Beata Juana de Aza, viuda. 2 de agosto.
Perteneció a una de las primeras familias fundacionales de Castilla en el siglo XII y desde niña destacó por sus virtudes, de amor a sus padres, destierro de todo lujo y ostentación, amor por la pureza, la penitencia, la oración. Era “modelo de las señoritas que la frecuentaban, el gozo y descanso de sus padres, y el objeto de un respetuoso amor que no podían menos de tributarle los jóvenes, que aspiraban a encontrar una compañera que hiciese su felicidad”. Muy joven se casó con Félix de Guzmán al que “miraba como un superior y le obsequiaba y le servía como a tal, respetándole, disimulando cuando podía dar motivo a disgustos”.
Como esposa trabajó por la santificación de su familia y sirvientes, siendo ejemplo de caridad, justicia, prudencia… “llevando socorro a los hospitales y a las casas de los necesitados, y los consuelos a los corazones desolados y afligidos”. Tuvo dos hijos, antes de Domingo: Félix y el Beato Manel (18 de agosto), también dominico. Cuando quedó embarazada de su tercer hijo se le apareció Santo Domingo de Silos (20 de diciembre) y le dijo “que el hijo que había de parir sería grande ante Dios y ante los hombres”. Esto se confirmó cuando en sueños vio un cachorrillo que, con una antorcha encendida incendiaba el mundo entero (atributo clásico de Santo Domingo, no de su madre, cosa curiosa).
Educó a sus hijos en la piedad, las buenas obras. Y poco más se sabe de ella. Se cree que al comenzar Domingo su obra fundacional, Juana rezaría por él y que “redoblaba, como lámpara próxima a su fin, sus esfuerzos y que trabajando en ser cada vez más humilde, más misericordiosa y más constante en la oración, vio tranquila venir la muerte". Lo más documentado que hay es que, desde su muerte, los Guzmán la consideraron santa y animaron a muchos a visitar su sepulcro. Sus reliquias tuvieron una solemne traslación, y fue portada por el Infante Don Juan Manuel hasta Peñafiel, en cuyo convento dominicano fue enterrada y comenzó a ser venerada. Posteriormente, fueron nuevamente trasladadas a Caleruega, donde reposan actualmente. No recibió autorización oficial hasta 1828, que la concedió León XII a toda la orden dominica, que la venera como beata, llamándola "nuestra santa abuela" aunque su sepulcro va más allá y la nombra Santa.
Fuente:
-“Compendio Histórico de las vidas de los Santos Canonizados y Beatificados del Sagrado Orden de Predicadores”. FR. MANUEL AMADO. Madrid, 1829.