Beata Isabel de Hungría, o de Töss, virgen dominica. 30 de mayo.

Isabel nació sobre 1290, un par años antes o después y fue hija del rey Andrés III de Hungría y la reina Fenenna de Polonia. Su ascendiente más ilustre fue su tía abuela, Santa Isabel de Hungría (17 de noviembre), por quien llevó su nombre. En 1295 quedó huérfana de madre, que murió con solo 19 años. Su padre se casó 13 de febrero de 1296 con Inés de hija Habsburgo, heredera del duque Albrecht de Austria. En 1298 fue comprometida en matrimonio con el príncipe heredero de Bohemia, Wenceslao, por lo que aún niña fue llevada a la corte vienesa para ser educada por la familia de su futuro marido. En 1300 fue envenenada su abuela Tomasina Morosini, y en 1301 murió su padre, y durante el funeral, Isabel tuvo su primera visión: Vio su escudo, de la casa real de Àrpad, torcerse hasta caer. No entendía lo que significaba, pero la historia lo decía: la casa de su padre terminaba con la muerte de este, al no tener descendencia masculina.

Su madrastra se la llevó nuevamente a Viena, pues la beata Isabel era una herramienta valiosa para la sucesión del trono húngaro, herramienta que los Habsburgo planeaban utilizar. Sin embargo, tras el asesinato de Alberto I de Habsburgo, el padre de Inés, esta se recluyó en un convento en Köningsfelden en 1310, antes enviando a Isabel a las dominicas de Töss, Suiza, para darle un destino digno: ser religiosa, ya que quedaba lejos su posibilidad de gobernar, habiénsose roto su compromiso 5 años antes. Por el momento, porque unos años más tarde, siendo religiosa, la pretendió duque Enrique de Austria, sin que Isabel quisiera, ni la Iglesia diera la dispensa de votos.

En 1336 conoció al Beato Enrique Suso (23 de enero), también dominico y místico. Se hizo su discípula, adentrándose en el mundo de la ascesis, la contemplación y la meditación. Tuvieron una profunda amistad espiritual, se admiraban, aconsejaban y ayudaban mutuamente. La admiración que sentía Enrique por ella queda clara en estas palabras del religioso en su autobiografía:

"Por ese tiempo, tuvo el Siervo de la Sabiduría una hija espiritual, religiosa dominica, que vivía en un convento de clausura de cierta ciudad. Su nombre era Isabel Stegel, mujer de vida muy santa en lo exterior y de un espíritu angelical en lo interior. Su noble conversión, por la que su alma y su corazón se volcaron totalmente en Dios, fue tan fuerte, eficaz y vehemente, que inmediatamente dio la espalda a todas las cosas superfluas y a todas las vanidades, por las que muchos descuidan y malogran su propia salvación. Era tan intenso su deseo que ansiaba empaparse de enseñanzas espirituales con las que pudiera obtener una vida feliz y perfecta, único fin de sus desvelos. Por eso, anotaba diligentemente cualquier cosa que hubiese aprendido y que pudiera ayudar, tanto a ella misma como a otros, a adquirir las virtudes divinas. Imitaba a las laboriosas abejas, que recogen la dulce miel de toda clase de flores.

 

En aquel convento, donde vivía entre otras hermanas como espejo de todas las virtudes, a pesar de su débil salud, escribió un libro excelente que, entre otras cosas, trataba de la vida de las hermanas muertas de su santo y religioso modo conventual de vida, y de las maravillas que había hecho Dios en ellas. Estos escritos despiertan de un modo especial la piedad de los hombres de buen corazón".



Isabel fue una mujer culta, escribía y leía en germánico culto. Sabía música, canto, teología, aprendió latín para leer y escribir obras teológicas. La obra que nos ha quedado de ella es la que menciona Suso, sobre las religiosas que la precedieron. Murió el 6 de mayo de 1338, luego de años de enfermedad. Fue enterrada en el convento, su tumba fue profanada por los herejes calvinistas en el siglo XVI, perdiéndose las reliquias. Solo se conserva la lápida sepulcral en el museo de Landes, Zurich. En el siglo XV el monasterio agregó a su escudo de armas la doble cruz húngara, en especial veneración de su beata Isabel y su tía abuela la gran santa húngara. Igualmente en el siglo XV se escribe una “vita” de la Beata Isabel con amplios episodios legendarios, como que cada año rezaba 33000 avemarías (mil por cada año de Cristo), multiplicación de hostias, de comida, y otros.

Curiosamente, de su época monástica constan muchas religiosas como beatas: Adelaida Frauenberg, Ana Klingenau, Ana Mansaseller, Bárbara Liebenburg, Bárbara de Winterthur, Isabel Bächlin, Isabel Elgau, Isabel Metzi, Ida Sulz, Ida de Wetzikon, Juana de Schul, Catalina Blettlin, Lucía Schultheiss, Margarita Fink, Margarita de Hünikon, Margarita Willi, Margarita de Zúrich, Matilde de Klingenberg, Matilde Stans, y Eufemia de Münchwilen. Todas celebradas a 30 de mayo.

Fuentes:
- “Diccionario histórico de Suiza. Isabel de Hungría”. MARTINA WEHRLI-JOHNS.
-“Autobiografía espiritual”. ENRIQUE SUSO. Salamanca 2001.
.”Familia Dominicana. Vol. III: Estampas de místicos”. Salamanca, 1986.
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