El canadiense Jordan Peterson, profesor de psicología en la Universidad de Toronto, se ha convertido en el hombre más temido para los académicos de izquierda radical, los seguidores de la ideología de género y el feminismo victimista.

Se hizo famoso en 2016 cuando anunció que se negaba a usar los pronombres transgénero o neutros (ReL lo contó ese año aquí), arriesgándose a multas y castigos por parte de su universidad y otras autoridades. Se echó a la calle en 2017 (ReL lo recogió aquí). Y ha terminado de hacerse viral al responder, con firmeza, aplomo y argumentación, en una dura entrevista con Cathy Newman en televisión, en Channel 4 News. (ReL lo recoge con subtítulos aquí). 

Es como el niño que dice que el Emperador de la Corrección política no lleva traje, que va desnudo. Su libro, 'Doce reglas para la vida', animando a alzarse, tomar control de uno mismo y evitar el lloriqueo victimista, es ya un superventas. 

"¿Cuán peligroso es el profesor de derechas Jordan B. Peterson?", se preguntan, preocupados, en este artículo de The Guardian, el diario inglés de izquierdas, equivalente a El País.  La respuesta de The Guardian es: muy peligroso, porque denuncia que la izquierda radical hace "marxismo cultural", es decir, en vez de buscar la lucha de clases la nueva izquierda radical busca otras luchas: de razas, de sexos...

Los expertos en The Guardian aseguran que el "marxismo cultural" no existe, piden no usar la expresión, dicen que creer en ello es "paranoia conspirativa", que ellos hacen "ciencia de verdad". Claro que en las cátedras de la asignatura de Comunismo Científico en la URSS también decían hacer "ciencia de verdad". 

Jordan Peterson ha llegado ahora a España, a las páginas de El Mundo, de la mano de Cayetana Álvarez de Toledo, periodista y ex-diputada del PP, muy decepcionada con esta formación. Ella somete al profesor a una larga y detallada entrevista, de la que destacamos algunos puntos (puede leerse la entrevista aquí). 



De la lucha de clases a la lucha de identidades
"El problema de la desigualdad no tiene una explicación simple. Las cosas son complejas. Y la izquierda debe asumir esa complejidad y, a partir de ahí, iniciar una profunda renovación intelectual. La izquierda de hoy es tan previsible. Está tan obsesionada con la identidad, la raza, el género, la victimización... Lleva más de 30 años de retraso intelectual", explica Peterson. 

"La constatación del fracaso del comunismo, de su criminalidad estructural, fue un shock para la izquierda. Sí, después de Solzhenitsyn [y su libro Archipiélago Gulag sobre los horrores soviéticos] ni los más dogmáticos, ¡ni los intelectuales franceses!, pudieron seguir justificando el comunismo. ¿Qué hicieron entonces Derrida y los posmodernos? Una maniobra tramposa y brillante. Sustituyeron el foco del debate: de la lucha de clases a la lucha de identidades".

Que haya jerarquías es natural
La ideología de género niega que el sexo venga dado por la naturaleza: cada uno puede elegir su género, insiste. Esta izquierda afirma que tampoco es natural que haya jerarquías, que es solo una imposición social artificial. Prácticamente no existe nada natural, dice la nueva izquierda. 

Peterson lo refuta. La jerarquía sí es algo natural. "Ya hace 350 millones de años las langostas vivían en jerarquías. Su sistema nervioso hace que aspiren a un estatus elevado. Los machos tratan de controlar el territorio y las hembras de seducir a los machos más fuertes y exitosos. Es una estrategia inteligente, que utilizan las hembras de distintas especies, incluida la humana. Existe un hilo de continuidad entre las estructuras sociales de los animales y los humanos. Nuestro cerebro tiene un mecanismo que opera a base de serotonina: cuanto más elevada nuestra posición en el grupo, emociones más positivas", afirma. 
 
Más aún, "la jerarquía es la solución evolutiva al problema de que muchos elementos del mismo tipo de una cosa convivan en un mismo lugar. Y hasta ahora no hemos dado con una alternativa. Si los posmodernos tuvieran razón, habría cientos de formas distintas de organizarse socialmente. Y no las hay". 

"La izquierda posmoderna y sus guerreras feministas han logrado imponer la idea de que la jerarquía es una construcción social del malvado y corrupto patriarcado occidental. Sepultan la biología bajo su ideología. Niegan la naturaleza para culpar al varón. Es absurdo", insiste.

La izquierda radical contra la naturaleza
"¿Por qué negar la biología?", pregunta Cayetana. "Por política", responde Peterson. "En el fondo, la obsesión de los posmodernos con el poder y las relaciones de dominio refleja sus ansias de poder y su afán de dominio. Niegan la biología porque la biología desmiente su idea de que las personas son de plastilina. Y ellos las quieren de plastilina para poder moldearlas. La existencia de la naturaleza imposibilita la ingeniería social".

¿Y qué pasa si no hay jerarquía ética? "Auschwitz. El Gulag. No podemos percibir el mundo sin una jerarquía ética. Lo demuestran la Psicología y la Biología, y lo saben hasta los ateos. Necesitamos un orden. Sin orden se impone el vacío ético y moral. El relativismo absoluto. El caos", afirma contundente.

"Hay una crisis de masculinidad"
¿Por qué el fracaso escolar es, sobre todo, un asunto masculino? (Véase aquí). En España dejan los estudios de secundaria un 35% de los varones, y solo un 22% de las mujeres (una diferencia del 50%... mucho más si contáramos solo la escuela pública). En todo Occidente hay síntomas parecidos.  

"Hay una crisis de la masculinidad. La 'tóxica masculinidad', dicen las feministas", denuncia Peterson. "Los chicos reciben de la sociedad moderna un mensaje devastador y paralizante. Primero, se les recrimina su agresividad, cuando es innata y esencial a su deseo de competir, de ganar, de ser activamente virtuosos. Luego se les dice que la sociedad es una tiranía falocéntrica corrupta de la que ellos, por supuesto, son culpables de origen por el mero hecho de ser hombres. Y finalmente se les advierte: «No se os ocurra intentar prosperar o avanzar, porque entonces además de culpables seréis cómplices activos de la tiranía feminicida». El resultado es que muchos varones, sobre todo jóvenes, tienen la moral por los suelos. Están empantanados, perdidos. No tienen rumbo ni objetivos".



"No,hazme tú un bocadillo a mí", dice el cartel

La monogamia es natural y beneficiosa
Explica que en un mundo donde siempre habrá "perdedores" (donde unos machos tenderán a acumular muchas hembras) es necesaria, lógica y buena la monogamia, "que está enraizada en la biología y reafirmada culturalmente. Para evitar que los hombres rechazados acaben desarrollando conductas antisociales. En las relaciones humanas también funciona el patrón de distribución de Pareto: pocos hombres acaparan buena parte de las oportunidades sexuales. Esto es malo para los chicos que no ligan, claro. Pero tampoco es bueno para las chicas. Se ve en los campus universitarios americanos más progres, donde en los últimos años se ha producido una caída notable en el número de estudiantes varones precisamente por la presión ideológica. Las probabilidades que tiene una chica de trabar algo parecido a una relación estable son ínfimas. Alguno pensará: "¡Qué suerte para los chicos, el sueño de todo adolescente!" Falso. Porque las relaciones de pareja se convierten en una secuencia infinita de ligues de una noche sin continuidad ni perspectiva ni utilidad en el medio o largo plazo. Es un juego degenerativo, que devalúa a los participantes de ambos lados".

¿Intentar feminizar a los hombres? Acaba dañando a las mujeres
"Hemos pasado de intentar convertir a las mujeres en hombres a intentar convertir a los hombres en mujeres. Y eso no conviene a ninguno de los dos sexos. Tampoco a las mujeres. Una mujer sensata no quiere un párvulo como pareja. Quiere un hombre. Y si es lista y competente, quiere un hombre incluso más listo y más competente que ella", avisa.



Inofensivo hipster con lacito rosa; no está claro si existen de verdad, pero es un modelo que se propone

"Las feministas radicales se equivocan ¡radicalmente! No distinguen entre un hombre competente y un déspota. Su pánico cerval a cualquier exhibición de habilidad masculina es revelador de una pésima experiencia personal. Dicen: "¡Arranquemos a los hombres sus garras y sus colmillos! ¡Socialicémoslos! ¡Hagámoslos blandos, flácidos y femeninos, porque así no podrán hacernos más daño!" Es una manera patológica de contemplar el mundo y las relaciones humanas. Y es también un grave error estratégico. Porque cuando anulas a un hombre, aumentas su amargura y su resentimiento. Lo conviertes en un ser inepto, atormentado, carente de sentido. Y las vidas sin sentido son desdichadas. Y el hombre anulado se enfada. Y entonces sí se vuelve agresivo. El despotismo de los débiles es mucho más peligroso que el despotismo de los fuertes".



La tercera película de 50 Sombras de Grey incluye hasta boda... o algo parecido

¿Hombres fofos? Y lo que vende es el sado de "50 sombras"
Peterson añade un ejemplo ilustrador: "Cuando las únicas virtudes sociales son lo fofo e inofensivo, la dureza y la dominación se vuelven fascinantes. Mire el fenómeno de Cincuenta sombras de Grey. Seis meses estuve riéndome cuando se publicó. Pensé: ¡Qué apropiado! La cultura entera arde en exigencias de que el hombre envaine las armas y el libro más vendido de la historia es una fantasía sadomasoquista. Es extraordinario. Freud estaría a la vez horrorizado y exultante". 

"No hay que ceder nunca el terreno semántico o perderás"
"No sé si se enteró del escándalo que provocó mi oposición a la ley C-16. La ley impone el uso de pronombres neutros para transexuales. En lugar de él, ella o ellos, palabras como ze, hir o zir. Yo dije, y repito, que no voy a usar esos términos. Primero, porque la imposición de palabras por ley es inaceptable y no tiene precedentes. Y, segundo, porque son neologismos creados por los neomarxistas para controlar el terreno semántico. Y no hay que ceder nunca el terreno semántico porque si lo haces, has perdido. Ahora, imagine que ya hubiésemos cedido. Que hubiésemos aceptado que una persona se define por su identidad colectiva, por cualquiera de sus fragmentos: género, raza, etnia, el que sea. ¿Qué pasaría? La narrativa opresor-oprimido se habría impuesto. Y los radicales de derechas dirían: "Vale, vamos a jugar el juego de la izquierda. Eso sí, nosotros no vamos a ser los culpables perdedores. Nosotros vamos a ser híperagresivos y vamos a ganar". Y entonces sí entraríamos en una lucha identitaria. En una guerra de sexos. En la polarización total. La izquierda cree que puede ganar arrojando toneladas de culpa sobre los presuntos opresores. Quizá lo consiga, pero yo no apostaría mi dinero".

Mujeres muy preparadas: problemas para tener pareja
Peterson explica también por qué a la generación de mujeres más preparadas de la historia les cuesta encontrar un padre estable para sus hijos



Las mujeres hipercompetentes, como las otras, buscan pareja de igual o mayor nivel socioeconómico... y eso cuesta mucho

"Cada hijo exige unos tres años de intensa dedicación. Es mucho tiempo. Y para una madre, causa objetiva de vulnerabilidad. ¿Qué hacen entonces las mujeres? Practican la hipergamia: buscan pareja en el mismo o superior nivel competencial que ellas. Hablemos claro: de igual o más capacidad socioeconómica que ellas. Esto ocurre en todas las culturas. Es una de las revelaciones más notables de la Biología y la Psicología evolutivas. Y en el caso de las mujeres hipercompetentes, es un problema. Cuanto más alto el coeficiente intelectual de una mujer, más baja la probabilidad de que encuentre una pareja estable. [...] En los últimos 15 años, el interés de las mujeres por el matrimonio ha subido muchísimo. En cambio el de los hombres se ha desplomado. Una pésima combinación".

La brecha salarial: daña a las personas amables
Peterson señala además que "lo que no existe es lo que llaman la brecha salarial 'de género'. Es decir, una brecha fruto de un prejuicio machista. Para que el argumento feminista funcione habría que asumir que el empresariado mundial es masoquista, tonto, suicida: "¡Ajá! Les pagamos menos y también las contratamos menos". Es absurdo. La realidad es que la diferencia salarial tiene unas 20 causas, de las que apenas una sería atribuible al prejuicio. La edad es una. La personalidad es otra, muy importante. Y la más importante son los intereses. Un dato contracorriente: las mujeres solteras de menos de 30 años cobran más que los hombres en esa misma franja de edad". 

"La personalidad: las personas agradables cobran menos que las personas desagradables. Les cuesta más pedir un aumento de sueldo. Triste pero cierto. Y resulta que, de media, las mujeres son más agradables que los hombres. Dato científico, eh. Esto produce un ligero sesgo a favor de los hombres, que no es fruto de ningún prejuicio machista; si acaso es una injusticia con las personas amables del sexo que sean. Finalmente, los intereses: a los hombres les interesan más las cosas y a las mujeres, las personas. Y las profesiones relacionadas con las cosas están mejor pagadas que las profesiones relacionadas con las personas. Ingeniero y enfermera. Banquero y maestra".

Hollywood y saber decir "no"
Preguntan a Peterson por la oleada de actrices que denuncian las presiones y abusos sexuales en la campaña #MeToo. 



Contra el acoso sexual, actrices vestidas de negro, escotes pronunciados, piernas al aire...

"Actrices vestidas de riguroso negro... Eso sí, de forma sexualmente provocadora... Hollywood, quejándose de manipulación sexual... ¡Hollywood, que se erigió literalmente sobre la manipulación sexual! Parece una broma". 

Después explica un fenómeno que ha estudiado como psicólogo. "Existe un fenómeno que he visto en mi consulta... A ver, esto podría causarme un problema... Algunas mujeres no saben decir que no. Son mujeres vulnerables o dañadas, que se exponen una y otra vez. Tienen relaciones anómalas, no sólo con los hombres. Una mujer está en casa. Llega el repartidor. Es amable y simpático. Y acaba teniendo con él una relación sexual que no supo cómo evitar y de la que al minuto se arrepiente gravemente. No es culpa suya. Ni del repartidor. Ni de nadie. Es un fenómeno más frecuente de lo que parece y en las universidades se agrava por el consumo de alcohol".

Contra la sobreprotección
"Su libro es un tratado de responsabilidad contra la cultura de la sobreprotección", le plantea Cayetana. 



"Es otro legado de la progresía: una generación de mimados y quejicas, cero preparados para encarar la vida. Esos padres edípicos, que hacen un pacto con su niño: "No nos abandonarás jamás y a cambio nosotros haremos todo por ti". Puro egoísmo envuelto en mimos. El resultado es que los niños crecen sin madurar. No tienen sentido de la responsabilidad. Son victimistas. Se vuelven inútiles y acaban resentidos".  

"Mi mensaje a los jóvenes es sencillo. Espabilad. Dejad de pudriros en casa. Dejad de quejaros y de culpar a los demás. Sed honrados, rectos y disciplinados. Haced algo útil. Asumid vuestra responsabilidad. Buscad sentido a la vida. Haced como las langostas: caminad erguidos con los hombros hacia atrás. Porque al mundo le sobran niños. Lo que necesita son hombres adultos".