El obispado de Menorca ha explicado, ante la polvareda mediática generada, por qué ha decidido apartar a Carme Mascaró, catequista de niños del Centro Sant Miquel en Ciudadela, después de que se haya casado con una persona de su mismo sexo.
La decisión del obispado ha provocado críticas y numerosas informaciones por lo que en un comunicado la diócesis ha explicado que “contraer matrimonio civil con una persona del mismo sexo supone públicamente no aceptar la enseñanza de la Iglesia acerca del matrimonio, lo cual, según nuestro parecer, aconseja que deje de enseñar la fe cristiana a los más jóvenes”.
Así se le comunicó personalmente. Pero además, en la nota recuerdan que “ser catequista es una misión que la Iglesia encomienda a determinadas personas para que, en su nombre, enseñen la fe que ella profesa. No existe un derecho previo a ser catequista. Corresponde a la Iglesia valorar las cualidades que ha de tener un catequista antes de confiarle o retirarle esta misión, sin que ello suponga discriminación ni exclusión”.
Y por ello, abogando por una “credibilidad” y “coherencia” desde el obispado de Menorca indican que “nos sentimos responsables de garantizar a los fieles que la doctrina impartida en nuestras catequesis se corresponde al pensar y sentir de la Iglesia. Los fieles tienen derecho a pedirnos que los catequistas estén bien formados y que sean coherentes con lo que enseñan”.
La diócesis de Menorca es una de las más pequeñas de España. Apenas tiene 90.000 fieles, 19 parroquias y no llega a los 30 sacerdotes
Este el comunicado íntegro publicado ante esta polémica:
En la comunidad eclesial, a medida que aumenta la responsabilidad de sus miembros se exige un grado mayor de compromiso. Además de poseer unas cualidades objetivas por parte de los que ejercen algún cargo, también se valora mucho la ejemplaridad de vida que ha de ser un referente claro para los demás.
Todos estamos llamados a la santidad y a vivir en comunión en el seno de la Iglesia, pero a la hora de incorporarse a una asociación o de ejercer algún cargo de mayor responsabilidad se pide un plus de credibilidad por parte la persona que ha de asumir una función específica, de manera que la misión que se le encomienda sea fructuosa y que la persona en concreto no pueda suscitar ningún tipo de escándalo en los fieles.
Nos situamos en el campo de la coherencia y de los principios; no de las penas ni de las exclusiones. Decir a una persona que no puede ser catequista o presidente de una cofradía, etc. no quiere decir que se consideren separados de la Iglesia, puesto que a pesar de sus circunstancias particulares siguen formando parte de la familia eclesial como bautizados y como tales pueden y deben participar.
En este contexto debe situarse la respuesta del Obispado de Menorca ante la noticia de que se ha pedido a una catequista del Centro Catequístico Sant Miquel, de Ciutadella, que deje de impartir catequesis tras haber contraído matrimonio civil.
Desde el Obispado valoramos muy positivamente la tarea que Carme Mascaró viene realizando tanto en el Centro de Sant Miquel como en Cáritas Diocesana, en la que está contratada como técnico. Respetamos, aunque no compartimos, su decisión de contraer matrimonio civil con otra persona del mismo sexo.
Pero en consonancia con lo expuesto más arriba vemos que nos situamos en el campo de la incoherencia, puesto que contraer matrimonio civil con una persona del mismo sexo supone públicamente no aceptar la enseñanza de la Iglesia acerca del matrimonio, lo cual, según nuestro parecer, aconseja que deje de enseñar la fe cristiana a los más jóvenes. Así se le ha hecho saber, primero a través de los responsables del centro y después personalmente.
Ser catequista es una misión que la Iglesia encomienda a determinadas personas para que, en su nombre, enseñen la fe que ella profesa. No existe un derecho previo a ser catequista. Corresponde a la Iglesia valorar las cualidades que ha de tener un catequista antes de confiarle o retirarle esta misión, sin que ello suponga discriminación ni exclusión.
En este mismo contexto de la credibilidad y de la coherencia, nos sentimos responsables de garantizar a los fieles que la doctrina impartida en nuestras catequesis se corresponde al pensar y sentir de la Iglesia. Los fieles tienen derecho a pedirnos que los catequistas estén bien formados y que sean coherentes con lo que enseñan.
Por otra parte, se le ha hecho saber a esta catequista que deseamos seguir contando con ella en las múltiples tareas que se desarrollan en el Centro Catequístico (teatro, coro, tiempo libre, etc.) y con todo aquello que no suponga enseñar la fe cristiana en nombre de la Iglesia.
Esperamos que esta nota contribuya a la clarificación de la situación y a estrechar los vínculos de comunión entre unos y otros en el seno de la Iglesia.
Ciutadella de Menorca, 26 de octubre de 2020.