San Cerbonio, obispo. 10 de octubre.

Lo único que de él se conoce es una mención de San Gregorio Magno (12 de marzo y 3 de septiembre, elección papal) en sus famosos “Diálogos”. En el siglo X se escribió una “vita” plagada de elementos legendarios para rellenar lagunas sobre su vida.

Contando todo, lo que de este santo podemos saber es que Cerbonio era un cristiano nativo del norte de África, que huyó a Piombino, actual Italia, cuando los vándalos asolaron su región norafricana. Allí le hicieron obispo por sus virtudes. Pero pronto tuvo problemas: resulta que Cerbonio y su clero despertaban todos los domingos antes de la aurora para cantar misa apenas saliera el sol. Así que cuando el pueblo llegaba a la catedral hallaban al obispo y los presbíteros desayunando, con gran escándalo de todos, pues volvían a sus casas sin la Eucaristía. Se hartaron de la situación y se quejaron al papa Virgilio de aquello. Este envió a unos legados a observar la situación. Esa mañana, como siempre, apenas aparecieron las primeras luces, los diáconos prepararon el altar y el obispo dijo misa. Cuando los legados se despertaron hallaron a Cerbonio y los sacerdotes desayunando. Este les invitó y le respondieron "No somos herejes para comer antes de la misa". -“La misa ha pasado hace más de una hora”, respondió Cerbonio.

Aún así, sabida la verdad, los legados le comunicaron que debía presentarse ante el papa. Cerbonio obediente hizo lo que le pedían y se pusieron en camino hacia Roma. De camino tres de los legados comenzaron a sufrir fiebres y deshidratación, para lo cual el santo hizo brotar una fuente haciendo la señal de la cruz con su báculo en la tierra. Les sanó y, claro, los informes que presentaron los embajadores pontificios ante Virgilio fueron todos excelentes, ponderando la santidad e inocencia del obispo Cerbonio. Pero a eso ayudó aún otro portento más, que ha configurado los patronatos y la iconografía del santo: mientras esperaba audiencia con el papa, vio pasar una bandada de gansos y les llamó diciendo: "En el nombre del Señor, no os doy licencia para volar a parte alguna hasta que me hayáis acompañado a la presencia del papa". Y los gansos detuvieron su vuelo, entraron al palacio papal e hicieron corte a Cerbonio, el cual fue recibido por Virgilio con gran solemnidad y muestras de cariño y admiración al comprobar su santidad. Luego fueron todos a la basílica de San Pedro, donde al llegar al altar, Cerbonio bendijo a los gansos y estos levantaron vuelo y se fueron. Después de semejante maravilla, el papa autorizó a Cerbonio a que cantara misa a la hora que más le gustara, y que el pueblo se aviniera a su horario, enviándole de nuevo a su ciudad de Piombino, cargado de relquias, vasos sagrados y libros litúrgicos y de los Padres. Llegado a la ciudad, fue acogido con júbilo por el pueblo.

Según San Gregorio, el rey Totila el Godo invadió la ciudad, capturó a Cerbonio y le arrojó al circo junto con un oso para que le despedazase, pero el oso en vez de hacerle daño, se agachó a sus pies y los lamió. Al ver esto, Totila temió a este hombre tan poderoso y le permitió irse en paz. Cerbonio se retiró a la isla de Elba, donde murió. Luego su cuerpo fue llevado de vuelta a Piombino, donde se venera.


Fuente:
-"La leyenda de oro para cada día del año". Volumen 3. PEDRO DE RIBADANEIRA. Barcelona, 1866.
-“Colección de Santos Mártires, confesores, y varones venerables del clero”. Tomo IV. FERNANDO RAMÍREZ DE LUQUE. Madrid, 1805.