El pasado mes de diciembre, el Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales sentenció que los niños menores de 16 años no pueden dar un consentimiento informado a la administración de bloqueadores de la pubertad, y los mayores de 16 pero aún menores de edad solo pueden hacerlo con autorización judicial.
La sentencia venía motivada por la demanda de Keyra Bell, de 23 años, contra Tavistock, el centro británico especializado en "reasignaciones de género". Cuando tenía 17 años le inyectaron testosterona y le hicieron una doble mastectomía. Ahora, arrepentida, querría volver a su sexo biológico pero algunos de los cambios que se le hicieron son irreversibles. Considera que no se le advirtió ni se examinaron alternativas puramente psiquiátricas a su disforia de género.
El periódico convenció al tribunal
A finales de la semana pasada, el diario británico Daily Mail hizo públicos los informes médicos en los que se basó el tribunal para esta decisión.
"Hasta ahora, una orden del tribunal ha impedido que se haga público el testimonio de eminentes médicos", advierte el periódico: "Pero los abogados de The Mail on Sunday alegaron con éxito que había un interés público significativo en desvelar ese material".
Ese interés está relacionado con la explosión epidémica de casos de disforia de género tardía -se cree que en muchos casos inducida socialmente- que ha consternado al ejecutivo británico hasta el punto de frenar la ofensiva de hostigamiento LGTBI contra cualquiera que plantease objeciones a estos tratamientos.
Los datos son abrumadores: en una década, un crecimiento del 2496% en solicitudes de cambio de sexo en niños y adolescentes, mayoritariamente chicas.
Experimentando con niños vulnerables
Una de las que el diario califica como "declaraciones demoledoras" es la del profesor Chistopher Gillberg, psiquiatra infantil, quien considera que la prescripción de fármacos para bloquear la pubertad -primer paso de un tratamiento de género- es un escándalo equivalente a llevar a cabo "un experimento" con niños vulnerables.
El doctor Christopher Gillberg dirige un equipo de investigación en neuropsiquiatría en la universidad de Gotenburgo/Göteborg (Suecia).
"En mis años como médico, no puedo recordar un asunto de mayor importancia para la práctica de la medicina", afirma: "Hemos abandonado la práctica clínica basada en pruebas y, basándonos en una creencia, estamos utilizando en adolescentes y niños vulnerables medicaciones muy potentes que transforman su vida".
Los hechos que presentaron el doctor Gillberg y otros expertos ante el tribunal son los siguientes:
-Los fármacos bloqueadores de la pubertad pueden causar daños al cerebro del paciente y a su desarrollo óseo.
-Las clínicas animan a las niñas adolescentes que cambian su género a elegir a donantes de esperma para fecundar óvulos y congelarlos, señal de que consideran que la infertilidad puede ser una consecuencia irreversible del tratamiento.
-Los médicos no están advirtiendo de los riesgos de infertilidad que plantean los bloqueadores de la pubertad.
-Los niños que se arrepienten del tratamiento se ven a sí mismos como "atrapados" en cuerpos nuevos.
-Hay portales de internet que convencen a los chicos autistas de que son transgénero, cuando simplemente lo que tienen son "conflictos de identidad".
Menopausia a los 23 años
El tribunal también escuchó numeroso testimonios de chicas que declararon que los tratamientos de cambio de sexo habían arruinado su vida.
Como Lucy, quien declaró: "Estoy horrorizada de que, cuando me hicieron la histerectomía [extirpación del útero], no me advirtieran de la importancia de esos órganos. Ahora es demasiado tarde. Tengo 23 años y básicamente, estoy en la menopausia. No puedo comprender cómo los médicos permitieron que esto pasara".
Otra chica denunció que en la primera consulta con un médico privado en Londres, éste le dijo que no había que perder tiempo y ese mismo día le inyectó testosterona: "Es lo que yo quería", dijo, "pero ahora creo que era equivocado y que lo que realmente necesitaba es psicoterapia".
Clima intimidatorio contra los médicos
También la profesora Sophie Scott, del University College London, declaró en el tribunal que los bloqueadores de la pubertad inciden también en la "maduración cerebral" y exponen a los niños a "un importante riesgo de daño".
Por su parte, el profesor Stephen Levine, psiquiatra clínico en Cleveland (Ohio), cuestionó ante el tribunal que los adolescentes pudiesen comprender la enormidad del proceso "irreversible" de cambiar de sexo. Y añadió que la supresión de la pubertad es un tratamiento "experimental" y que no se ha determinado científicamente "que las inyecciones constituyan una intervención segura y efectiva a corto o largo plazo".
"No hay ningún otro ámbito de la medicina en el que intervenciones tan radicales sean ofrecidas a niños con un fundamento tan endeble", añadió, recordando sus efectos irreversibles de todo tipo.
El profesor Levine puso el dedo en la llaga de por qué está pasando esto ante el silencio de tantos profesionales: la aplicación de estos tratamientos tiene lugar "en un contexto tan tóxico y febril que las voces críticas y prudentes son acalladas por transfóbicas, generadoras de odio y partidarias de las terapias de conversión. Ese clima ha creado un entorno intimidatorio y hostil, cuyas consecuencias inevitables son el silencio y la aquiescencia. Somos los que, ya en el final de nuestras carreras, no tenemos nada que perder, quienes damos a conocer nuestras inquietudes".
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