Hay 2.000 páginas de juicio y horas de declaraciones, pero en el juicio contra el cardenal George Pell todo se basa en lo que declara una sola persona, el acusador, que tenía 13 años en diciembre de 1996. Su relato es que el cardenal, en vez de estar en la puerta de su nueva catedral saludando tras una misa solemne de domingo con todo el coro, se escabulló y, muy rápidamente, en la sacristía catedralicia y con la puerta abierta, completamente revestido con los ropajes litúrgicos episcopales, abrió por un lado sus ropajes (imposible, pues el alba sólo se puede alzar, no hacer a un lado) y cometió rápidos abusos contra él y contra otro adolescente cantante del coro (que murió en 2014 por sobredosis de drogas).
Pell fue considerado culpable por un jurado popular. Ahora, un tribunal de apelación de 3 jueces ha examinado el juicio. Los tres han coincidido en que no hay que anular el juicio por dos reclamaciones técnicas. Aunque no se invitó al cardenal a declararse culpable o inocente en una exposición final y tampoco se permitió una actuación en vivo representando los ropajes y los hechos, no es motivo suficiente para declarar nulo el proceso.
Pero han mostrado desacuerdo en el punto clave, sobre si el veredicto del jurado va más allá de "la duda razonable": por dos contra uno, se considera que el jurado lo hizo bien y que Pell seguirá en la cárcel en base al testimonio de su único acusador (desconocido para el público y la prensa, ya que guarda total anonimato).
Un juez ve poco convincente la acusación
Según explicó la juez Anne Ferguson, el juez Mark Weinberg consideró que las declaraciones del único acusador y testigo "contenían discrepancias, mostraban inadecuaciones y carecían del valor probatorio, por lo que eran causa de duda acerca de la culpabilidad"; además, consideraba el segundo incidente de abuso "enteramente implausible y bastante poco convincente".
Según el juez Mark Weinberg -resumió la jueza Ferguson- había un "cuerpo significativo de evidencia lógica y, a veces, impresionante, que sugería que el relato del acusador era, en un sentido realista, 'imposible de aceptar'".
Los jueces Maxwell y Ferguson (a la izquierda) ven creíble el relato del único testigo y acusador; el juez Weinberg (a la derecha) lo ve "implausible y poco convincente"
Pero la jueza Ferguson y el juez Chris Maxwell no estuvieron de acuerdo con Weinberg: "en otras palabras, esos jueces decidieron que no había nada en la evidencia del denunciante o en la evidencia de oportunidad, que signifique que el jurado debiera haber tenido una duda", dijo Ferguson.
"El juez Maxwell y yo aceptamos la presentación de la acusación que argumentaba que el demandante era un testigo convincente, que claramente no mentía ni fantaseaba y que era un testigo de la verdad", declaró la jueza Anne Ferguson en la lectura del fallo.
"Cada juez ha leído la transcripción del juicio, algunas partes varias veces", dijo la jueza Ferguson, refiriéndose a más de 2.000 páginas de documentación del juicio. También vieron vídeos con las declaraciones de 12 de los 24 testigos llamados a declarar al juicio. Pero esos testigos no habían visto nada de los hechos en sí: hablaban de temas como el contexto litúrgico y las vestimentas del día en que habrían pasado los hechos.
El cardenal escuchó la sentencia vestido de clérigo
Si no triunfa un recurso al Tribunal Supremo, el cardenal, de 78 años, tendrá que cumplir su pena de seis años de prisión, que le permitirá salir en libertad condicional en 2022.
La prensa australiana describió que el cardenal escuchó la sentencia con gesto estoico, vestido con ropa clerical, en vez del uniforme de prisión, flanqueado por 4 guardias de seguridad, pero sin esposar. En otras ocasiones, solía tomar notas en el banquillo. No lo hacía esta vez. Ha pasado ya 176 días en prisión, en confinamiento solitario "para protegerle". Las autoridades civiles no le permiten celebrar misa en prisión.
Katrina Lee, portavoz del cardenal, afirmó que "al tiempo que señala la decisión dividida por 2 a 1, el cardenal Pell mantiene su inocencia. Damos gracias a las muchas personas que le apoyan". En la sala había 26 periodistas acreditados. También estaba David Pell, hermano del cardenal, y el canciller de la arquidiócesis de Sydney, Chris Meaney.
El cardenal sigue declarándose inocente. En verano de 2017 dejó Roma y anunció su regreso a Australia para "limpiar su nombre", añadiendo que "la idea de abusos sexuales es aberrante para mí". Para asombro de muchos, un jurado popular lo condenó en base al relato de un único testigo.
Ahora, fallada la apelación, su única vía ahora sería llevar su caso al Tribunal Supremo en Canberra, y muchos consideran que sus posibilidades allí son escasas. Sus abogados han de decidirlo antes de 28 días.
La Santa Sede recuerda el derecho a apelar al Tribunal Supremo
Reafirmando su respeto por las autoridades judiciales australianas, como se declaró el 26 de febrero con ocasión de la sentencia en primera instancia, la Santa Sede – informa el Director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni – toma nota de la decisión de rechazar la apelación del Cardenal George Pell.
A la espera de conocer la evolución del proceso judicial, recuerda que el Cardenal siempre ha confirmado su inocencia. Y que tiene derecho a apelar ante el Tribunal Supremo. En esta ocasión, junto con la Iglesia de Australia, la Santa Sede confirma su cercanía a las víctimas de abusos sexuales y su compromiso, a través de las autoridades eclesiásticas competentes, de perseguir a los miembros del clero responsables de los mismos.
A finales de octubre de 2018 el Papa Francisco dejó de contar con el Cardenal Pell para su Consejo de Cardenales debido a su "avanzada edad". Posteriormente, a finales de febrero de 2019, el Director "ad interim" de la Oficina de Prensa, Alessandro Gisotti, confirmó que el mandato de cinco años del Cardenal Pell como Prefecto de la Secretaría para la Economía, comenzado en febrero de 2014, había concluido y que, por tanto, su servicio en el Vaticano había terminado.
Tras la decisión de este miércoles, el primer ministro australiano, Scott Morrison, anunció que a Pell se le retirará la condecoración de la Orden de Australia. Pero al contrario que en otros casos de jerarcas cuyos abusos sí quedaron firmemente probados, para la Iglesia George Pell sigue siendo un cardenal y un arzobispo, implicado en un proceso judicial.
Las inconsistencias de una acusación muy extraña
Las inconsistencias del relato
La declaración del sacristán y el maestro de ceremonias
Qué llevó al jurado a tomar esta decisión
El acusado que debe demostrar su inocencia