Una foto de un cura en misa con una metralleta al hombro, ayudado de dos monaguillas, ha saltado con rapidez por redes sociales en árabe y luego en otros idiomas.

Algunos medios de comunicación han interpretado, no se sabe muy bien por qué, que se trataba de un cura en Siria que temía que su iglesia fuera asaltada.

Otros han pensado en las escenas bíblicas de Nehemías 4,17-18, cuando "tanto los que reconstruían la muralla como los que acarreaban los materiales hacían su trabajo con una mano y con la otra sostenían un arma", una simbología que el nacionalismo en Israel usa con frecuencia, especialmente con el servicio militar, cuando los jóvenes reclutas van con arma y uniforme (pero sin munición) por las calles, mercados, etc...

Algunos han pensado que era una forma de homenajear a los soldados, o de reclamar que los civiles tengan armas de fuego para proteger a los cristianos. Otros en redes sociales han criticado que parezca fomentarse la violencia y el armamentismo en Navidad, tiempos de paz y concordia.

La foto no llega desde Siria, es de una parroquia cerca de Beirut, Líbano, y ha inducido a muchas confusiones; su diócesis ha regañado al cura por su imprudencia.

Hay quien teme, con razón, que la foto la puedan usar enemigos de los cristianos en países en conflicto para divulgar el bulo de que los sacerdotes usan armas o animan a los feligreses a armarse por su cuenta. En España muchas veces se usó una foto de seminaristas con fusiles que hacían el servicio militar obligatorio en los años 20 presentada falsamente como sacerdotes entrenándose en usar armas para la guerra en 1936.

La realidad detrás de la foto de la metralleta la ha tenido que explicar la archieparquía de Antelias, un arzobispado católico de rito maronita (antioqueno) que no está en Siria, sino en los alrededores de Beirut, la capital de Líbano. Cuenta con un centenar de parroquias y unos 280.000 fieles, pastoreados por el archieparca (arzobispo) Antoine Farès Bounajem. El arzobispado ha emitido un comunicado de prensa que ha difundido la prensa libanesa, como el Daily Beirut, además de las redes sociales diocesanas.

Mensaje de la arquidiócesis de Antelias, Líbano

Se difundió en las redes sociales la noticia de que un sacerdote de la parroquia de San Marón, Mazraat Yashua al-Matneyya, afiliado a la diócesis maronita de Antelias, mientras celebraba la Misa de Medianoche, en Navidad, portaba un arma militar sobre sus vestimentas sacerdotales, lo que generó confusión y muchas especulaciones.

La diócesis maronita de Antelias desea aclarar lo siguiente:

En primer lugar, la diócesis no está de acuerdo con el método adoptado por el sacerdote y le ha enviado una advertencia por escrito para que no repita estos asuntos.

Se ha de saber que la diócesis sí está de acuerdo con el contenido del sermón por ser coherente con la enseñanza de la Iglesia y sus directrices espirituales y pastorales.

En segundo lugar, lo que hizo el sacerdote no fue más que parte de una escena que utilizó en su sermón en la que enfatizó que el arma del creyente es la cruz. El citado sacerdote arrojó el arma delante de los creyentes, llamándolos a desechar todas las armas que destruyen a los demás y a aferrarse a la única arma, que es la cruz, arma del amor y del perdón.

En tercer y último lugar, la diócesis espera que esta cuestión no tenga dimensiones sectarias y que no sea aprovechada por algunos para incitar luchas sectarias y odio, especialmente a la luz de la atmósfera tensa que vivimos y las circunstancias excepcionales que vive nuestro amado país, Líbano, está pasando.

El contexto: una tregua fragilísima

Israel ha ocupado militarmente parte del sur del Líbano que estaba bajo control de la milicia chií Hezbolá. Hace un mes se pactó una frágil tregua, con Naciones Unidas y el Ejército libanés como garantes, pero ambas partes en conflicto han realizado algunas acciones militares, ataques y bombardeos, sin que la tregua llegue a romperse del todo.

En este contexto, una foto de un cura con un arma al hombro puede malinterpretarse como un llamado a que los cristianos se sumen a los combates, cuando su intención es precisamente la contraria: evitar combates y disparos y lograr acuerdos de paz.