Hally O´Donnell, extécnico de StemExpress, empresa que recogía los fetos abortados de Planned Parenthood y los vendía a otros organismos, ha confesado que su compañía ofrecía bonificaciones y pluses para que obtuvieran todos los órganos y partes de bebés abortados que pudieran.
La extrabajadora de StemExpress ha admitido la existencia de estos incentivos, cuya cuantía dependía de las partes del cuerpo o los órganos que consiguiesen. Lo más preciados eran los cerebros, corazones, pulmones y ojos, que se vendían a un mayor precio.
Según recoge Prison Planet, los responsables instaban a los trabajadores a conseguir tanto cuanto pudiesen en el menor tiempo posible sin tener que preocuparse por la seguridad o los dilemas morales a los que se enfrentan las madres embarazadas.
En una circular interna, StemExpress dividía las partes de los fetos en tres categorías. La A, la más valiosa para ellos, eran los órganos principales, la B incluía partes del cuerpo como narices, lenguas y la C, sangre de la madre y del bebé.
O´Donnell agrega que siempre hubo una “presión máxima” para obtener órganos puesto que los jefes siempre recordaban que “no es una opción, es una obligación”.
Según los datos que han salido a la luz, StemExpress trabajaba junto a Planned Parenthood en las clínicas de California para extraer los órganos a los fetos para luego enviarlos por mensajería a centros de investigación.
En estos envíos, Planned Parenthood se lucraba, algo totalmente ilegal pues por una ley de 1993, los centros abortistas pueden transferir tejido fetal para investigación a un coste equivalente al que costó conseguirlo, pero no se permite vender con beneficio.
“La evidencia es abrumadora de que StemExpress y Planned Parenthood se dedican a un negocio conjunto con fines de lucro para vender fetos abortados en contra de la ley”, denuncia David Daleiden, presidente del C The Center for Medical Progress (Centro para el Progreso Médico), y responsable de los vídeos de cámara oculta que destaparon el escándalo.