San Vicente de Paúl, cuya festividad celebra la Iglesia el 27 de septiembre, nació en 1581 en un pequeño pueblo de la Gascuña, en Francia, en una familia campesina. Viendo que el pequeño destacaba por su inteligencia, un benefactor le sufragó los estudios, de modo que pudo ordenarse sacerdote con tan solo 19 años. Cuatro después había concluido su licenciatura en Teología.
De esclavo a preceptor
Deseoso de ganarse la vida por sí mismo (había rechazado la herencia de su padre con ese objeto), abrió una escuela privada que no hizo más que cargarle de deudas. Para más pesares, durante un viaje de Marsella a Narbona su barco fue asaltado por unos piratas que lo hicieron esclavo y lo vendieron en Túnez, donde estuvo dos años. Pudo librarse y volver a Francia porque su tercer dueño se convirtió al cristianismo y lo emancipó.
En 1612, Vicente fue destinado a la parroquia de Clichy, cerca de París. Allí conoció al célebre cardenal Pierre de Bérulle (1575-1629), escritor espiritual que le guiaría durante una importante etapa de su vida. Él le recomendó para ser preceptor de los hijos de los marqueses de Gondi, Philippe Emmanuel y Françoise Marguérite quienes se revelarían decisivos para su obra porque la promovieron activamente personal y económicamente. Esa vida entre las personas más adineradas le hizo concebir la misión de entregarse a mejorar la condición de los más pobres. La marquesa de Gondi empezó financiándole cinco años de predicación y catequesis entre los campesinos.
Luego estuvo en la parroquia rural de Chastillon-le-Dombez. El éxito de una iniciativa suya de cuestación entre los vecinos para ayudar a una familia pobre y enferma le abrió los ojos sobre la necesidad de estructurar y organizar ese tipo de ayuda. Así, el 20 de agosto de 1617 se creó la primera célula de caridad, que creció mucho y recibió muy pronto la aprobación del obispo de Lyon.
Las Hijas de la Caridad y la Congregación de la Misión
En 1619 fue nombrado capellán general de las Galeras, de las que era responsable el marqués de Gondi. Su experiencia como esclavo en su juventud le hizo comprender la dureza de vida de aquellos hombres condenados a una vida que, según afirmó el propio santo, era "una verdadera imagen del infierno": "Os encontráis en la más absoluta indigencia; os creéis abandonados y rechazados por todos. Pero vuestro Padre de los Cielos os ama y os bendice", les decía. Logró importantes mejoras en las condiciones de vida de los galeotes.
En París continuó luego organizando a mujeres de alta posición que contribuían económicamente con Vicente: así nacieron las Damas de la Caridad, que en 1634 consiguieron abrir un hospital. En 1633, Monsieur Vincent -como era conocido-, de la mano de Santa Luisa de Marillac, fundó o una congregación femenina, las Hijas de la Caridad, partícipes de un apostolado activo basado en la cercanía y atención permanente a los más humildes.
San Vicente de Paúl con las Hijas de la Caridad.
Además de esta actividad, Vicente había empezado a predicar la Palabra de Dios en los pueblos. Muchos sacerdotes se unían a él, pero él detectó que necesitaban formación espiritual y una forma de vida común, con un rechazo a los oficios eclesiásticos más atractivos en beneficio de la asistencia a los más necesitados. En 1625, con el apoyo de los Gondi, creó la Congregación de la Misión, más tarde llamada la Congregación de los Lazaristas, por estar ubicada inicialmente en el convento de San Lázaro. Promovió entre los sacerdotes las "conferencias de los martes": encuentros en los que los sacerdotes compartían sus experiencias de apostolado activo y se reforzaban mutuamente para buscar la santidad. En vida de San Vicente se crearon 26 fundaciones dentro y fuera de Francia.
En La casa de los santos, Carlos Pujol señala que en la obra de Monsieur Vincent se unen dos misiones inseparables: la asistencia y la evangelización: "Esa caridad desinteresada, con su orden de prioridades -primero lo espiritual, luego todo lo demás-, informa las dos fundaciones de San Vicente y llena toda su labor de afanes de salvación que no son más que las bienaventuranzas puestas en práctica".
Todos vicentinos
Vicente, que fue amigo y confidente de San Francisco de Sales, murió en París el 27 de septiembre de 1660 a la edad de 79 años. Aunque no escribió ningún libro como tal, se conservan gran número de cartas y conferencias suyas de gran riqueza espiritual tanto para la Congregación de la Misión como para las Hijas de la Caridad como para cualquier cristiano, especialmente para aquellos llamados al servicio caritativo al prójimo. La recopilación más importantes de cartas y conferencias (14 volúmenes) la hizo el padre Pedro Coste, C.M. el siglo pasado y está publicada en varios idiomas, incluido en castellano: Saint Vincent de Paul. Correspondence. Entretiens. Documents Paris, 1920-1925 (traducción castellana en Sígueme, Salamanca, 1972-1986).
Sus congregaciones viven también la espiritualidad vicentina a través de las Regulae, reglas de vida basadas en la sencillez, la humildad, la mansedumbre, la mortificación, la caridad y el celo por la salvación de las almas. La Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad nacen de un mismo espíritu, aunque con matices propios ambas.
San Vicente de Paúl fue canonizado por Clemente XII en 1737, y en 1885 León XIII lo proclamó patrón de todas las Asociaciones de Caridad Católica. Entre ellas, la iniciativa seglar que lleva su nombre y se inspira en su obra, aun siendo autónoma: las Conferencias de San Vicente de Paúl fundadas por Federico Ozanam dos siglos después.