Sus palabras han sonado a blasfemia, como en marzo de 2015, cuando Dolce y él se mostraron contrarios a la adopción por parejas del mismo sexo: "Nosotros, pareja gay, decimos no a las adopciones gay. Basta hijos de la química y úteros en alquiler. Los hijos deben tener un padre y una madre".
Stefano y Domenico sufrieron un ataque denigratorio a nivel mundial por respaldar los derechos del niño en caso de adopción. Foto: Reuters.
Pero ahora Stefano ha ido más lejos. Su afirmación de que la atracción por el mismo sexo no constituye una identidad la suscriben desde el psicoterapeuta ex homosexual Richard Cohen al psicólogo Joseph Nicolosi, denigrados por el establishment de la corrección política precisamente por ello.
Gabbana lo razona así: "No quiero ser llamado gay, porque soy un hombre. Me parece increíble que aún hoy se use ese término. Soy biológicamente un hombre: lo mismo vale para una mujer, que es una mujer, y punto, por encima de todo. La palabra gay fue inventada por quien tenía necesidad de etiquetar, y yo no quiero que se me identifique en base a mis opciones sexuales".
En esto coincide con Giorgio Armani, quien hace tres años sentenció: "Un hombre homosexual es un hombre al 100%. No tiene necesidad de vestirse de homosexual. No me gusta nada cuando la homosexualidad se exhibe en exceso, como diciendo: '¿Sabes? Soy homosexual'".
¿A quién quiere golpear con estas afirmaciones?, le pregunta Michela Proietti, del Corriere, a Stefano. "A quienes continúan identificando a las personas según sus gustos sexuales", responde el modista. Afirma que piensa así desde hace tiempo, pero que su convicción maduró hace un año: "Pensé que ser un personaje público podía ayudar a difundir una nueva cultura, ya no basada sobre los derechos gay, sino sobre los derechos humanos. Antes que gay, hetero o bisex, somos seres humanos".
"Clasificar", insiste, "solo crea problemas": "Cines gay, locales gay, cultura gay... ¿Pero de qué estamos hablando? El cine, los libros y la cultura son de todos".
Durante la entrevista, Gabbana hace un retrato de su infancia que en algunos puntos corrobora las tesis de Cohen o Nicolosi sobre cómo surge en algunos casos la atracción por el mismo sexo, y que se parece enormemente a los relatos de antiguos homosexuales como el mismo Cohen o el que fuera Mister Gay Italia, Luca di Tolve.
Habla, por ejemplo, de un padre afectivamente ausente de su vida ("Mi padre era una persona muy callada, durante un tiempo tuvo problemas de alcoholismo, que luego superó. Era un trabajador con turno de noche, de día yo iba al colegio y al oratorio: descubrí a mi padre cuando se jubiló"), una gran influencia del relato de su madre sobre la relación fracasada ("lo viví durante mucho tiempo a través de lo que me contaba mamá, quien obviamente no era una mujer feliz"), problemas en la relación con otros chicos de su edad ("no quería la compañía de nadie, porque me sentía distinto a los demás niños y temía que estando juntos se darían cuenta"), una transformación de esos sentimientos en pulsión sexual al llegar la adolescencia y primera juventud (a los 18 años tenía novia, pero un día fueron a bailar y se dio cuenta de que "miraba a los hombres más que a ella")...
Cuando le preguntan a Stefano si considera que el lobby gay es poderoso, lo confirma con rotundidad: "Es verdad y lo he experimentado en mi propia carne cuando estalló la polémica sobre las parejas del mismo sexo y la posibilidad de tener hijos. Los sitios que defienden los derechos de los homosexuales fueron los primeros en decirnos que dábamos asco. También por eso estoy contra el lobby".
Y el lobby ha reaccionado acusando un golpe que deja muy tocado "el fundamento" de su "existencia" y de su "lucha". Lo afirma, en un artículo muy sereno en la forma (lejos de la histeria que acompañó a la polémica de 2015) y que demuestra comprender el calado de la cuestión, Franco Grillini, uno de los más característicos representantes de ese lobby en Italia.
Grillini, de 62 años, es presidente honorario del buque insignia del movimiento homosexual italiano, Arcigay, del que fue co-fundador y que presidió entre 1987 y 1998. Fue comunista en su juventud y, reconvertido en socialdemócrata, diputado entre 2001 y 2008. En 1998 fundó Gay News, agencia de noticias especializada en temática LGTBI. Precisamente en Gay News respondió este jueves a la "bomba" lanzada por Gabbana diez días antes.
Y su posicionamiento es extraordinariamente valioso para entender la estrategia del movimiento LGTBI.
Grillini, por un lado, se muestra partidario de mantener a toda costa la denominación gay, y lamenta que esté empezando a desaparecer incluso de las celebraciones anuales del ahora llamado simplemente "Orgullo" (o Pride, en inglés)
Debe darse nombre a las cosas, dice, "porque, cuando no tenían un nombre, el movimiento y la misma cuestión homosexual sencillamente no existían". La palabra gay "es un medio fundamental para hacer visible la homosexualidad", añade: "Porque, guste o no guste, nosotros tenemos una religión civil, que es la de la visibilidad".
Por otro lado, distingue entre la "vieja guardia" del movimiento homosexual, anterior a la difusión de la ideología de género, y la generación que asume sus postulados: "Gabbana demuestra confundir identidad de género y orientación sexual. Es cierto que esa distinción es reciente. Una distinción debida a las culturas de la liberación sexual, al reconocimiento de las identidades, a los Gay Studies, al desarrollo de los estudios científicos en materia psicológica, a la militancia del colectivo LGTBI. El error es de grueso calibre porque, como todos sabemos, es lo que distinguía a la vieja guardia de las personas homosexuales en Italia".
De ahí la frase antes citada con la que Grillini concluye su artículo, que pone de manifiesto hasta qué punto es fundamental para el establishment del homosexualismo político-cultural que se identifique a las personas con su orientación sexual, a pesar de la inexistencia de cualquier dato objetivo, genético o psicológico, que justifique esa identificación: "Remando contra corriente y poniéndose objetivamente de parte de todos nuestros adversarios históricos, juegan [Gabbana y quienes piensan como él] con fuego. Se puede ser -y, en no pocos casos, se debe ser- crítico con el movimiento LGTBI, pero sin tocar jamás el fundamento de nuestra existencia y de nuestra lucha".
Viñeta de propaganda anticristiana homosexualista: discrepar del establishment LGTBI, aun siendo homosexual declarado como Gabbana, implica ponerse de parte de los "adversarios históricos" del lobby gay.
No pasa desapercibida la acusación de traición al disidente: el homosexual que discrepe de las directrices del establishment LGTBI se ha pasado "objetivamente" al campo enemigo, señala Grillini con el dedo.
La "identidad gay" es, pues, "intocable", porque es el "fundamento". La "visibilidad" tiene para el movimiento gay un valor de "religión civil": dogma sagrado, por decirlo de otra forma. Y la ideología de género se configura como una evolución del movimiento homosexualista con exigencias tan imperiosas que convierten en dinosaurios incluso a las viejas glorias del movimiento gay.
Las palabras de Gabbana valen menos por lo que dicen que por lo que han hecho decir a quienes le critican.