Beata Juana de Tolosa, virgen “terciaria” carmelita. 31 de marzo.
Leyenda.
Sobre esta Beata de la Orden, mucho se ha fabulado, por falta de datos personales y sobre la Orden. Durante mucho tiempo se dijo que nació en 1220 y murió el 25 de agosto de 1271. La versión francesa la hace hija de Raimundo VII, conde de Tolosa, y descendiente de Juan I de Inglaterra. En 1249 se habría convertido en Condesa de Tolosa. En 1265 visitaba San Simón Stock (16 de mayo) a los carmelitas de Tolosa (que habían fundado en la ciudad en 1240), cuando llegando Simón al convento, Juana le salió al camino y le suplicó la admitiera en la Orden. El santo la cubrió con la capa del hábito y la agregó a la Orden como terciaria, siendo la primera. La encomendó a Juan, prior del convento, el cual le permitió hacer votos públicos y seguir la Regla de San Alberto (17 de septiembre y 8 de abril). En adelante, se dedicó al servicio de los pobres y enfermos, y para su vida espiritual visitaba diariamente la iglesia de los frailes, les ayudaba, oraba y hacía sus penitencias allí. Poco a poco reunió a otras jóvenes a las que llevó a profesar como terciarias, siendo la fundadora de estas.
Historia.
Pero la gran parte de lo anterior es legendario y sin fundamento, pues Juana realmente vivió en el siglo XV, o sea, nada menos que 200 años después que el santo del Escapulario. Tampoco se le puede considerar fundadora de las terciarias o las monjas, como apuntan algunos, pues las monjas y los terciarios se constituyen a finales de este mismo siglo XV. No es hasta 1452, ya Juana muerta, cuando el papa Nicolás V concede la Bula "Cum Nulla" a los carmelitas de Florencia, por la que se fundan la Segunda y la Tercera Orden del Carmen. La Bula se extiende con tan amplias facultades, que el General de la Orden, el Beato Juan Soreth (24 y 28 de julio) la aprovecha para extenderla a toda la Orden. En el caso de las monjas, el primer monasterio con la Regla de San Alberto lo funda Soreth en los Países Bajos, aunque su mayor labor la desarrollaría en Francia luego de conocer a la Beata Francisca de Amboise (5 de noviembre), con la cual fundaría varios monasterios.
Volviendo a los terciarios: ciertamente esta fundación oficial, enmarcada en la labor reformadora de Juan Soreth, no se habría dado sin que seglares, mujeres y hombres, no se hubieran acogido desde tiempo atrás a la espiritualidad carmelitana desde mucho antes y en diversos países, en sus respectivos conventos, sin que haya un fundador de terciarios. La Bula fue la consecuencia, y no la causa, de un movimiento extendido y simultáneo, no homogéneo, en el que los fieles participaron gradualmente. Una de estas fieles, una más, habría sido nuestra Juana, que en lo que sí es la primera es en recibir culto en la Orden.
Culto.
Juana murió en entre 1400 y 1450, en una fecha indeterminada. Fue sepultada en la iglesia de los carmelitas de la ciudad. Muy pronto su tumba comenzó a ser meta de peregrinos que la invocaban y lograban favores de ella. Si bien en 1437, fecha aproximada del primer “Catalogus Sanctorum Carmeli” elaborado por el carmelita de Tolosa, Fr. Juan Grassi, Juana no aparece ni entre los Venerables, en 1450 se hizo la primera traslación de las reliquias, lo cual evidencia un culto. Es probable que no fuera conocida o tal vez aún viviera cuando Grassi escribe su obra, y la traslación de 1450 fuese el primer acto de culto público. En 1452 se elevaron las reliquias, y en 1474 se colocaron definitivamente en una capilla dedicada a su memoria en la iglesia de los carmelitas. En 1656 unas reliquias fueron trasladadas a España, por el General Enrico Silvio.
En 1805, en las obras de la iglesia, luego del saqueo y destrucción a la que fue sometida en la Revolución Francesa, en una pared fueron halladas las reliquias de Juana, y junto a estas, un acta de reconocimiento del cuerpo, datada en 1688. Además, se encontró un valioso libro de oraciones personales, manuscritas probablemente por la misma Juana. Esto indica que sería una mujer de cultura, conocimientos de la religión y claro, profundamente piadosa. Las reliquias fueron llevadas a la iglesia de San Esteban de Tolosa, y depositadas en dos relicarios en la capilla de San Vicente de Paúl, donde se veneran actualmente.
En 1893 la Orden comenzó un proceso de beatificación oficial para la que ya tenían como santa desde siglos atrás. En 1895 el papa León XIII la beatificó y extendió su memoria a toda la Orden. Luego de la Reforma litúrgica emanada del Vaticano II, la memoria fue suprimida.
Fuente:
-“Historia de la vida y del culto de la beata Juana de Tolosa, virgen, religiosa profesa del orden de los Carmelitas de la antigua observancia”. Barcelona, 1897.