San Cirilo, Patriarca de Alejandría, Doctor de la Iglesia. 27 de junio, 9 de febrero y 28 de enero.
La leyenda carmelitana:
Nuestra fuente para la leyenda, el “Flores del Carmelo”, de Fray José de Santa Teresa, dice que San Cirilo nació en la misma Alejandría, en 371, en una familia pudiente y de raíces nobles, y debió ser, pues su tío materno era el famoso San Teófilo de Alejandría (15 de mayo, Iglesia Copta), Patriarca de la Sede alejandrina cuando nació. Desde niño, como suele ser en toda leyenda, mostró dotes de talento y santidad. Muy pronto tomó afición por las letras y la piedad, inclinándose más al estudio que a los negocios, como esperaba su padre. Su tío lo tomó bajo su protección y cuando estaba en plena juventud, lo envió a estudiar a Atenas, donde pronto destacó por su aplicación, ciencia y resultados académicos. Al graduarse de Doctor, su tío lo envió junto a Juan Silvano, Patriarca de Jerusalén y carmelita, para prevenir que tanta ciencia y reconocimiento, le apartase de la virtud. Pensaba, con razón, que la cercanía del anciano arzobispo, santificado por las soledades y penitencias del Carmelo, inclinarían a su sobrino hacia el sacerdocio.
Y así fue, y más aún, conoció Cirilo de aquellos santos monjes que en la cumbre del Carmelo vivían en memoria del profeta San Elías y quiso conocerlos; fue hacerlo y querer ser uno de ellos. Allí, a los 26 años tomó el hábito y se dedicó, en la soledad y el silencio, a meditar la Ley de Dios. Era tanta su ciencia, que ilustraba a los demás hermanos, aún siendo más joven que ellos, sobre la Escritura, la fe de la Iglesia y los misterios de la fe. En sus visitas por los conventos carmelitas del desierto, hizo amistad con el también “carmelita” San Isidoro de Pelusio (4 de febrero), con el que compartía largos ratos de oración y sublimes coloquios sobre Dios. Tan ideal no sería la convivencia, cuando Isidoro no se corta en decir que Cirilo era "un hombre decidido a perseguir sus rencores privados más que a buscar la verdadera fe de Jesucristo".
La pertenencia a la Orden del Carmen se pretendía mostrar con un texto del mismo Cirilo sobre Miqueas 7:
Es decir, basados en el “hacemos” que utiliza, se le atribuye que también profesaba ese apartamiento del mundo. Toda una idea bastante peregrina y con poco fundamento. Y seguimos con la leyenda: Viendo los superiores tanta elocuencia, con gran dolor determinaron que no estaba hecha aquella luz para permanecer en lo escondido de las grutas del Carmelo, y lo enviaron a Alejandría con su tío, para que fuese ordenado presbítero.
Historia y enredos:
En 412 murió su tío Teófilo y luego de discusiones, tensiones y peleas, a los tres días, fue nombrado Cirilo como su sucesor en la silla alejandrina. Fue pastor celoso y si siglos más tarde San Roberto Bellarmino (17 de septiembre) fue llamado “martillo de los herejes”, a Cirilo habría que llamarle “apisonadora de los herejes”. Primero con el ejemplo y la palabra, luego con las amonestaciones y, lamentablemente, las amenazas y la violencia. Teniendo el brazo del poder civil y amplio apoyo, o temor, de otros obispos de Oriente a su disposición, redujo a los herejes novacianos, invadiendo sus templos y apresando a su obispo, llamado Teopompo. Además, se aplicó el destierro para los que no abandonaran la herejía novaciana y se hicieran católicos.
Los detalles sobre estas acciones depurativas no faltan: Había en Alejandría un templo pagano, el Serapeum que Teófilo había derribado, con consentimiento del Emperador y construido una iglesia, pero molestos los demonios con la pérdida de su lugar de culto, acosaban a los cristianos que acudían a orar allí. Se le apareció un ángel a Cirilo y le dijo llevase a aquel sitio las reliquias de San Marcos Evangelista, y los santos mártires Ciro y Juan, para que los demonios huyesen definitivamente. Hizo esta solemne traslación el 28 de junio de 414. Tampoco fue suave con los judíos este santo Padre, aunque aquí no fue el primero en “dar”: Ese mismo año de 414, un grupo de judíos atacaron a unos cristianos indefensos. En represalia, Cirilo mandó apresar a los culpables y que fueran ejecutados la misma cantidad que de cristianos habían padecido la muerte (con lo que es de suponer que murieron judíos inocentes también). Se destruyeron sus sinagogas, se confiscaron las propiedades y se arrojó de la ciudad a aquellos que no se convirtieran al cristianismo. Hay que decir que el prefecto Orestes no las tenía todas con Cirilo e intentó que pagara por semejante desmán, pero más de 500 monjes de Nitria se presentaron de improviso en Alejandría para defender a su hermano de hábito. En medio de la tensión, uno de ellos, llamado Amonio, le rompió la cabeza a Orestes de una pedrada, fue apresado, torturado y finalmente muerto. Cirilo y los fieles, lo tomaron como un mártir de la defensa de la Iglesia, le honraron como mártir, haciéndole un gran entierro y venerando sus restos.
No tuvo encontronazos solo con los herejes Cirilo, sino con el mismo San Juan Crisóstomo (27 de enero, traslación de las reliquias a Constantinopla; 30 de enero, Synaxis de los Tres patriarcas: Juan Crisóstomo, Gregorio y Basilio; 13 de septiembre, muerte; 13 de noviembre, Iglesia oriental; 15 de diciembre consagración episcopal), con el que no las tenía todas ya desde la época de su tío Teófilo, que estaba enemistado a muerte con el Crisóstomo. En 403 Teófilo, acompañado por Cirilo, había logrado que Juan Crisóstomo fuera depuesto de su sede de Constantinopla. Después de muerto Crisóstomo (que es cuando dejan de molestar los santos), los obispos orientales reconocieron que se le había tratado injustamente y, como había mandado el papa San Inocencio I (12 de marzo), quisieron restituir su memoria. Pero Cirilo, en sus trece, argumentaba que Juan Crisóstomo había sido depuesto por un concilio legítimo, por lo que realmente había obrado mal y no era digno de ser tenido como santo. Y, dice "Flores del Carmelo", ocurrió un portento: Se le apareció San Juan Crisóstomo armado hasta los dientes con intenciones de castigarlo y echarlo de Alejandría, cuando la Virgen María bajó del cielo y le dijo al Crisóstomo que tuviera piedad de Cirilo, su "capellán", el cual sería en adelante devoto suyo y enmendaría su obstinación, poniéndose ella misma como fiadora. Y Cirilo cumplió, como no hacerlo, perteneciendo a la Orden de María (guiño carmelitano).
Cirilo y la Maternidad Divina:
Y, entrada en escena la Madre de Dios, toca hablar de la principal victoria de San Cirilo: el Concilio de Éfeso y la derrota, en gran medida, del nestorianismo. Muy brevemente: Nestorio era Patriarca de Constantinopla y comenzó a propagar la presencia de dos personas en Cristo: una humana y otra divina, separadas, negando la Encarnación de Dios en Cristo. El debate, aunque de tema cristológico, se centró en la maternidad de María, pues si solo era madre de la persona humana, no cabía llamarla Madre de Dios. Nestorio y Cirilo se engarzaron en una lucha nada honesta: Nestorio le difamó, le llamó hereje de cuantas herejías había; Cirilo le contestaba "y tú más". Hubo casos extremos: Nestonio mandó azotar o encarcelar a monjes que, por doquier y al llamado de Cirilo a defender a su Reina, proclamaban que era herejía negar la dignidad de Madre de Dios a María. Se celebraron algunos concilios y sínodos que no resolvieron nada y finalmente, el emperador Teodosio II convocó un Concilio en Éfeso en 431. Cirilo, que era "más listo que el hambre", comenzó las sesiones conciliares con los obispos que proclamaban como él, la Maternidad Divina de María. "Ya llegarán los demás", pensaría. Más aún, aún teniendo la doctrina verdadera, quiso asegurarse y sobornó al emperador para que sancionase su postura. Tampoco le hacía falta, pues el papa San Celestino I (27 de julio) y sus enviados eran partidarios de las dos naturalezas en una única persona divina: Cristo, por lo cual María, que es madre de la Persona, es, por tanto, Madre de Dios.
Aunque Cirilo había ganado, su deshonestidad no podía quedarse tal cual y fue encarcelado cuatro meses. Disuelto el Concilio, regresó a su sede, donde siguió luchando para que los seguidores de Nestorio aceptaran las decisiones conciliares. Desde la cárcel escribió su apología "Explicatium Duodecim Capitum", en la que explicaba su postura y denunciaba a Nestorio sin ambiguedades. Finalmente fue depuesto Nestorio, Cirilo liberado y la Madre de Dios proclamada como tal. Famosa es la imagen del pueblo clamando por la definición en honor de la Madre de Dios, y luego aclamando a los padres conciliares a la salida de la iglesia al lograrla, como narra el mismo Cirilo en una carta:
Era el 11 de octubre de 431, día que posteriormente se eligiría para celebrar la festividad de la Materninad Divina de María.
Luego del Concilio, regresó Cirilo a Alejandría y se dedicó a instruir a sus feligreses, a promover la devoción a la Virgen María, para lo cual, y por orden de la misma Reina del Cielo, edificó un monasterio femenino junto al Nilo, para lo cual trajo a Santa Sara (13 de julio) desde Jerusalén, como abadesa, y donde se santificarían otras santas monjas, como Santa Eufrasia (13 de marzo) o Santa Julia (17 de marzo).
Muerte, culto y veneración:
Siguió Cirilo peleando contra otros herejes, de menor calado. Escribió durísimamente contra Juliano el apóstata, vuelto a los dioses antiguos. Escribió numerosas homilías, tratados, cartas, comentarios a las Escrituras. Cirilo murió el 28 de enero de 444, y fue sepultado en Alejandría. En 734, sus reliquias fueron trasladadas a Roma, a la iglesia de Santa María "in Campo Marzio". Su memoria y escritos han sido custodiados tanto por la Iglesia latina, como las Orientales. La Orden del Carmen lo asoció a los suyos muy pronto, tanto por su primera vida monacal, como por su acendrada defensa de la Madre de Dios, aunque Baronio y los Bolandistas fueron muy críticos con este punto.
León XIII lo declaró Doctor de la Iglesia en 1883 y fijó su memoria el 9 de febrero. Los griegos lo celebran a 9 de junio, aunque los martirologios más venerables ponen su memoria a 28 de enero, día del tránsito y fecha que lo celebró la Orden Carmelita, que hoy ya no le tiene como santo propio. Luego de la reforma litúrgica, su memoria pasó al 27 de junio hasta hoy. En la iconografía carmelitana suele aparecer junto a San Cirilo de Jerusalén (18 de marzo) y a San Cirilo de Constantinopla (6 de marzo), formando trilogía, ataviados como carmelitas y como Doctores.
El caso Hypatia.
Mención aparte hago de este tema. En 415 ocurriría el linchamiento de la filósofa Hypatia, de la que mucho se ha fabulado, pues poco se sabe en realidad, víctima de una revuelta popular, no de una instigación de Cirilo. Con frecuencia se cargan las tintas sobre San Cirilo, haciéndole culpable directamente de su muerte, como si él mismo la hubiera rajado viva, cuando Sócrates Escolástico, el más cercano en el tiempo narra los hechos (narración más real que cualquier panfleto del XIX, o película innombrable del XXI), dice:
Es decir, Hypatia ni muere por ser feminista, ni por creerse mejor que los hombres, que "la admiraban sobremanera", ni por adelantada a su época, ni por no querer ser cristiana, ni por esto o por lo otro. De Hypatia nada se sabe, salvo su muerte, y probablemente de no ser por esta muerte violenta, ni habría pasado a la historia. Es falso que fuera tenida por bruja, esa acusación es del obispo Juan de Egipto, en el siglo VII, que narra el hecho como una victoria de la fe cristiana, ciertamente poniéndolo como una victoria de San Cirilo en su "crónica", que en realidad es un tipo de Historia Sagrada, donde los hechos históricos están supeditados a la fe y la moral del momento, todo es interpretado según la santidad de la fe cristiana, frente al avance del Islam. Y es a este a quien ¡contradicción! creen los propagadores de la "leyenda hypática".
Hypatia muere por una intriga de índole política, no por la instigación de los sermones antipaganos de San Cirilo, ni a manos de monjes de Cirilo, ni mucho menos. Se confunden momentos y hechos concretos; sabemos que Cirilo no fue un ángel, y no se las pensó en otros desmanes, pero este crimen no se le puede achacar a él, simplemente porque no hay la más mínima prueba, sino solo la suposición de que como su carácter y medios eran lamentables, pues necesariamente tuvo que estar detrás de esta muerte. El "oprobio" que cae sobre Cirilo no es la culpabilidad, sino la injusta acusación sobre su persona y todos los cristianos alejandrinos. ¿Que fueron cristianos quienes la mataron? Sí, pero ¿quién no era cristiano en una sociedad definida como cristiana casi en su totalidad, o al menos pujaba por serlo? Y, por si fuera poco, la primera lamentación pública sobre el crimen de Hipatia, es ¡el sermón pascual de 419 de San Cirilo! Quien acusó a Cirilo como instigador de esta muerte, fue el filósofo pagano Damascio, profesor de la Academia de Atenas hasta que el emperador Justiniano la cerró.
Las valoraciones pueden ser de diverso tipo en torno a la figura de San Cirilo, yo me quedo con una frase de San Pablo que nos puede dar luz: "Somos los impostores que dicen la verdad" (1ra Corintios 6).
Fuentes:
-"Nuevo Año Cristiano". Tomo 6. RAFAEL DEL OLMO, O.S.A, Editorial Edibesa, 2001.
-"Historia Ecclesiatica". Libro VI, capítulo 15.
-"Flores del Carmelo". FR. JOSÉ DE SANTA TERESA. Madrid, 1678.