San Melquíades, papa. 10 de diciembre.

En 310 murió el papa San Eusebio (17 de agosto), y hubo sede vacante hasta, según la tradición, el 3 de octubre de 311 (2 de julio según otros), imperando Majencio. Sobre su vida anterior al pontificado se conoce poco, y no faltan las fabulaciones que le hacieron nacido en Madrid, cuando su origen en realidad era africano, de ascendencia griega. Fue el papa que realmente trajo paz a la Iglesia, antes del triunfo de Constantino. En 311 Galerio publicaba el derecho de los cristianos de profesar su fe, como los demás, siempre que no alteraran el orden. La Iglesia obtenía personalidad jurídica, y podía levantar y recuperar basílicas. En 312, Melquíades pudo celebrar la Pascua con toda solemnidad y con toda la tranquilidad del mundo. Además, se le regaló el palacio de Monte Celio, llamado de Letrán, donde estableció su sede y actualmente es la catedral de Roma. En 313 Constantino no partió de cero para reconocer a la Iglesia oficialmente, sino que había una base de tolerancia oficial. Tolerancia que igualmente tenían los judíos y los herejes cristianos. De esa fase, se pasó a religión oficial, lo cual comprometió la libertad de la misma fe.

Se le atribuye a Melquíades de legislar sobre la facultad exclusiva del obispo para celebrar el sacramento de la Confirmación, aunque es esta una costumbre mucho más tardía. El “Liber Pontificalis” nos dice que celebró órdenes sagradas, ordenando a once obispos, seis presbíteros y cinco diáconos. 

Como obispo de Roma, reconocida es su labor contra los herejes maniqueos y donatistas. Sobre todo los últimos se extendieron por África, partiendo desde Donato, obispo de Casanigra, separado de la comunión de la Iglesia a causa de la acusación falsa hecha a Mensuro de Cartago, al que se acusaba de haber ocultado su fe y cedido a la persecución. Donato no aceptó ni a su sucesor, Ceciliano (también acusado), y decidió separarse de los obispos y junto a otros cismáticos, pidieron al emperador les enviase tres obispos galos para que sirvieran de jueces. Constantino aceptó, pero siempre mandando que los tres elegidos pasasen antes por Roma, y que hicieran lo que el papa Melquíades les aconsejase, según la fe católica y que juzgasen a tenor de esta. Melquíades convocó un sínodo en Letrán, donde se absolvió de toda culpa a Ceciliano y condenó a Donato y sus seguidores, a los cuales les permitió volver a sus sedes y cargos eclesiásticos si renunciaban al cisma y volvían a la comunión. Y hubo paz, aunque después de la muerte de Melquíades, volvieron a las andadas e incluso acusaron, falsificando pruebas, al mismo papa de que también había entregado libros sagrados a los perseguidores. Calumnia que San Agustín se encargó de refutar en una carta (http://www.augustinus.it/spagnolo/lettere/lettera_043_testo.htm), elogiando a Melquíades por su justicia, caridad y paciencia.

San Melquíades murió el 10 de diciembre de 313 y fue sepultado en las catacumbas de San Calixto, Vía Appia. En el siglo XVII su cabeza fue trasladada a la iglesia “del Gesú”, de los jesuitas en Roma. Curiosamente, se le conoce como “mártir”, a partir de la mención de sus sufrimientos a causa de los cismáticos, según el Martirologio Romano.


Fuentes:
- “Flos Sanctorum de las Vidas de los Santos”. Tomo Tercero. PEDRO DE RIBADEYRA. 1734.
-“Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año”. Diciembre. P. JEAN CROISSET. S.I. Barcelona, 1863.
-http://www.augustinus.it.