Santa Isabel de Schönau, abadesa. 18 y 19 (en Limburg) de junio.

Isabel nació en 1129, en Bingen, la ciudad del célebre monasterio de San Ruperto (15 de mayo), foco de santidad, cultura y arte de la Edad Media. Desde niña fue enfermiza y e complexión débil. A los 12 años entró al monasterio benedictino de Schönau, que era mixto (monjes y monjas, por separado, las monjas sometidas a una priora y al abad). En 1147 profesó y con sobre los 23 años fue elegida priora, en 1157. Desde joven tuvo éxtasis, visiones y revelaciones. Todos los domingos y solemnidades tenía trances que solían durar horas y en los que tenía alguna revelación, que dictaba en latín, idioma que no conocía. Hidelin, el abad, le mandó que confiara a Egbert, hermano de Isabel, todas sus revelaciones, para que este las pusiera por escrito y las corrigiera. También escribió su vida, luego de fallecer Isabel, y se sospecha que en todo hay bastante de la pluma libre de Egbert, en medio de lo narrado por Isabel, como, por ejemplo: Isabel no pretendía contar sus revelaciones, pero un ángel fue quien la amenazó con un castigo muy grande si no las ponía por escrito. Como fuera, muy pronto estas revelaciones sobre el fin del mundo, el Juicio Final, el apocalipsis, la Asunción de María, se difundieron más allá del monasterio y la ciudad e influyeron en la piedad, la teología y la predicación durante siglos, directa o indirectamente.

Los relatos de Isabel sobre Santa Úrsula de Colonia (21 de octubre) fueron abundantes, floridos, detallistas y... seguramente falsos. Da muchos nombres, detalles de vestidos, lugares, personalidades, con un anacronismo evidente. Solo un ejemplo: jamás hubo un papa mártir, llamado San Ciriaco (21 de octubre), que abandonara el papado para ir (con Úrsula o sin Úrsula) al norte de Europa a evangelizar a los bárbaros. Un siglo más tarde, la historia se repetiría con el premonstratense San Hermann José de Steinfeld (7 de abril y 21 de mayo, traslación de las reliquias), que añade aún más detalles y nombres. Algunos se repiten y otros son diferentes. Ambos místicos recrean la trama, con subtramas individuales dentro de la leyenda y se convierten en grandes difusores de la devoción a las 11.000 vírgenes.

Pero no fue Isabel solo una monja mística, ni por ello estuvo alejada de la realidad, sino que era muy consciente de la necesidad de la reforma de la Iglesia, por lo que, como su amiga la Doctora Santa Hildegarda (17 de septiembre) escribió cartas durísimas a obispos, abades y religiosos prominentes, llamándoles a la conversión de costumbres, la piedad y a velar realmente por el rebaño encomendado. Y para ello no escatimó recursos, incluidas las amenazas con la ira divina y los castigos eternos que veía en sus revelaciones, preparados para los prelados díscolos.

No le fue fácil la vida a Isabel. Enferma, admirada y odiada, tenida como loca, hereje, endemoniada y falsa profetisa (circulaban algunas fechas del fin del mundo atribuidas a Isabel). Envidiada, tentada duramente contra la fe y la propia vida (con intentos de suicidio), depresiones, tiempos de tristeza suma... El 18 de junio de 1165, a los 36 años, falleció y desde entonces fue tenida por santa, aunque nunca fue beatificada ni canonizada. Fue sepultada fuera del monasterio, en la iglesia de San Florián de Schönau, donde se venera su cabeza, separada del cuerpo.

Una confusión habitual es ver a Isabel como monja de la Orden cisterciense, y el motivo es este: Había en la ciudad de tres monasterios. Uno de monjes cistercienses, fundado en 1135, otro de monjas cistercienses; y otro , mixto, de monjes y monjas benedictinos, fundados por Hidelin, el que mencionamos antes, en 1125. En este fue donde profesó Isabel. Ese monasterio desapareció con el tiempo, quedando el de las cistercienses, y los artistas no es que les importara mucho: ¿Que era monja en Schönau? Pues el monasterio que allí hay es de cistercienses, así que cisterciense será. Incluso en no pocos monasterios del Císter, aparece entre sus santos, como una más de la Orden.


-"Vidas de los Santos". Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
-"Diccionario de los santos, Volumen I". C. LEONARDI., A RICCARDI. y G. ZARRI. Ed. San Pablo. Madrid, 2000.
-"Los carismas en la Iglesia: teología e historia". DOMENICO GRASSO. Ed. Cristiandad. Madrid, 1984.