Santa Victoria, virgen y mártir. 23 de diciembre y 9 de julio (junto a Anatolia y Audax).
Según su passio, tardía y con ciertos detalles legendarios, Victoria, que vivió en el siglo III, era oriunda de Tívoli, la actual Italia y junto a su hermana Anatolia, eran una cristiana fervorosa y dada a la caridad con los pobres. Estaban prometida con un patricio, y un amigo (La Vorágine les llama Eugenio y Tito Aurelio) quiso comprometerse con Anatolia. Pero esta tenía un gran aprecio a la virginidad por Cristo y se negaba a casarse. Victoria le habló: "Escucha, hermana, soy cristiana, y sé que Dios no aborrece el matrimonio Los profetas y los patriarcas tenían esposas, y Dios les bendijo para su posteridad. Ahora escúchame: toma a este marido, que es hombre recto, y no le diré que eres cristiana. Incluso es posible que su unión con él sea el medio de su conversión". Anatolia le respondió: "Oh, Victoria!, te ha conquistado el diablo, y ha hecho victoria en ti. Efectivamente, Dios dijo cuando el mundo estaba vacío, `sed fecundos, multiplicaos, y llenad la tierra`. Pero ahora que la tierra está poblada, y el Hijo de Dios ha proclamado aumentar en la fe y multiplicarse en la caridad, las uniones carnales son vanas". Y persuadió a Victoria de vivir entregadas al servicio de Cristo. Curiosamente, el supuesto argumento de Anatolia es casi idéntico al de la herejía maniquea, que rechazaba el matrimonio como innecesario.
Así que Victoria rompió el compromiso para mantener perpetua virginidad. Los dos hombres, ofendidos, las encerraron, para que reconsideraran su posición o murieran de hambre, lo que fuera. Pero nada, las vírgenes permanecieron firmes. Aún más, se las arreglaron para desde su encierro, vender todas sus propiedades en favor de los pobres, quedando sin nada. Pero no cejaron los despechados, pues las denunciaron ante el emperador Decio. Este las mandó llamar y considerando su belleza y virtudes, las castigó con el destierro. Anatolia fue enviada a Tora, donde luego sería martirizada junto a Audax, uno de sus verdugos, al que convirtió a la fe de Cristo. Y a ella la dejamos aquí.
Victoria fue enviada a Trebula Mutuesca, lo que hoy es Monteleone Sabino. Allí fundó un monasterio con sesenta vírgenes, para dedicarse a la oración y el trabajo manual y a pesar de su juventud, 20 años, fue elegida superiora de todas. La leyenda propia del Carmelo hizo de Victoria, por este pasaje, una de sus santas. Fue tanta la fama de sus virtudes, que el pueblo acudió al monasterio para que su santa abadesa espantara a un dragón que no les dejaba en paz, ofreciendo a cambio convertirse a la fe de Cristo. Y allá fue Victoria: se plantó frente a la cueva de la bestia y en nombre de Cristo, le ordenó se fuera para siempre, y esta, como un manso cordero, la obedeció, internándose en una sima de la que nunca más salió. Si bien esta acción atrajo la conversión a la fe cristiana de toda la región, a Victoria le trajo la persecución, otra vez, en el año 250. Irritado con la fama de su exnovia, su prometido la denunció ante el nuevo gobernador. Y no solo la acusó, sino que envió a un mercenario al monasterio, que violentó las puertas, tomó a Victoria, y a rastras, la llevó ante el prefecto. Allí pretendieron obligarla a adorar a la diosa Diana, pero como ella se negó, el sicario, sin más, atravesó su corazón con un puñal. Los pobladores, desolados por la pérdida, recogieron el cuerpo y le velaron durante siete días con gran veneración. Finalmente la sepultaron en un sarcófago de piedra, en la cueva del dragón, la que convirtieron en capilla.
El culto a Santa Victoria ha sido constante en torno a su sepultura. Con la paz de Constantino se levantó una basílica para honrar su memoria y reliquias. Lamentablemente, a causa de las invasiones de los musulmanes, las reliquias hubieron de ser trasladadas de un sitio a otro y padeciendo algunas dispersiones. En 827 fueron trasladadas a Ascoli Piceno y en 931 a la abadía de Farfa, donde en el siglo XII se construyó una bella basílica en su honor ellos. Allí se venera su cuerpo actualmente, menos la cabeza que, junto a la de Anatolia se guarda en la abadía de Sacro Speco, Subiaco. Las primeras referencias sobre su vida y pasión, las da el martirologio pseudojeronimiano, luego el Metafraste la recoge. En el siglo VIII San Aldhelm (25 de mayo) compuso un poema métrico en su honor en la obra “De Laude virginitatis”, que la daría a conocer aún más y que serviría de base para que en el siglo XIII, La Vorágine adornase la historia, añadiendo diálogos y detalles superfluos. Baronio la introdujo en el martirologio romano a 23 de diciembre, día de la traslación de las reliquias.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo XV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.