San Andrés el "Stratelates", y compañeros mártires. 19 de agosto.
Era Andrés natural de Siria. Entró soldado bajo Numeriano y Carino, y reinando Maximiano ascendió en la carrera militar mediante su valor y fidelidad, llegando a ser “Stratelates”, o sea, Comandante de ejércitos. En algún momento había entrado en contacto con el cristianismo, y aunque no era bautizado, creía en la existencia de un Dios único, lo cual no es extraño, pues los dioses paganos no satisfacían la necesidad de Dios que tenían los pueblos, incluso había poetas que los ridiculizaban, teniéndolos por simples invenciones. Pues eso, que Andrés creía en un Dios y que este se había revelado en Jesucristo, por lo que justo antes de una terrible batalla contra los persas arengó a sus tropas a confiar la victoria al Único Dios, convenciéndoles de que los dioses paganos no podrían ayudarles en la batalla. Y derrotaron a los persas, que terminaron huyendo como ratas.
Entró en la Antioquía liberada con gloria y siendo aclamado por el pueblo y la legión. Pero algunos militares envidiosos le acusaron de ser un cristiano, por aquello de creer en un solo Dios. El gobernador Antíoco mandó encarcelarlo, luego fue llamado a juicio, y declaró su fe en Cristo por lo que fue torturado en una plancha de cobre al rojo vivo, pero tan pronto como invocó al Señor, la plancha se enfrió. Varios de sus soldados fueron crucificados en los árboles, pero ni uno solo renunció a Cristo. Antíoco no se atrevió a condenarle a muerte, por lo que escribió a Maximiano pidiendo consejo. Este era consciente de la valía de su General, y la admiración de la que gozaba, mandó lo liberaran y a la par “recomendó” a Antíoco hallara una razón mejor que las creencias de Andrés para juzgar a tan valeroso militar. Que buscara un pretexto, vamos.
Entretanto, ya liberados, Andrés y los 2593 soldados se dirigieron a Tarso, donde se instruyeron, confesaron a Cristo y fueron bautizados por los obispos Pedro y Nonoso. Sabiendo que ahora sí que sus vidas peligraban se adentraron en las regiones de Taxanata. Antíoco escribió una carta a Seleuco, gobernador de la región de Cilicia, ordenándole que apresara a Andrés y todos sus soldados y los matara por desertores. La legión enviada por Seleuco los halló en un barranco del Monte Tauros mientras estaban en oración, y allí mismo los degollaron, y luego los trocearon. Los mártires se dejaron sacrificar mansamente por Cristo, y las únicas palabras que se oían eran alabanzas al Señor y las exhortaciones de Andrés. Los cuerpos fueron abandonados allí, pero ya de noche, Pedro, Nonoso y sus fieles los enterraron allí mismo, señalando el sitio. Se mantuvo su memoria, sobre todo porque en el sitio donde tanta sangre fue derramada, brotó una fuente cuyas aguas milagrosas sanaban a cualquiera que se acercase con fe, el primero de ellos fue un clérigo que era atormentado por los demonios. Llegada la paz de Constantino, los cristianos elevaron en el mismo sitio del martirio y sobre las reliquias, una basílica.
Fuentes:
-“La leyenda de oro para cada día del año”. Volumen 2. PEDRO DE RIBADENEIRA. Barcelona 1865.
- http://www.shepherdguild.org/id64.html