En su ensayo La religión woke (Grasset), que ya es una referencia en el tema, Jean-François Braunstein, profesor emérito de Filosofía en la Sorbona y autor de La Filosofía se ha vuelto loca, publicado en español, describe, investiga y critica las tesis woke, ofreciéndonos un panorama muy completo.
Elisabeth Geffroy le ha entrevistado al respecto en La Nef (nº 357, abril 2023)
-¿En qué se parece el wokismo a una religión? En términos más generales, ¿cuál es el destino de la racionalidad?
-El término woke significa "despertar" y fue utilizado por primera vez por el movimiento Black Lives Matter para referirse a un despertar a la justicia social. Pero el término también tiene una fuerte dimensión religiosa. Los woke están "despiertos" a una nueva visión global del mundo, muy diferente de la nuestra.
»También recuerda a los "grandes despertares" protestantes estadounidenses de los siglos XVIII y XIX. Entre los woke, el equivalente del pecado original es el "privilegio blanco", pero es un pecado que no tiene perdón. Se trata de separar radicalmente lo puro de lo impuro, condenado como "racista" o "transfóbico". Tras la muerte de George Floyd, los woke han vuelto a los rituales de contrición, como la genuflexión y el lavado de pies a los negros, en reuniones multitudinarias, emotivas y entusiastas.
»Los woke son sectarios. Se niegan a debatir con sus oponentes, a los que ven como malvados. Durante la toma de la Universidad de Evergreen en 2017, uno de los estudiantes ordenó a uno de los profesores que dejara de argumentar, porque "la lógica es racista". La "cultura de la cancelación" quiere prohibir cualquier cosa de la cultura occidental que no se ajuste a las creencias woke. Los woke también son muy proselitistas, sobre todo en la educación primaria y secundaria.
»Lo más sorprendente es que esta religión se originó en las universidades occidentales, fundadas desde el siglo XIX sobre la herencia de la Ilustración: argumentación, libertad académica, racionalidad. Sin embargo, los woke son críticos decididos de valores de la Ilustración como el universalismo y la razón, pero también de la autonomía individual.
De Braunstein se ha publicado en español 'La filosofía se ha vuelto loca'.
-¿Podría explicarnos por qué el mundo que los woke construyen y quieren habitar es, en realidad, un mundo imaginario, y su pensamiento un pensamiento mágico que descarta la realidad?
-La ideología de género postula que lo que distingue lo masculino y lo femenino no es el cuerpo, sino la conciencia de ser hombre, mujer o lo que sea. Esta idea de que el cuerpo no es esencial recuerda a la herejía gnóstica, que explicaba que el cuerpo es el mal del que hay que liberarse.
»Por consiguiente, los defensores del género niegan la biología, pero también la evidencia de nuestros sentidos cuando nos piden que compartamos el sentimiento de alguien que cree ser de un género, cuando es claramente del otro. Los transactivistas nos piden -y piden a la sociedad al cambiar el registro de género con una simple declaración- que entremos en lo que la filósofa Kathleen Stock llama el "mundo imaginario" del género.
»Del mismo modo, para preservar la idea de que el género percibido prevalece sobre el cuerpo, hablan de que a las personas se les "asigna" el sexo masculino o femenino al nacer, como si la elección del sexo fuera arbitraria e impuesta. Planned Parenthood promueve este mundo de fantasía explicando que un hombre puede estar embarazado y que el pene no es un órgano sexual masculino. Las mujeres deben ser borradas porque recuerdan demasiado la diferencia de género.
»Este mundo imaginario del género es tanto más atractivo cuanto que está en total consonancia con el metaverso propuesto por las GAFAM [los gigantes tecnológicos: Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft], donde uno puede cambiar de género con un simple clic. La idea de que sea posible cambiar de cuerpo a voluntad evoca también las utopías transhumanistas. El compromiso de las GAFAM con estas teorías transgénero y transhumanistas agrava la amenaza de este mundo de fantasía.
-Usted escribe que "el problema es que se prefiere poner en peligro a la mayoría en beneficio de una ínfima minoría de activistas convencidos que se presentan como eternas víctimas". ¿Dice mucho esta frase sobre el wokismo?
-Me refería a las reivindicaciones de una minoría de activistas trans, en particular hombres que se "declaran" mujeres sin haber cambiado de sexo y pretenden participar en competiciones deportivas femeninas o ser recluidos en cárceles de mujeres. El resultado es que el deporte femenino estará totalmente dominado por estos hombres trans, y las reclusas sufrirán abusos por parte de estos mismos hombres trans.
»En términos más generales, huelga decir que presentarse como "víctima", aunque solo sea un "sentimiento" imposible de verificar, es un arma formidable. Basta con que una "víctima" se declare escandalizada para que sectores enteros de la cultura occidental queden cancelados. La censura, y sobre todo la autocensura, es la norma en las universidades, en los medios de comunicación y en las GAFAM, donde imperan los woke. Estas minorías militantes, organizadas y decididas, toman fácilmente el control de las universidades, o de asociaciones y sindicatos, como Planning familial o Sud Éducation.
Un debate sobre los peligros del wokismo celebrado el 1 de febrero en el Instituto Diderot, con motivo del libro de Braunstein. Las intervenciones previas y posteriores a la conferencia de Braunstein muestran la inquietud que despierta esta ideología incluso en ámbitos no cristianos de corte humanista o materialista.
-Usted habla de una "tarea deliberada de destrucción de la ciencia" por parte de los woke: ¿podría explicárnoslo?
-Estos ataques a la ciencia tienen su origen en la ideología de género, que denuncia la biología por que establece que solo hay dos sexos en la especie humana. Esta denuncia de la "biología machista" evoca el periodo estalinista, cuando Lyssenko oponía la "ciencia burguesa" a la "ciencia proletaria". Pero también se acusa a las matemáticas de "machistas" y "racistas" porque los matemáticos son en su mayoría hombres blancos, o de "colonialistas" porque se dice que el cálculo se utilizaba para contar esclavos en los barcos negreros.
»Puesto que la ciencia nació en Occidente, ahora debería ser sustituida por el "conocimiento indígena". Esto es lo que está ocurriendo ahora en la muy woke Nueva Zelanda, donde los mitos tradicionales maoríes se enseñan en las mismas aulas y sobre la misma base que la ciencia occidental.
»Los woke también han inventado una nueva epistemología que explica que todo conocimiento está "posicionado": la ciencia siempre se haría desde un determinado "punto de vista", el de los varones blancos occidentales dominantes. Por tanto, no existe el conocimiento objetivo. Para los woke, es necesario adoptar el punto de vista de los "dominados". La verdad ya no existe: no hay que buscar un "conocimiento más verdadero", sino adoptar siempre el "punto de vista de los dominados". Esta afirmación de que la verdad no existe es, por supuesto, contradictoria, ya que se presenta a sí misma como verdadera.
-Usted vincula parte del éxito woke a una generación más joven, más frágil psicológicamente y para lo que todo es motivo de "ofensa": ¿podría explicar este vínculo?
-Varios sociólogos han señalado que las generaciones Y (nacidos después de 1980) y Z (nacidos después del año 2000) son especialmente frágiles porque han sido educados lejos de cualquier riesgo por "padres helicóptero" que vigilan a sus hijos desde la distancia para evitarles cualquier disgusto. Para estas generaciones "mimadas" se han inventado en las universidades estadounidenses las trigger warnings [advertencias previas] cuando se estudian temas desestabilizadores, ya sea la Shoah con Primo Levi, la violación en Ovidio o el alcoholismo con Scott Fitzgerald. Esta sobreprotección aumenta la fragilidad psicológica de estas generaciones.
-A lo largo de su análisis insiste repetidamente en las nociones de sentido común y decencia corriente, y deposita grandes esperanzas en la resistencia de las clases trabajadoras y de los "trabajadores del mundo real" frente a los delirios descabellados de las clases intelectuales: ¿podría explicar por qué?
-La "gente corriente" es la más proclive a oponerse a los chiflados. Lo vemos en Estados Unidos, donde la mayoría de los padres ya no aceptan que se enseñe a sus hijos en la escuela primaria que pueden elegir su sexo o que son necesariamente racistas si son blancos y víctimas del racismo si son negros.
»Los que, desde el covid, son llamados "trabajadores del mundo real", saben que los cuerpos existen. No viven en el mundo virtual de las élites "intelectuales" conectadas. Ni los negros ni los latinos aceptan que se enseñe a sus hijos que serán necesariamente víctimas, como tampoco los blancos aceptan que sus hijos sean "sistémicamente" racistas. Ha comenzado una auténtica "guerra cultural" en torno a estas cuestiones y, sin duda, estará en el centro de las próximas elecciones presidenciales estadounidenses.
Traducido por Helena Faccia Serrano.