Beato Tomás Alonso Sanjuán, salesiano mártir. 6 de noviembre.
Es uno de los tantos mártires llamados “de la guerra civil”, aunque yo prefiero la clasificación de “mártir de la fe, en el contexto de la guerra civil”. Es más largo, pero más atinado. Puesto que mártires “de la guerra” fueron todos, de un bando o de otro; mientras que los santos son mártires de la fe que alcanzaron el martirio en esas circunstancias hostiles a la religión y, es de suponer, que habrían sido mártires también en otras circunstancias. Fueron asesinados antes o en medio de la guerra, pero no son mártires a consecuencia de esta, sino del "odium fidei" que caracterizó a España entre los años 31-39 (en realidad originado en el siglo XIX y sostenido con más o menos fuerza hasta los años 30 del siglo XX).
Tomás nació en Vitigudino, pueblo de Salamanca, en 1893. En 1906, con sólo 13 años entró a la Congregación Salesiana con vistas a ser hermano coadjutor. Fue trasladado a Sevilla donde trabajó como impresor (ya sabemos la importancia que los salesianos dan a la buena prensa). Su noviciado duró más de lo normal, cuatro años, por su carácter apasionado y en ocasiones airado. Finalmente fue admitido a la primera profesión en 1914. Desde este año estuvo en la Trinidad de Sevilla, hasta 1929 en que fue trasladado a Málaga, igualmente en calidad de impresor. Afortunadamente testimonios de su persona no faltan, alumnos, ex-compañeros, cooperadores de la Obra Salesiana han dicho de él que aunque era muy serio, era familiar y generoso. Todo trabajo que le encomendaban, sobre todo la imprenta, los desarrollaba con entrega y profesionalidad: el taller de los obreros, el teatro, ayudante del maestro de música. Gran amante de María Auxiliadora y de San José, presidía la Compañía de San José, asociación de y para los jóvenes obreros.
Estallada la guerra tres días antes, el 21 de julio de 1936 fueron arrestados todos los salesianos de la casa de Málaga, después de registrar y destrozar la casa y el taller (ojo, alguno de estos milicianos habían estudiado allí y sabían de la inocencia de los religiosos). Al día siguiente, junto a muchos sacerdotes de la diócesis también apresados, fueron trasladados al Gobierno Civil, desde donde fueron remitidos a la Prisión Provincial, llamada durante mucho tiempo después “la Brigada de los curas”. Insisto, no fueron ajusticiados por “la masa popular”, como se nos quiere hacer ver constantemente, sino por el gobierno del momento. Tampoco fueron apresados y asesinados “por ser del bando franquista”, y ni sabrían bien quien era ese Franco, sino únicamente por su condición cristiana y religiosa: el odium fidei. En la cárcel estuvo Tomás más de un mes, con los que había sido preso y con los que iban llegando, a los que procuraba lecho con diligencia y caridad, al decir de Don Luis Vera canónigo de la Catedral. El 22 de agosto comenzaron los fusilamientos de los religiosos, se repitieron el 30 y el 31, cuando los milicianos entraron y comenzaron a seleccionar prisioneros. Tomás fue el primer elegido, e intercedió por otro preso, seglar empleado del colegio salesiano, que no fue finalmente fusilado por no ser sacerdote ni religioso. Fue sacado de la prisión y fusilado, simplemente por ser religioso, junto al cementerio de San Rafael de Málaga, donde fue enterrado. Actualmente sus reliquias y las de los demás mártires reciben veneración en la catedral de Málaga. El Hermano Tomás fue beatificado junto a 496 mártires el 28 de octubre de 2008, la ceremonia de beatificación con más mártires celebrada hasta hoy.
Fuente:
-Holocausto católico. Los mártires de la guerra civil". SANTIAGO MATA. Versión Kindle.