La mañana del pasado domingo 19 de febrero, los fieles de Los Ángeles amanecían consternados ante el asesinato de su obispo auxiliar. David O'Connell, conocido como "el pacificador" por su mediación en la resolución de conflictos entre los pandilleros y los representantes de las autoridades, apareció muerto en la madrugada del sábado con "al menos" una herida de bala. Conforme han comenzado la investigación, las fuentes policiales están ofreciendo una primera versión de los hechos de este asesinato en extrañas circunstancias.
El pasado lunes, durante la rueda de prensa convocada por el Departamento del Sheriff de Los Ángeles, se hizo público el arresto e identificación del principal sospechoso del asesinato.
Se trataría de Carlos Medina, un hombre de origen hispano de 65 años casado con la trabajadora doméstica del obispo asesinado.
A la espera de confirmar si la sacristana era empleada directa del obispo O'Connell o de la archidiócesis, el alguacil de policía Robert Luna confirmó que el sospechoso había trabajado anteriormente en la residencia del obispo, aunque expresó desconocer el motivo del asesinato.
Sin embargo, en los momentos previos a su detención, diversos testigos afirmaron escuchar a Medina hablar sobre lo sucedido.
El alguacil Robert Luna consuela al arzobispo José Gómez durante una conferencia de prensa en Los Ángeles el lunes 20 de febrero.
Decía que el obispo le debía dinero
Durante su búsqueda, los agentes recibieron información sobre la localización de Medina a menos de una hora del lugar de los hechos, en Hacienda Heights. El domingo por la noche, los detectives lograron hallar e identificar al sospechoso Carlos Medina, después de que un testigo denunciase a la policía su comportamiento "extraño e irracional", así como haber hecho "comentarios de que el obispo le debía dinero".
Al mismo tiempo, la policía halló imágenes de un vehículo SUV oscuro que se habría detenido cerca de la residencia del obispo por un breve espacio de tiempo, similar al coche de Medina.
Horas después, en la madrugada del lunes, los agentes supieron que el sospechoso se encontraba en su residencia, donde acudieron con una orden de arresto los detectives con la Oficina de Delitos Graves y Agentes de la Oficina de Ejecución Especial.
Tras negarse a entregarse durante horas, Medina salió de su domicilio y se entregó "sin más incidentes" alrededor de las 8:15 de la mañana (hora local).
Así fue el asesinato de David O'Connell.
Tras su detención, la policía obtuvo una orden de registro para acceder al domicilio, donde se hallaron dos armas de fuego y otras evidencias que lo relacionaban al crimen. Actualmente están siendo examinadas y probadas en un laboratorio criminalístico para determinar si se usaron para cometer el crimen.
Entre otras informaciones proporcionadas por Luna, se ha sabido que Medina no había trabajado en la residencia del obispo el día del asesinato. Tampoco su mujer, que según el alguacil está "cooperando por completo" en la investigación. En el lugar de los hechos no se hallaron evidencias de una "entrada forzada" o "robo" y tampoco se encontró ningún arma de fuego en la escena del crimen.
Un hombre de paz
El arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, también estuvo presente en la rueda de prensa. Visiblemente conmocionado, recordó cómo O'Connell sirvió a la ciudad durante más de 40 años "por su amor a Dios".
"Todos los días trabajó para mostrar compasión por los pobres, las personas sin hogar, los inmigrantes y todos los que viven en las periferias de la sociedad. Era un buen sacerdote, un buen obispo y un hombre de paz. Estamos muy tristes de perderlo", lamentó.
También mostraron su desconcierto autoridades locales como Janice Hahn e Ilda Solis –de la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles– o el senador Bob Archuleta. Todos ellos destacaron la relevancia que O’Connell tuvo en la comunidad ayudando a niños inmigrantes a entrar no solo a escuelas privadas católicas sino también a universidades.
"Él era la ayuda para los indefensos y la esperanza para los desesperados”, dijo Hahn.