Chile vive en el caos debido a los gravísimos disturbios que se están produciendo por todo el país durante las últimas semanas. Infraestructuras, medios de transporte público, empresas o fábricas han sido víctima de los violentos que intentan arrasar el país. Pero tampoco la Iglesia Católica se ha librado de estos ataques.
De hecho, la catedral de Valparaíso ha sido atacada ya en dos ocasiones en apenas una semana. Los radicales forzaron la entrada, irrumpieron en el templo, destrozaron los bancos y los sacaron a la calle para prenderlos fuego y hacer barricadas. Además, rompieron un bautisterio ubicado en la entrada e intentaron quemar la puerta.
Las autoridades evitaron daños mayores
El párroco de la Catedral de Valparaíso, el padre Dietrich Laurence, explicó que hubo más de doce bancos destrozados, cada una con un valor aproximado de un millón de pesos (más de 1.300 dólares).
En un comunicado, el obispado de Valparaíso ha dado las gracias a la Armada, los Carabineros así como a la comunidad parroquial y el personal del obispado que “pudieron impedir que los daños a personas y a las instalaciones del Templo fueran de mayor consideración”.
El papel de los católicos
El texto episcopal afirma que “esta dolorosa acción violenta nos urge a renovar la solidaridad con tantas personas que en estos días han perdido sus empleos y fuentes laborales por los saqueos e incendios, sobre todo en el centro de la ciudad de Valparaíso”. Además, cita al Papa Francisco, cuando dijo que “la violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa”.
La respuesta ante los hechos que se están produciendo estas semanas es que “las parroquias han llamado en estos días a recibir alimentos y otros enseres para ir en ayuda de los que se han quedado sin lo básico para su sustento diario”.
“Es tiempo de diálogo constructivo y de unidad de todos sin excepción desde la humildad y del sincero compromiso cotidiano por un Chile más justo y solidario en el ‘amor de Cristo que nos urge’”, agrega el comunicado de la diócesis de Valparaíso.
Por último, ante los disturbios y los ataques al templo recuerdan a San Juan Pablo II y su visita a Chile en 1987 cuando dejó tres frases de total actualidad: “No tengáis miedo de mirarlo a Él”; “Los pobres no pueden esperar”; y “El amor es más fuerte”.