Muchos se preguntan cómo en cuestión de pocas semanas, la actitud de unas monjas contemplativas burgalesas hacia Roma y las autoridades eclesiásticas ha podido pasar de ser de "contentas y agradecidas" el pasado 12 de abril a rubricar el abandono de la Iglesia Católica este 13 de mayo. Conforme pasan los días desde que la superiora, Sor Isabel de la Trinidad, se dirigió al arzobispo de Burgos, Mario Iceta -de quien todavía depende la comunidad-, comunicándole la decisión a través de una carta y un "Manifiesto Católico", se confirma el importante peso en la polémica de la "cuestión económica" que la superiora mencionaba en su carta.

En la misiva, sor Isabel de la Trinidad cuestionaba el "bloqueo" por parte de Roma para la venta de un inmueble en propiedad de las clarisas, su convento en Derio.

Esa es una parte de la explicación del conflicto que el sacerdote y confesor de las clarisas, Carlos García Llata, ha podido completar este 16 de mayo en declaraciones a El Mundo. Su conocimiento del caso es amplio, habiendo sido uno de los dos religiosos que el pasado domingo 12 de mayo recibió de una de las religiosas los mencionados documentos que comunicaban la ruptura.

Según habría confirmado Llata, todo comenzó cuando las clarisas de Belorado adquirieron de sus hermanas de Vitoria el monasterio de Orduña, para cuyo pago abonaron inicialmente 100.000 euros, con el compromiso de pagar a plazos los 1,2 millones restantes. Una cifra nada desdeñable que se sumó a un pasivo ya engrosado por la reparación del tejado de Orduña, encargada a una empresa constructora.

Llegado un momento, las religiosas trataron de hacer frente a su deuda mediante la venta de un inmueble en Derio (Vizcaya): el "bloqueo" que cuestiona Sor Isabel de la Trinidad en su misiva solo se debería, según el confesor de las religiosas, a que el precio de venta planteado por las clarisas era muy reducido.

La situación económica de las 16 religiosas que vivían entre Belorado -el grupo más numeroso- y Orduña fue tan asfixiante que la Diócesis de Vitoria también prestó dinero a las monjas. La estrategia del arzobispo Iceta de postergar la venta planteada por la abadesa multiplicó la angustia de las religiosas.

Dicha angustia llevaría años persiguiendo a las religiosas. Su situación de crisis económica se habría multiplicado durante la pandemia, debido al incremento del chocolate premium empleado por las religiosas para mantener sus productos de alta calidad.

El grupo de monjas tuvo un ligero respiro cuando una importante compañía de seguros les realizó un importante encargo. Sin embargo, este contrato puntual no aliviaba sus deudas estructurales.

"Se pasaban 24 horas en el obrador haciendo dulces para tener posibilidades de subsistencia económica", señala García Llata, testigo directo de los intentos de las monjas por subsistir a costa incluso de enormes sacrificios personales.

Según el confesor de las clarisas, estas se encontraban "muy agobiadas económicamente". Al punto de que "que haya aparecido un tercer interlocutor y que haya detrás grupos económicos importantes" no solo es posible, sino que "todo" da a entender que así se trata: con la crisis en uno de sus puntos álgidos, la aparición de Rojas como parte de uno de esos "grupos" puede tener mucho que explicar, según el confesor.

"Esto hace daño a la Iglesia, todos tenemos nuestra mochila pero nos anima la ilusión de ser fieles, leales, evangélicos. Que rompan de manera caricaturesca la comunión es causa de sufrimiento para todos", lamenta el confesor de las monjas que espera que todo se quede en un "mal sueño".

El obispo Iceta, en una detallada entrevista de este miércoles sobre los hechos concedida a Castilla y León Televisión. 

Sus hermanas: "Que vuelvan a lo que siempre han sido"

La Federación de Clarisas de Nuestra Señora de Arantzazu, representada por su presidenta, la hermana María Javier Soto, y la Provincia Franciscana de Arantzazu, dirigida por el franciscano, el hermano Joxe Mari Arregi, han emitido este mismo jueves un comunicado en el que, se dirige "a sus hermanas de Belorado" manifestando su "sorpresa y dolor" ante el desarrollo de los acontecimientos, "su dura  crítica a  la Iglesia y su Manifiesto Católico", al que se refieren como "un compendio de críticas infundadas e interpretaciones erróneas". 

La Federación de Clarisas también pide "perdón por todo el mal y daño" que conlleva la situación, a su juicio motivada "por una errónea decisión de  las hermanas de Belorado". Asimismo, ruegan a las hermanas "que reconsideren su postura, disciernan su doctrina de acuerdo a los modos franciscanos de comunión y fraternidad y con humildad franciscana vuelvan a lo que siempre han sido".

El comunicado concluye tendiendo la mano a las clarisas de Belorado, remarcando que "siempre" estarán dispuestas a "acogerlas" nuevamente en la familia, "de la que también ellas forman parte y de la que nunca debieron marchar".