El cardenal australiano George Pell, considerado el "número 3" del organigrama vaticano por ser su responsable de finanzas, ha sido condenado por un tribunal de Melbourne, considerado culpable de haber abusado de dos muchachos del coro (que estaban los dos juntos), en la sacristía, durante una "ventana de 5 minutos" que habrían estado solos, justo después de una misa solemne de domingo de diciembre en la catedral de Melbourne.
Habría sucedido siendo él arzobispo recientemente llegado al cargo en 1996, estando aún revestido con los ropajes liturgicos, mientras su maestro de ceremonias, por lo general siempre a su lado, se ausentaba un instante (en vez de ayudarle con los ropajes) y confiando en que el sacristán de la catedral no entrara en la sacristía (se supone que un sacristán de catedral ayuda al arzobispo mientras está en la sacristía).
Para cualquier católico que haya acudido a una misa solemne con un obispo, que al finalizar suele estar rodeado de su equipo y asediado por gente que quiere saludar, la historia suena más que rara. O como dijo el abogado defensor: "Sólo un loco intentaría violar a dos chicos en una sacristía justo después de una misa solemne de domingo".
Toda la acusación se basa en sólo la declaración de uno de esos chicos (el otro murió por sobredosis en 2014 y nunca dijo nada sobre el tema).
Este único testigo y denunciante pide que no se dé a conocer su nombre ni identidad: ningún periodista le ha entrevistado, ni ha investigado su vida, motivaciones, etc...
Pell, conservador y peleón, se hizo muchos enemigos
Pell es conocidísimo en Australia: conservador declarado, antiguo deportista, de casi dos metros de alto, valiente, ha ido continuamente a debates, televisiones, radios, etc... a hablar de todo tipo de temas polémicos, defendiendo la ortodoxia de la iglesia, en defensa de la vida, el matrimonio, la familia, etc...
Su estilo desacomplejado, presencia frecuente en la prensa y firmeza de valores le convirtieron en el enemigo número uno de todos los grupos del país anticlericales, abortistas, antifamilia o directamente anticatólicos. Nadie en Australia desconoce a Pell, y todo el mundo tiene una opinión sobre él, a favor o en contra.
Después, como responsable de finanzas vaticano (el hombre elegido por el Papa Francisco para poner orden y hacer limpieza en los dineros vaticanos) ganó aún más enemigos.
Durante más de dos años, todos los australianos han sabido que Pell era juzgado por abusos sexuales, lo han visto en televisión rodeado de policías... y no han salido más testigos ni más acusaciones sustanciadas.
En abril, la juez Belinda Wallington descartó la mitad de las acusaciones contra Pell. Y ahora se ha sabido que otras acusaciones, supuestamente referidas a su etapa previa en la diócesis de Ballarat, como sacerdote, tampoco tienen sustancia ni llegan a ningún sitio.
Después de muchos años y mucha publicidad todo se centra en el testimonio de un solo acusador y la "ventana de cinco minutos" en la sacristía tras una misa solemne con un coro de 60 muchachos.
¡Ya ganó este mismo juicio una vez!
De hecho, ya en junio de 2018 el cardenal fue juzgado por este mismo caso y el jurado ciudadano decidió (según parece, por 10 votos contra 2) que Pell era inocente. Pero el tema se volvió a juzgar con otro jurado, Pell no quiso acudir a hablar personalmente al jurado y eso no gustó a los miembros del jurado, que lo declararon culpable el 11 de diciembre.
Pell va a recurrir la sentencia y se sigue declarando inocente, y sus abogados defensores creen que tiene muchas probabilidades de ganar el juicio con otro jurado o en un proceso de apelación.
Declaraciones de la defensa... y de la Santa Sede
La defensa ha publicado esta nota:
“El cardenal Pell siempre ha sostenido su inocencia y continúa haciéndolo. Se ha presentado un recurso contra su condena y esperará el resultado del proceso de apelación. Aunque al principio el cardenal afrontaba alegaciones de varios acusadores, todos los cargos excepto los del sujeto de la apelación se han retirado, descargado o no se han continuado. Él no hará declaraciones por ahora".
Por su parte, la Santa Sede también ha publicado una nota, manteniendo la situación del cardenal como hasta ahora, y pidiendo esperar al resultado del recurso de apelación. Esta es la nota:
"La Santa Sede se suma a lo declarado por el Presidente de la Conferencia Episcopal Australiana sobre tener en cuenta la sentencia de condena en primer grado a cargo del Cardenal George Pell. Es una noticia dolorosa que, lo sabemos bien, ha escandalizado a muchísimas personas, no solo en Australia. Como se ha afirmado en otras ocasiones, reiteramos el máximo respeto por las autoridades judiciales australianas. Esperamos ahora el resultado del recurso de apelación, recordando que el Cardenal Pell ha repetido su inocencia y tiene el derecho a defenderse hasta la última instancia. En espera del juicio definitivo, nos unimos a los obispos australianos en la oración por todas las víctimas de abusos, recalcando nuestro compromiso en hacer todo lo posible para que la Iglesia sea una casa segura para todos, especialmente para los niños y los más vulnerables".
"Para garantizar el curso de la justicia el Santo Padre ha confirmado las medidas de vigilancia ya dispuestas en lo referente al Cardenal George Pell por el Ordinario del lugar luego del regreso del Cardenal Pell a Australia. Es decir: en espera de la determinación definitiva de los hechos, al Cardenal Pell le está prohibido con carácter preventivo el ejercicio público del ministerio y, como es norma, el contacto de cualquier manera y forma con menores de edad", finaliza la nota vaticana.
El arzobispo Pell en 1996;
en julio de ese año fue nombrado arzobispo de Melbourne;
el denunciante dice que el ataque fue en diciembre de ese año
La Pellfobia y prácticas raras de la policía de Victoria
El portal católico conservador australiano MercatorNet recuerda que Pell ha sufrido una auténtica "Pellfobia" en Melbourne, donde plantó cara a muchos poderes fácticos. Además, señala que la Policía de Victoria podría no haber jugado limpio en la recopilación de datos y en el proceso, y de hecho ya fue condenada por el Tribunal Supremo australiano el pasado mes de diciembre por prácticas de mala voluntad y malicia en la recopilación de pruebas. También señala la campaña de la periodista Louise Milligan contra el cardenal, que sin duda influyó en el jurado.
Preguntas que el jurado debió examinar
El diario australiano The Age ha planteado algunas de las preguntas que hacen pensar en lo raro de las acusaciones:
- Tras una misa solemne, salió el cardenal y su séquito a las escaleras a saludar; de los 60 miembros del coro, dos se escabulleron a la sacristía a buscar vino de altar pero... nadie les vio hacerlo, nadie los echó de menos, nadie fue testigo...
- Un testigo del coro recuerda haber presentado a su madre al cardenal ese día, en las escaleras; el cardenal saludó a la gente... ¿de verdad tuvo tiempo de volver él solo a la sacristía y allí asaltar no a uno sino a dos muchacho a la vez?
- ¿Dónde estaba todo su equipo, el maestro de ceremonias Charles Portelli y el sacristán Max Potter? La acusación declara -pero no consigue probar- que hubo "una ventana de cinco minutos"... y Pell, como un loco, pese a que cualquiera podía entrar en la sacristía y había una multitud de personas en la catedral y todos le esperaban, se habría lanzado sobre ellos.