El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, defendió la semana pasada en Estados Unidos la titularidad de la catedral de Córdoba como propiedad de la diócesis, ante los intentos de expropiársela a la Iglesia. Partidos como PSOE, Izquierda Unida y Podemos, o las instituciones andaluzas que controlan, llevan a cabo desde hace años una sostenida campaña propagandística que intenta contrarrestar los hechos: tanto la Junta de Andalucía, como los tribunales de Justicia, como el el Ayuntamiento de Córdoba, como el cabildo catedralicio han establecido reiteradamente en Derecho la incontestable titularidad de la Iglesia.

Incluso el diario económico de referencia en el mundo, The Wall Street Journal, publicó el pasado viernes un artículo muy comprometido en favor de la posición de la Iglesia. En él su autora, Charlotte Allen, denuncia que esa campaña tiene un origen laicista que ha encontrado en los orígenes arquitectónicos árabes de la catedral una simple excusa, y utiliza además la creciente inmigración musulmana como aliada.


Charlotte Allen, en una reciente foto publicada en su cuenta de Twitter: @MeanCharlotte.

Allen, católica, es una historiadora medievalista formada en las universidades de Stanford y Harvard. Colabora habitualmente en medios como The Wall Street Journal, The New York Times, Los Angeles Times y The Washington Post, y en publicaciones como The New Republic y The Atlantic. Escribió en 1998 un libro notable, The Human Christ. The search of the historical Jesus  [El Cristo humano. La búsqueda del Jesús histórico], donde desvela cómo los intentos racionalistas por desmontar la verdad evangélica han estado guiados por la animadversión al cristianismo, más que por un espíritu científico de búsqueda de la verdad.



El artículo en defensa de la catedral de Córdoba se titula, significativamente titulado "The Spanish left yearns for the Deconquista", "La izquierda española suspira por la Deconquista", donde el prefijo De- ya sugiere la animadversión a la historia de España y a sus siete siglos de Reconquista cristiana como causa última del intento de expropiar el templo y que vuelva a ser mezquita.

Allen recuerda "la hostilidad hacia la Iglesia de los intelectuales españoles de izquierda", enriquecida con "nuevos aliados": "Los activistas musulmanes dentro y fuera de España son una sólida base electoral para la izquierda anticatólica".


“La Gran Mezquita de Córdoba”. Así es como denomina la Unesco (el brazo cultural de las Naciones Unidas) a la estructura de 2200 metros cuadrados del siglo X que cada año visitan 1,5 millones de turistas. En 1984 fue declarada Patrimonio de la Humanidad, y con todo derecho: el interior del edificio es un impresionante ejemplo de arquitectura árabe.
 
Sin embargo, esta “mezquita” es realmente la catedral de la diócesis católica de Córdoba. En 1236, el Rey Fernando III de Castilla conquistó Córdoba al califato almohade, y entonces consagró el edificio para uso cristiano. O más bien lo reconsagró, pues bajo la mezquita se encuentran las ruinas demolidas de una iglesia del siglo VI que construyeron los gobernantes visigodos españoles antes de la invasión musulmana de 711. Hoy, dentro de la mezquita se celebran misas y confesiones. La catedral ha sido un templo para culto cristiano muchos más siglos que templo islámico.


Restos de la basílica de San Vicente del siglo VI. Sobre su ubicación, y con material procedente del derribo de la basílica, se construyó parte de la posterior mezquita.

La discordancia que recibe a los turistas es resultado de más de doscientos años de hostilidad hacia la Iglesia de los intelectuales españoles de izquierda. Han utilizado la singular arquitectura de la catedral para descristianizarla en nombre de restaurar sus raíces históricas islámicas. Esta campaña laicista comenzó a principios del siglo XIX, pero ha recobrado ímpetu en los últimos veinte años. La reciente inmigración islámica a España ha ganado a los izquierdistas anticlericales nuevos aliados: musulmanes que piden rezar en su “Gran Mezquita”.
 
Pero eso exige arrebatar el edificio a la Iglesia católica. En 2013, una organización llamada Plataforma por la Mezquita-Catedral de Córdoba reunió más de 350.000 firmas con una petición de expropiación. Un año después, la coalición liderada por los socialistas que gobierna Andalucía, donde está Córdoba, acusó a la diócesis de “ocultar” la historia del monumento. En marzo el ayuntamiento difundió un documento donde alegaba que la diócesis no es la propietaria legal de la catedral. “La consagración religiosa no es, jurídicamente, un modo de adquirir la propiedad”, decía. Los verdaderos propietarios del lugar son "todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas del mundo pertenecientes a cualquier tiempo o época pasada, presente o venidera, sin distinción de pueblos, naciones, culturas o razas".
 
La diócesis teme que los izquierdistas puedan salirse con la suya. Para recabar apoyos entre los católicos estadounidenses, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández González, habló el 7 de junio en un encuentro organizado por el Centro para la Libertad Religiosa del Instituto Hudson.


Monseñor Demetrio Fernández, segundo por la izquierda, pronunció una conferencia de gran impacto en defensa de la catedral de Córdoba contra los intentos de expropiación por parte de la Administración.

Una expropiación abierta por parte del gobierno local “sería imposible”, me dijo el obispo Fernández antes de su intervención. Pero, como señalaba un informe de la Unión Europea sobre la controversia de la mezquita, la ley andaluza podría permitir la expropiación si un tribunal determinase que la diócesis no mantiene y conserva la propiedad de forma adecuada. El obispo añadió que ya ha conseguido el apoyo del Papa en caso de que tenga lugar una batalla legal sobre la propiedad.
 
Michele Lamprakos, historiadora de la arquitectura de la Universidad de Maryland, dejó claro en un artículo de 2016 en el diario Aggregate que durante la Reconquista los cristianos no se limitaron a colocar su propia parafernalia religiosa en una estructura islámica.

Trabajaron cuidadosamente para transformarla e hibridarla, añadiendo mampostería gótica y construyendo un transepto para que el edificio fuese cruciforme. También incorporaron cuidadosamente características árabes en sus planos. Si el interior parece hoy islámico es solo porque durante el siglo XIX los arquitectos laicistas arrancaron capas de estilos cristianos.


Michele Lamprakos, formada en Princeton, Harvard y el MIT (Massachusetts Institute of Technology), ha recordado que a finales del siglo XIX el liberalismo laicista, cuando declaró monumento nacional la catedral de Córdoba, le quitó elementos cristianos que se habían añadido a lo largo de la historia.

Se ha puesto de moda en la izquierda mirar románticamente el pasado islámico de España. Los católicos de la Reconquista son mirados como rudos fanáticos, mientras que el califato es presentado como un refugio de tolerancia y sabiduría donde judíos y cristianos (no importa su estatus de segunda clase) vivían puerta con puerta con los musulmanes en feliz convivencia [en español en el original]. Barack Obama llegó a citar a Andalucía como un ejemplo de la “orgullosa tradición de tolerancia” durante su alocución en El Cairo en 2009.
 
La población musulmana española casi se ha doblado desde 2007, de aproximadamente 1 millón hasta 1,9 millones. Los musulmanes, que ahora constituyen el 4% de la población del país, viven mayoritariamente en la franja mediterránea y Andalucía.
 
Desde principios del año 2000 empezaron a presionar para intentar compartir la catedral de Córdoba como lugar de culto. En 2010, dos turistas musulmanes, que formaban parte de un grupo de turistas austriacos y se habían arrodillado sobre el suelo de la catedral, fueron detenidos tras un altercado en el que resultaron heridos de consideración los guardas de seguridad que intentaron desalojarles. Los activistas musulmanes dentro y fuera de España son una sólida base electoral para la izquierda anticatólica.
 
En última instancia, es un asunto de libertad religiosa: ¿puede un gobierno confiscar la propiedad de una iglesia que la ha mantenido y cuidado durante casi ochocientos años? La respuesta indicará hacia dónde se dirige el creciente laicismo español. Cualquiera a quien le importe la libertad religiosa debería seguir de cerca el asunto de Córdoba.