San Gerulf de Drongen, adolescente mártir. 25 de septiembre y 7 de octubre (traslación de las reliquias a Drongen).
La primera "vitae" oficial la escribió San Gerardo de Brogne (3 de octubre) con motivo de la traslación de las reliquias a Drongen en 930. Según esta historia, Gerulf nació en 725, y era hijo de Leutgold y Ratguera, nobles y señores feudal de Merendree. Esta familia había sido de las primeras en adoptar la fe cristiana. Después que el niño nació, sus padres dejaron de tener relaciones sexuales, abandonaron el vino y comían frugalmente. Incrementaron su oración, entregándose a la piedad y la caridad con los pobres. Fundaron un monasterio y lo dotaron con ricos libros y tierras. El niño, imbuido de este ambiente religioso, destacó por su caridad y piedad desde pequeño.
Fue educado por su tío, hermano de su madre, cuyo nombre no recoge la historia, y que había sido abandonado por su mujer y no tenía hijos, por lo que le cobró gran afición a su sobrino. Le introdujo en las artes de la caza, la cetrería, la lucha cuerpo a cuerpo, el conocimiento de las plantas, los animales, la música... En fin, que le educó. Este tío era poco piadoso y dado a diversiones, y en ocasiones perdía la paciencia cuando el niño Gerulf prefería ir a la iglesia, que a practicar con la espada. Cuando el joven creció, le superaba con las armas, lo que hacía perder más la paciencia al tío. Quejándose el niño a su padre en alguna ocasión, este quiso reconvenir al tío, pero la madre le pedía paciencia, recordándole todo su cariño por el joven, y la humillación en que vivía con no tener mujer ni hijos.
El 21 de septiembre de 748, a los 23 años (otras vitae posteriores reducirían esta edad, desde los 12 hasta los mismos 23) recibiría la confirmación en la abadía de San Pedro de Gante, de manos de Eliseo, obispo de Tournai y Noyon. Su padrino fue su tío, a petición del mismo Gerulf. Antes de partir, el padre le encomendó al chico, recordándole que aunque ya era un joven, no había conocido el mundo ni sus males. El tío accedió a protegerlo en el viaje de ida y regreso. Al salir de la iglesia, donde Gerulf quedó impresionado de la belleza de la liturgia, emprendieron viaje a casa, para llegar a la celebración en el castillo familiar. Antes de llegar a casa, Gerulf quiso apartarse del camino para ir a la iglesia de Nuestra Señora de Drongen, imagen a la que visitaba desde pequeño, y el tío accedió, pero atravesando el bosque. Se apartaron del camino y cuando estaban en la espesura del bosque, el tío quiso regresar, pues se hacía de noche, a lo que Gerulf le respondió "Oh tío, no tema la oscuridad, usted mismo me enseñó a seguir las estrellas del cielo." Y en tono cariñoso añadió "y no se olvide que desde hoy soy responsable de mis actos ante Dios y puedo tomar mis propias decisiones".
Llegados a la iglesia, Gerulf bajó, hizo su oración y al querer subir al caballo, su tío sacó la espada y le asesinó, atravesándole el cráneo. El caballo del chico se espantó, y se lanzó a la carrera hasta llegar al castillo. Allí la familia, alarmada, vio la sangre que manchaba la silla y formaron una batida para buscar al chico. Tomaron al caballo de las riendas y este les condujo hasta el joven, al que hallaron tendido en la hierba, a punto de fallecer. Aún le dio tiempo para pedir que perdonaran a su tío como él mismo le perdonaba, y suplicar ser enterrado junto a la Virgen María, en Drongen. Pero los familiares lo llevaron consigo, no queriendo dejarlo tan lejos, y lo enterraron en la capilla familiar de la iglesia de Merendreedorp.
Celebraron los funerales con toda solemnidad, y la gente le llamaba santo (supongo que más por su vida piadosa que por su "martirio") y pronto la tumba fue meta de oraciones y peregrinaciones, ocurriendo milagros, sanaciones, cosechas salvadas, etc. Su tío se arrepintió toda su vida, aunque fue perdonado por los padres, como quería el joven. Luego de la muerte de estos, Gerulf se apareció a su tío y le dijo: "Querido tío, te deseo paz y todo lo mejor. Aún puedes hacer una cosa por mí: que mi cuerpo se traslade junto a la Virgen de Drongen". Pero tampoco su tío hizo la traslación, pues no sería hasta 930 en que, por la devoción y las multitudes que esta acarreaba, los monjes de Drongen pedirían el traslado del santo cuerpo, en cuya tumba afluían los peregrinos y, todo sea dicho, las donaciones. El cuerpo fue trasladado solemnemente a Santa María, el 7 de octubre, en un bellísímo ataúd de oro y plata, costeado por descendientes de su familia.
Es patrono de la cetrería, contra la peste negra y las plagas de las cosechas.