Tras cuatro temporadas y multitud de referencias sexuales explícitas en una serie de dibujos animados de Netflix, Big Mouth, la organización profamilia Parents Television and Media Council (PTC) ha publicado un informe que califica la producción como “preparatoria para el abuso sexual”. Por ello, PTC ya ha iniciado medidas legales contra Netflix.
El documento recoge como la serie, especialmente la cuarta temporada, representa a los protagonistas de 12 y 13 años realizando actos sexuales explícitos. También hablan y realizan referencias de estos contenidos e incluso aparecen desnudos en un vestuario.
Una situación que pone en peligro a los menores y que, a juicio del PTC, es “alarmante” e innecesaria, ya que una programación no tiene por qué ser explícita para mostrar problemáticas típicas de la adolescencia.
“Series como The Wonder Years o Lizzie McGuire tuvieron éxito comercial y ambas eran series alegres, familiares y alentadoras, centrándose en las vidas de jóvenes que atravesaban los primeros momentos de la adolescencia. Incluso aun cuando el contenido de un programa dedicado a niños de 12 a 13 años no debe ser necesariamente apropiado para niños más pequeños, el contenido de Big Mouth es alarmante”.
El informe concluye que representar a niños desnudos solo puede tener “la intención de sorprender, excitar y complacer al espectador”, lo que lleva a la organización a afirmar que “este material encaja en la mayoría de definiciones de pornografía. En la medida en que se representa a estos niños, creemos que debe ser calificado como pornografía infantil”.
El informe recopila que, a lo largo de la serie, se han encontrado 190 referencias sexuales, así como 17 ocasiones de desnudez, la mayoría de menores, mostrando incluso los genitales y 4 ocasiones de sexo y violencia por minuto”. En total, “cerca de 1081 ocasiones en cuatro horas y media”.
Todo ello, destaca el documento, supone la utilización “de los niños para el entretenimiento de adultos”, de una forma que además “viola nuestra sensibilidad, especialmente cuando se denuncian agresiones sexuales por todo el mundo”.
“Es incomprensible como un estudio de Hollywood puede producir contenidos como un niño siendo sujetado mientras le introducen un pene en la boca”, cuestionan desde la organización.
Tim Winter, presidente de la organización profamilia, ha iniciado medidas legales contra Netflix y considera que es difícil de argumentar por qué diversas escenas de esta serie no deberían ser consideradas como contenidos pornográficos.
Amparándose en las palabras del juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos, Potter Stewart –“no sé definir qué es la pornografía, pero la reconozco cuando la veo”– Winter está convencido de que “Stewart vería esto y sabría que lo es”.
De hecho, basándose en la mayoría de definiciones de pornografía –“material sexual que tiene la intención de complacer o excitar” o “presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación”–, el directivo de PTC cree que Big Mouth es un claro ejemplo de ello. “Creo que el hecho de que se trate de niños involucrados en contenido pornográfico la convierte en pornografía infantil”.
No es la primera vez que Netflix tantea el límite de lo sugerente y lo sexual en torno a la infancia. Hace un año, la película Cuties, estrenada en la plataforma de vídeos, fue especialmente polémica por mostrar a niñas de 11 años en actitudes y bailes sugerentes.
Tal y como mencionaba la sinopsis original –más adelante corregida– Amy, la protagonista de 11 años, “fascinada ante la danza del twerking de un grupo de baile. Con la esperanza de unirse a ellos, empieza a explorar su feminidad desafiando las tradiciones de su familia”.
La película Desire, que mostraba a una niña de nueve años masturbándose, o Sex Education son otros ejemplos semejantes al caso de Big Mouth y que, a juicio de Winter, podrían dar a entender que Netflix está tratando de crear una tendencia en torno a la explotación sexual infantil.