Santa María de Cervelló (1230-1290) fue la fundadora de la rama femenina de la Orden de la Merced y es invocada como patrona de los navegantes. Como los mercedarios y sus colaboradores trabajan en el mundo de las cárceles, cuenta a  veces con devotos y devotas entre la población encarcelada o que ha pasado por prisión, y también en las escuelas de las religiosas mercedarias.

María de Cervelló nació en el palacio de su familia, los condes de Cervelló, en la calle Moncada de Barcelona en 1230. Según la tradición, fue bautizada a los 7 días en un sarcófago romano que había contenido los restos de la mártir Santa Eulalia y se usaba como pila bautismal en la iglesia de Santa María del Mar.

Recibió una gran formación humana y cristiana. Acompañaba a sus padres al Hospital de Santa Eulalia, primer centro mercedario, para acoger y ayudar a pobres y rescatados. Ya de adolescente se trataba con San Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced, y con sus frailes que viajaban a tierras musulmanas para pagar rescates de prisioneros e intercambiarse por ellos. Pedro Nolasco murió cuando María tenía 15 años. Ella hizo voto de mantenerse virgen a los 17.

María tomó a al sacerdote mercedario Bernardo de Corbera como director espiritual y compañero en su acción caritativa. En 1260, cuando ella tenía 30 años, murió su padre, y María y su madre se volcaron en una vida más recogida en oración y obras de caridad.

Cinco años después, murió su madre y ella se consagró como la primera mujer mercedaria con estas palabras: “Yo, Sor María de Cervelló, prometo a Dios y a la Bienaventurada Virgen María de la Merced, virginidad, pobreza y obediencia y trabajar por la redención de los cautivos, haciendo lo que dispusiere nuestro Padre”.

Superiora y fundadora de las mercedarias

Se sumaron pronto a ella otras mujeres de la nobleza catalana: Eulalia Pinós, Isabel Berti, Colagia, Isabel de Guillén y María Requesens. Era una comunidad de "vida activa". Según las normas de 1274, cada una de ellas debía poseer suficientes bienes propios que le permitieran vivir convenientemente en su casa, y el resto de bienes debían dedicarse al fondo de rescate de cautivos. Ellas atendían a los enfermos en el hospital, en el templo y en el convento de los frailes mercedarios.

María de Cervelló destacó por su fe y amor, su caridad ardiente y su devoción a la Virgen de la Merced. Ya en vida muchos acudían a ella para pedir su oración, sobre todo ante negocios complicados y travesías en barco.

Murió el 19 de septiembre con 60 años. Inocencio XII ratificó su canonización en 1692 en virtud de su culto continuado durante siglos.

El cuerpo de María de Cervelló se mantiene incorrupto en su capilla de la Basílica de la Merced en Barcelona, y se venera a través de un cristal.

En 1291, en el capítulo general de los mercedarios en Lérida, dos mercedarios juraron haber visto a la santa un año antes de morir en su barco golpeado por las tormentas, viniendo en su auxilio y aplacando las aguas. Por eso a menudo se la representa con un barco en la mano y como patrona de navegantes.

Puede leer una versión más detallada de la vida y obra de esta santa aquí.