San Sinforiano de Autun, mártir. 22 de agosto.
Fue este joven hijo de un senador de Autun llamado Fausto. Siendo cristiano, un día en que se procesionaba a la diosa Cibeles, Sinforiano se negó a rendirle homenaje alguno a la imagen. Además, ridiculizó a los que lo hacían, riéndose de que adoraran un trozo de mármol labrado. El pueblo se sublevó contra él y le llevaron ante Heraclio, el Gobernador de la provincia, que se encontraba en Autun a causa de la festividad. Heraclio le preguntó a Sinforiano por qué se negaba a arrodillarse ante la imagen de la diosa. "Soy cristiano" – respondió el joven – "y no adoro las imágenes de los dioses". Y añadió con sorna "Dame un martillo, y haré un pequeño trabajo con ella" Heraclio se sorprendió de su audacia y siendo la religión un asunto oficial, pensó que también podría ser un forastero rebelde contra el dominio romano. Preguntó de donde era y le respondieron que de allí mismo. Al saber que era de noble familia, dijo a Sinforiano "Te salvarás por tu nacimiento, y porque quizás no conozcas las órdenes del Emperador". Pero Sinforiano continuó su denuncia de la idolatría y fue golpeado con palos y enviado a prisión.
Dos días después fue llevado al tribunal y Heraclio le dijo: "Sería mejor que sirvieras a los dioses inmortales, así recibirías una propina del tesoro público y te daré un honorable cargo militar. Haré que los altares sean adornados con flores para que ofrezcas a los dioses el incienso que se les debe". Entonces Sinforiano volvió a la carga, predicó a Cristo y la necedad de adorar a los dioses. Finalmente Heraclio lo condenó la decapitación, sentencia que el joven recibió con alegría.
Una posterior redacción de las Actas, añaden un pasaje muy romántico y de gran patetismo: cuando llevaban al joven a las afueras a ser decapitado, su madre subió a las murallas de la ciudad y gritó a su hijo: "Hijo mío, acuérdate del Dios vivo, y sé valiente. Levanta tu corazón al cielo, y considera al que allí reina. No temas a la muerte que lleva a cierta vida." Podremos suponer que pudo haberle dicho eso su madre, pero desde otro sitio, pues en el siglo II Autun no tenía murallas. Esta misma redacción le hace discípulo de San Benigno de Dijon (1 de noviembre), apóstol de la Galia, adonde había sido enviado por San Policarpo de Esmirna (23 de febrero) para predicar el evangelio a los gentiles. Fausto, su mujer y Sinforiano habrían conformado la primera comunidad cristiana de Autun y una de las primeras de la Galia.
Volviendo a la historia: Sinforiano fue llevado al campo y decapitado, el 22 de agosto de 178. Su culto es antiguo y las Actas parecen auténticas. Su tumba fue venerada aún en tiempos de persecución y en el siglo V San Eufronio (3 de agosto) levantó allí una abadía, desde la cual se promovió el culto al santo. Esta abadía fue ampliada y embellecida en el medievo, respetando siempre la tumba primitiva y las veneradísimas reliquias del santo. Solo algunas reliquias menores fueron trasladadas a Würzburg, y la cabeza fue trasladada a la iglesia de San Pantaleón en la misma Autun, lo cual fue providencial cuando en 1570 los herejes hugonotes saquearon y profanaron la abadía. Arrojaron las santas reliquias al río, salvándose luego solo algunos huesecillos y la cabeza, porque no estaba allí.
Es patrono de niños, escolares y cetreros. Se le invoca contra la sequía y las mutilaciones.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo IX. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
A 22 de agosto además se celebra a:
San Hipólito, obispo y mártir.
Beato Bernardo de Offida, religioso capuchino.
San Timoteo de Roma, mártir.