January Littlejohn es madre de tres hijos, reside en Tallahassee (Florida) y durante años ha sido una voluntaria en la escuela de su hija de 13 años. Su confianza se quebró por completo cuando la adolescente le confesó haber pactado con el colegio, a sus espaldas, el comienzo de su "transición de género". Desde entonces, Littlejohn ha declarado la guerra legal al centro y alerta a los padres: "Si esperáis a que la ideología de género llegue a vuestras casas, será demasiado tarde. Debemos actuar".
"La ideología de género casi destruyó a mi familia". Con estas palabras, la madre de tres hijos describe el infernal proceso gestado a sus espaldas por el que su hija puede comenzar, protegida por la ley, su transición de género bajo el total desconocimiento de sus padres.
Todo comenzó antes de la pandemia, cuando el grupo de amigos de la adolescente "estaba obsesionado con cualquier cosa relacionada con el colectivo LGTBQ".
Su madre explica "que nunca había expresado confusión de género, se volvió socialmente retraída, ansiosa y deprimida" durante la pandemia, "al experimentar un profundo y repentino estrés".
Bajo sospecha
Al comenzar de nuevo las clases presenciales, Littlejohn acudió a una maestra para explicarle el incidente. "Le hicimos saber que no estábamos empleando el nombre y pronombres que quería, que no creíamos que fuese lo mejor para ella, que recibía asesoramiento psicológico para ayudarla a procesar lo que ocurría en su interior y que creía que lo que le pasaba estaba relacionado con su grupo de amigos", explica.
No tardó en saber que, sin quererlo, había cometido un gran error: aquella maestra era la defensora del colectivo LGTBQ en el campus.
"Dos semanas después, cuando la recogí, me dijo que se había reunido con tres trabajadores de la escuela para cambiar su nombre y lo divertido que le pareció que le preguntasen que baño prefería usar", relata: "Estaba en shock".
Cuando la madre llamó a la escuela, le dijeron que lo tratado con su hija estaba sujeto a confidencialidad y que la joven tenía que darle a sus padres su consentimiento expreso para ser notificados de lo tratado en las reuniones.
"Semanas después nos enseñaron el plan de apoyo para estudiantes transgénero que había firmado con la escuela: le permitieron cambiar su nombre, atendieron sus preferencias de servicios y baños y le dejaban elegir si quería compartir habitación con chicos o chicas en las excursiones", describe la madre, así como la posibilidad de engañar u ocultarles información sobre el tema.
Los padres, considerados enemigos
Entre las clausulas de los documentos, encontraron tres puntos que sintetizan lo que se aplica "en colegios de todo el estado" norteamericano y en cada vez más colegios de todo el mundo:
- Los padres no deben ser informados cuando sus hijos anuncien una identidad transgénero con el personal de la escuela.
- Los niños pueden elegir el baño que coincida con su identidad de género sin notificación a los padres
- Los niños tienen el derecho legal de ocultar a sus padres información sobre su identidad de género y los pasos tomados para afirmar esa identidad.
La pequeña de los Littlejohn, de 12 años, es la enésima víctima del lobby trans en la escuela, cuyas autoridades han fomentado su transición de género al margen y en contra de la voluntad de sus padres.
En su denuncia, describe lo ocurrido como "una mentira que está abriendo una peligrosa brecha entre padres e hijos", y que envía el mensaje de que "los padres son el enemigo y que los niños deben ser protegidos de sus padres y no por sus padres".
Es un proceso que, además, "es el primer paso hacia la transición médica, lo que incluye el uso de medicamentos experimentales, hormonas y cirugías con daños irreversibles a largo plazo como esterilidad y disfunción sexual".
Tras lo ocurrido, el matrimonio comenzó un proceso de investigación en la que descubrieron los múltiples conflictos previos asociados a la "disforia de inicio rápido" como son "la ansiedad, traumas previos, depresión o incluso autismo".
Por ello, la familia destaca que tanto con los programas escolares aplicados a su hija y a los miles de casos que se suceden cada día "se está poniendo a los niños en mayor riesgo de daños psicológicos y físicos".
Las nuevas arma de destrucción masiva
La madre "desearía que su situación fuese un caso aislado" pero es consciente de que es un problema de un alcance cada vez mayor y que afecta "a todo tipo de familias" por su penetración desde la escuela, "la zona cero para difundir este adoctrinamiento y contagio social".
Antes de concluir su relato, llamó a la acción de todos los padres y familias alentando a hablar el tema con sus hijos, investigar y formarse y conocer todos los tratamientos posibles, ya que "no es transfóbico investigar y estar informado o querer proteger a nuestros hijos de una ideología que puede resultar devastadora".
"Si esperáis a que la ideología de género llegue a vuestras casas será demasiado tarde, también para tener estas conversaciones con ellos", recomienda a las familias.
Los padres, en pie de guerra contra la escuela, han presentado una demanda federal contra la escuela convencidos de que "esto debe detenerse".
"Nuestra demanda se trata, en última instancia, de proteger los derechos de los padres para educar a sus hijos sin la interferencia del gobierno. Es mi trabajo proteger a mi hija y la escuela me ha quitado [ese deber y derecho]. Ha llegado el momento de recuperar nuestra patria potestad", concluye.