro fustigaba por sus herejías, tropelías y desmanes. Derrumbado en tierra, antes de morir, tuvo tiempo de escribir, con su propia sangre en la tierra: "Credo in Deum Patrem Omnipotentem, Creatorem visibilium et invisibilium", que en ocasiones, por razones de espacio, en la iconografía se reduce a "Credo". Su compañero, el Beato Domingo (11 de abril) al ver la muerte de Pedro, se puso de rodillas para alcanzar el martirio, y fue herido de puñal varias veces. Vivió aún cinco días, presa de dolores tremendos, pero llevados con gran fe y caridad.

El cuerpo de San Pedro fue llevado a la iglesia de los dominicos de Milán, San Eustorgio, donde fue enterrado como mártir y venerado desde el primer momento. Los milagros y testimonios se sucedieron rápidamente, lo que llevó a Inocencio IV a canonizarle, el 9 de marzo de 1253. Aunque el principal milagro fue la conversión de su asesino, que estando en la cárcel para ser ajusticiado, pidió a San Pedro Mártir le perdonara y le diera la libertad. Por milagro, las puertas de la prisión se abrieron y Pedro de Balsamo salió libre, y se fue a Roma, a pedir el perdón al Papa. Al llegar a Forli, enfermó gravemente y se fue al convento dominico, reveló quien era y lo que le había pasado. Prometió a San Pedro Mártir que si le libraba de la enfermedad, tomaría el hábito. Así ocurrió, tomó el hábito con el nombre de Carino, e hizo penitencia toda su vida. Antes de morir en 1293, pidió que su cuerpo fuera arrojado con los cadáveres de los impíos y ajusticiados, por no ser digno de sepulcro entre religiosos santos. Así lo hicieron, pero comenzaron a ocurrir tantos milagros, que se trasladaron sus reliquias, y la Orden le celebraba como Beato Carino de Balsamo (7 de abril).

La memoria litúrgica de San Pedro Mártir se celebró primero a 29 de abril, pero pasó al 6 del mismo mes cuando Santa Catalina de Siena (1, impresión de las llagas, y 29 de abril) ocupó este día, al ser "echada" del 30 de abril por San Pío V, que venía del 5 de mayo. Y aunque el martirologio romano lo pone a 6 de abril, el calendario dominico lo celebra a 4 de junio, memoria de la traslación de sus reliquias. En fin, un batiburrillo. Aún así, su memoria sigue siendo a 6 ó 29 de abril en muchos sitios de España, Italia, Francia y América donde se le tiene devoción.


Fuentes:
-"Sacro Diario Dominicano".  P. FRANCISCO VIDAL O.P. Valencia, 1747.
-"Compendio histórico de las vidas de los Santos canonizados y beatificados del Sagrado Orden de Predicadores". FR. MANUEL AMADO. O.P. Madrid, 1829.
-"Diccionario de los Santos" C. LEONARDI, A. RICCARDI Y G. ZIARRI. Ed. San Pablo. Madrid, 2000.