Santa Hildelith de Barking, viuda y abadesa. 24 de marzo, 23 de septiembre y 22 de diciembre (dos traslaciones de las reliquias).
La principal referencia, y de donde toman todos los hagiógrafos para relatar la vida de esta santa, es la “Historia eclesiástica del pueblo de los anglos”, de San Beda el Venerable (25 de mayo). Una carta de San Bonifacio (5 de junio) al monasterio de Thanet, la alaba y cuenta alguna de sus experiencias místicas. Los martirologios anglicanos y galicanos también añaden datos, aunque muy genéricos y que, al parecer, son legendarios, como su ascendencia real, por ejemplo, que es algo que suele decirse de la mayoría de santos anglosajones.
Recogiendo historia y leyenda, podemos decir que fue una princesa anglosajona, hermana de los santos Elwin de Lindsey, obispo (29 de junio); Aldwyn de Peartney, abad; Edelhun y Egbert, monjes (los tres a 3 de mayo). Hildelith se casó muy joven y pronto enviudó. Deseosa de consagrarse a Dios, como en Inglaterra no había monasterios femeninos, cruzó a la actual Francia, donde entró a un monasterio, unos autores dicen que Chelles, otros que Faremoutiers. Podría ser caulquiera, pues ambas abadías fueron conocidas por albergar a jóvenes de la nobleza, se para consagrarse definitivamente, o para educarse.
Y aquí entra la historia, que, como dije, se puede leer en Beda. En el año 666, fue llamada por San Erkenwald de Chertsey (30 de abril) de vuelta a Inglaterra, para que ayudase a su hermana Santa Ethelburg (11 de octubre) en la dirección del monasterio que ambos habían fundado en Barking. Era un monasterio mixto, con una parte para monjes y otra para monjas, que compartían iglesia y en ocasiones la biblioteca, todos bajo la dirección de un abad (o una abadesa, como vimos en el artículo de Santa Gertrudis de Nivelles). Hildelith regresó a su tierra y aunque no fue nombrada abadesa, con su experiencia monástica pudo guiar a Ethelburg, hasta que esta murió en 676. Entonces fue nombrada abadesa.
En su mandato el monasterio se amplió con nuevos terrenos, se embelleció la iglesia y entraron varias jóvenes nobles, que trajeron donaciones de tierras y reliquias. Comenzó a relacionarse con santos obispos y misioneros, que instruían por cartas o memoriales a las religiosas. Entre ellos destaca San Aldhelm de Sherborne (25 de mayo), que escribió para ellas la carta “De Laude virginitatis”, un elogio a la vida monástica, y la virtud de la castidad, verdadera joya de la literatura monástica. Las llama “flores de la Iglesia”, “seguidoras de la doctrina de Cristo”, “perlas y joyas del paraíso”, etc. Y no es para menos, pues entre las mujeres que estuvieron bajo su custodia estuvo Santa Cuthburg (31 de agosto), reina de Northumbria y luego abadesa de Wimborne.
Hildelith fue abadesa durante 45 años, muriendo muy anciana, entre 712 y 725.
-"Vidas de los Santos". Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
-“The Oxford Dictionary of Saints”. DAVID HUGH FARMER. Oxford, 1998.
-“Compendio de Historia eclesiastica”. Fr. Giovanni Lorenzo Berti, OSA. Tomo II. Madrid 1781.
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