Santa Macrina la Joven, virgen. 19 de julio.
Fue la hija mayor del obispo San Basilio el Teólogo y la diaconisa Santa Emmelia (ambos a 30 de mayo). Sus abuelos fueron San Basilio el Viejo y Santa Macrina la Anciana (ambos a 14 de enero). Educada en la piedad cristiana por sus padres, desde niña fue ejemplo y modelo. Al morir su padre, que había arreglado un matrimonio ventajoso para ella, hizo voto de virginidad y junto a su madre se dedicó a educar a sus hermanos que San Basilio Magno (2 de enero y 14 de junio), San Gregorio de Nisa (9 de marzo) y San Pedro de Sebaste (9 de enero). Además, se ejercitó en la oración, la penitencia y la meditación de la Palabra, convirtiendo su vida en casi monástica en medio del mundo. Junto a su madre, fundó un monasterio femenino en su propia casa del Ponto, para el cual su hermano Basilio escribió la regla que debían seguir las vírgenes. Destacó esta regla en la penitencia y, cosa que el monacato femenino perdió con el tiempo, el estudio, meditación y aplicación de la Palabra de Dios. Establecieron horarios de oración, especialmente oración litúrgica de los salmos y cánticos tradicionales. Como ya hemos hablado en otras ocasiones, esta vida monástica era considerada seguidora de la "instaurada" por el profeta San Elías, por lo que en crónicas, santorales y escritos hagiográficos aparece como carmelita. Y hay que entenderlo según se explica en este "Santoral Carmelita".
Ocurrió que Macrina fue afectada durante mucho tiempo por una llaga gangrenosa que llevó en silencio y humildad durante mucho tiempo, hasta ser curada milagrosamente cuando Emmelia, su madre, trazó la señal de la cruz sobre dicha llaga. Sanó y solo quedó como testimonio un pequeño punto negro. Luego de la muerte de su madre, Macrina repartió todos sus bienes entre los pobres y junto a sus monjas comenzó a vivir del trabajo de sus manos, siguiendo la norma extendida en otros monasterios y seguida sabiamente por los eremitas. Basilio murió en 379 y Macrina enfermó gravemente a finales de ese mismo año. Avisado su hermano Pedro de Sebaste, fue a visitarla y la halló agonizante de fiebres, consumida y tendida humildemente sobre tablas. Ella le recibió con alegría y él le consoló predicándole sobre el amor de Dios, los premios de la vida Eterna. Así, luego de hacer la señal de la cruz, falleció plácidamente.
Era tal la pobreza del monasterio, que no se halló nada para cubrir el cadáver, aparte del mismo velo de Macrina, pero su hermano Gregorio, presente en el entierro, le puso su propia capa episcopal y su propia cruz, en la que había una partícula de la Vera Cruz. El sepelio fue solemne, con varios obispos, monjes y monjas. Fue enterrada en la Iglesia de los Santos Cuarenta Mártires de Sebaste (9 de marzo), en la misma tumba de su madre. Venerada por todas las Iglesias, su memoria es muy estimada por los orientales, que la consideran casi una madre del monacato femenino. Lo más extenso que de su vida se tiene por seguro es la vida que escribió su hermano Gregorio y el sermón de su funeral, que también se conserva.
Fuentes:
-"Historia del Monacato cristiano". ALEJANDRO MASOLIVER. Abadía de Montserrat, 1994.
-Año cristiano de España". Volumen 6. P. JOAQUÍN LORENZO VILLANUEVA. Madrid, 1792.
-"Diccionario biografico universal de mujeres celebres" Tomo III. VICENTE DÍEZ CANSECO. Madrid, 1845.