La ley ha sido promovida por los liberales del partido del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, al que pertenece la gobernadora de Ontario, Kathleen Wynne. La propia normativa reconoce que los “cambios principales se hacen en la terminología”. En este caso consiste en la introducción de los elementos de la ideología de género, lo que puede tener graves consecuencias tanto en familias que pretendan adoptar como en aquellas con hijos, pues ya existe un mecanismo legal con el que los servicios sociales les podrían retirar la custodia en caso de no seguir los postulados de la ideología de género.
El espíritu de la Ley 89 queda complemente reflejado en las declaraciones del ministro de Infancia y Juventud de este estado, Michael Coteau, responsable de la ley. En su presentación de la normativa habló del conflicto que se puede dar en una familia en la que un niño o adolescente se declarara LGT B y los padres no le sigan la corriente o favorezcan esta situación.
“Yo consideraría una forma de abuso cuando un niño se identifica con un género y un padre le dice que no, que tiene que hacer esto de manera diferente”, aseguraba Coteau. Y añadía la clave: “por lo tanto, si hablamos de abuso, y si está dentro de la ley, un niño puede ser retirado de ese ambiente y situarlo bajo una protección donde se detenga ese abuso”.
Michael Coteau es el responsable de esta ley y ya ha dejado claro en sus declaraciones lo que considera un "abuso" por parte de los padres
De este modo, esta ley contradice la literatura científica que asegura que por ejemplo en los casos en los que un niño o una niña se identifican en el sexo opuesto, entre el 75 y 95% de ellos acepta su sexo biológico una vez pasada la pubertad. Pero con esta normativa se puede perseguir a los padres que impidan a sus hijos someterse a programas de hormonas para cambiar su identidad.
La voz del menor puede tener más valor que la de los padres en asuntos relacionados con la ideología de género. La nueva ley asegura que “los asuntos a ser considerados a la hora de determinar los mejores intereses para el niño cambian” por lo que “los puntos de vista y los deseos del niño se tendrán en cuenta en función de la edad y madurez”.
Por lo tanto, los servicios sociales podrían dar la razón por ley a un niño de 8 años que dice sentirse niña aunque los padres quieren proporcionarle una educación en la que se respete su sexo biológico, permaneciendo la opinión del niño a la de sus padres.
En esta nueva ley se añaden tanto la “identidad de género” como la “expresión de género” como elementos a considerar y a tener en cuenta para el “interés del niño” mientras que se elimina la “fe religiosa” en la que los padres han educado al niño.
De este modo, establece como elementos a considerar “la raza, ascendencia del niño, lugar de origen, color, origen étnico, nacionalidad, diversidad familiar, discapacidad, credo, sexo, orientación sexual, identidad de género y expresión de género”.
Los padres podrían perder la custodia de su hijo si se oponen a que éste quiera cambiar de sexo
Estos elementos puede impedir a familias adoptar un niño y a los que ya los tienen se exponen a vulnerar elementos claves para la ley como la “identidad de género”, lo que podría hacer a las autoridades tomar cartas en el asunto.
De hecho, la ley aprobada con la única posición de los diputados conservadores establece que si un niño “está en riesgo de sufrir” daño mental o emocional y sus padres no le proporcionan “un tratamiento o acceso al tratamiento” para evitarlo el menor estaría en necesidad de ser protegido por el Estado.
Por ello, la nueva ley permite a las agencias gubernamentales negar la adopción o acogimiento a las familias que discrepen con algunos de los puntos antes mencionados, como pueden ser los relacionados con la ideología de género.
Jack Fonseca, de la Compaign Life Coalition, alerta de que “con la aprobación de la ley 89 hemos entrado en una era de poder totalitario por parte del Estado como nunca vimos antes en la historia de Canadá”.
Además, advierte a los cristianos de que “es una grave amenaza para los cristianos y para todas las personas de fe que tienen hijos o que mantienen la esperanza de aumentar su familia mediante la adopción”.
La situación que puede generar esta ley recuerda a la novela La última escapada (Libros Libres), de Michael O´Brien, ya profética, en la que unos padres se niegan a que sus hijos sean adoctrinados por el Estado en un régimen aparentemente democrático y decide huir con ellos antes de ser alcanzados por este "totalitarismo amable". Así puede convertirse la Canadá de hoy.