El ayuntamiento de Solsona, el de Cervera, los lobbies gays, la CUP de Lérida y sus diputados en el Parlament y la consellera catalana de "Familia" han arremetido contra el obispo de Solsona, Xavier Novell, por plantear este domingo, en su carta dominical, una simple pregunta: "Me pregunto si el fenómeno creciente de la confusión en la orientación sexual de muchos chicos adolescentes no se debe a que en la cultura occidental la figura del padre estaría simbólicamente ausente, desviada, desvanecida, hasta la virilidad estaría cuestionada".
Algunos de los enfadados ya le tenían tirria de hace tiempo. Por ejemplo, el alcalde de Cervera, Ramon Royes (ex-CiU, hoy PdeCat), ha anunciado que, por estas declaraciones, llevará al pleno municipal una moción para declarar al obispo persona non grata en esta ciudad de 9.000 habitantes... cuyo grosero aquelarre de cada final de agosto es criticado por el obispo y asociaciones como E-Cristians por su promoción del esoterismo, el engaño paracientífico y la parafernalia sexual (con un pene gigante que eyacula espuma sobre los asistentes, actores como brujos y machos cabríos, etc...). El alcalde de Cervera presume de salir al balcón de todos los ciudadanos con la bandera del lobby gay.
Y el alcalde de Solsona (otros 9.000 habitantes), David Rodríguez (de Esquerra Republicana), regañaba hace poco al obispo, en un encuentro del movimiento católico de personas mayores Vida Creixent, por haber declarado que los templos y los locales parroquiales deben usarse para evangelizar y no para cualquier tipo de actividad cultural. Ahora, con un tuit, el ayuntamiento de Solsona ha proclamado su "rechazo a las desafortunadas manifestaciones del obispo Xavier Novell en su última glosa" y ha reafirmado su "pleno apoyo a las familias monoparentales y al colectivo LGTBI". "Lamentamos que se asocie a Solsona con tal opinión retrógrada", concluye el tuit municipal.
La consellera catalana de Asuntos Sociales y Familia, Dolors Bassa (maestra y psicopedagoga de ERC) pone el grito en el cielo porque "27 años después de que la OMS eliminase la homosexualidad de la lista de patologías, todavía hay quien no lo ha entendido" (es interesante estudiar como la OMS llegó a esa decisión, bajo presiones y amenazas, no por ningún hallazgo científico).
Y la formación antisistema de la CUP en Lérida (donde tiene dos concejales) le acusa de ser "reincidente" en sus declaraciones "de odio" contra "las personas LGTBIQ", y recuerda que Novell en otras ocasiones ha pedido la prohibición del aborto y en alguna ocasión ha hablado de "supuesta violencia de mujeres contra los hombres". Piden "reaccionar de forma contundente para garantizar los derechos humanos y LGTBIQ y erradicar la homofobia y el machismo".
Con posterioridad los 10 diputados de la CUP en el Parlament han enviado una carta de queja al director general de Asuntos Religiosos de la Generalitat, Enric Vendrell, en la que le piden actuar con el obispo de Solsona, Xavier Novell, por sus "declaraciones homófobas".
En cuanto a los lobbies LGTB, el pequeño colectivo Colors de Ponent ha declarado que es "una vergüenza" la pregunta de Novell, que son palabras homófobas y han pedido al Observatorio catalán contra la Homofobia (OCH) que denuncie al obispo a la justicia. Este Observatorio ha declarado que la frase podría vulnerar la Ley Catalana contra la Homofobia.
Posteriormente, la directora de Igualdad de la Generalitat, Mireia Mata (filóloga catalana, de ERC, sin especial formación en psicología, psiquiatría o sociología), ha anunciado que encargó a los letrados del departamento de Asuntos Sociales investigar el texto para ver si era posible sancionarlo jurídicamente, pero que "los servicios jurídicos no han encontrado que sea un hecho sancionable". No cumple lo que exige el artículo 34 de la ley catalana "contra la homofobia" que castiga las "expresiones vejatorias, que inciten a la violencia o que comporten aislamiento y rechazo al colectivo LGTBI".
Mireia Mata ha aprovechado para sermonear al obispo. Asegura que las de la hoja diocesana "son unas expresiones deplorables, que demuestran mucha ignorancia sobre la realidad", que "ponen en cuestión a las familias monoparentales". Mata parece incluso ir contra la libertad de expresión e investigación social y declara que nadie tiene derecho a valorar los modelos de familia.
"Ni siquiera un obispo tiene derecho a considerar reprobable o a hacer valoraciones sobre los modelos de familia", afirma. La jefa de "Igualdad" de la Generalitat admite que "no podemos abrirle un expediente sancionador, pero sí reprobarle y rechazar lo que dice. Tiene que reflexionar".
E insiste: "No puede ser que un obispo haga sentirse mal a una madre por ser familia monoparental o por tener un hijo homosexual. Eso forma parte de nuestra riqueza y nuestra diversidad. Tendría que recapacitar antes de hablar de la vida de otras personas porque puede causar mucho daño a personas que han perdido a su pareja y sean creyentes. Es una desgracia que les pueda hacer sentir como que dan una mala educación", ha concluido Mata.
Pero, por supuesto, cumplir eso significaría que no debería divulgarse ni difundirse cualquier estudio sociológico que demuestre que lo mejor para un niño es crecer con su padre y su madre biológicos (que es algo más que demostrado por la ciencia social en nuestros días).
El director del Observatorio Contra la Homofobia (OCH), Eugeni Rodríguez, ha pedido que la Generalitat sea "más contundente" y asegura que acudirá "a la fiscalía o al síndico" para denunciar los hechos si la Generalitat no toma más medidas contra el obispo.
Eugeni Rodríguez quiere que el obispo "no quede impune". Y afirma: "cuestionar las familias LGTBI y que un niño pueda ser parte de ellas, genera el caldo de cultivo del acoso escolar y provoca aislamiento y discriminación". De nuevo, al impedir que se cuestionen los efectos de ciertas formas de convivencia, parece querer prohibir la libertad de expresión o de investigación social.
Todo empezó cuando el obispo planteó una hipótesis: ¿hay relación entre la ausencia simbólica del padre y la confusión en la orientación sexual de muchos adolescentes?
Lo cierto es que aunque la Iglesia Católica no tiene doctrina sobre cómo surge la atracción homosexual, hay psiquiatras y terapeutas que despues de tratar con miles de personas con atracción por el mismo sexo (AMS) han constatado que sí hay una relación: muchos homosexuales varones que eran niños especialmente sensibles señalan que sentían a su padre como inaccesible, lejano, quizá por parecerles rudo y peligroso, o agresivo, o simplemente nunca estaba en casa, o era como si no estuviese. Al crecer, buscan ese abrazo masculino que su padre no les dio en otros hombres, pero nunca les sacia, porque el abrazo que reciben no es el de un padre que conforta, sino un abrazo sexual.
Un testimonio de conversión que recoge exactamente el caso que plantea Novell.
Lo explicaba muy bien Joseph Nicolosi, que se doctoró en Psicología Clínica por la California School of Professional Psychology de Los Ángeles y en 1980 fundó en Encino (California) la Clínica Psicológica Tomás de Aquino (donde murió el pasado marzo, con 70 años). En 1992, junto a Benjamin Kaufman y Charles Socarides, fundó la Asociación Nacional para la Investigación y la Terapia de la Homosexualidad (NARTH, por sus siglas en inglés), con la finalidad de ayudar a personas homosexuales que quieren dejar de serlo.
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"El conflicto básico en la mayor parte de los casos de homosexualidad es éste: el chico –normalmente un chico sensible, más inclinado que la media al daño emocional- desea amor y aceptación del padre de su mismo sexo, y sin embargo siente frustración y rabia contra él porque experimenta a su padre como indiferente o abusivo. (Este chico puede tener hermanos cuya experiencia del padre sea diferente.) La actividad homosexual será la reconstrucción erótica de esta relación de amor-odio. [...] Por tanto, la homosexualidad está inherentemente enraizada en el conflicto: conflicto sobre la aceptación del propio género natural, conflicto en la relación padre-hijo, y normalmente conflicto por el ostracismo ante compañeros del mismo sexo. Esto significa que veremos aparecer asuntos de dominación-sumisión contaminando las relaciones gay", escribió Nicolosi.
Queda claro que no hace falta que el padre varón esté siempre "físicamente" ausente: basta con que el niño lo perciba así, que lo perciba como inalcanzable, o invisible, irrelevante o dañino.
Por supuesto, el conflicto por la ausencia de padre no es el único factor relacionado con la atracción por el mismo sexo. En su imprescindible libro Abriendo las puertas del armario (LibrosLibres), el ex-homosexual Richard Cohen, que ha sido después psicoterapeuta de muchas personas con sentimientos de AMS, establece una lista de factores que pueden combinarse.
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1. Problemas de herencia familiar: no sentirse aceptado en la familia, miembro pleno
2. Temperamento hipersensible, presiones por tener conductas "del otro sexo"
3. Exceso de apego al progenitor del sexo opuesto
4. Desapego con el progenitor del mismo sexo (falta intimidad, está ausente, es agresivo o le dañó)
5. Heridas emocionales entre hermanos (rechazo, apodos e insultos, abusos físicos o emocionales)
6. Heridas emocionales por la imagen corporal (una discapacidad, ser poco agraciado, gordo, etc...)
7. Abuso sexual (el porcentaje de personas con AMS que ha sufrido abusos en la infancia es desproporcionado, y el abusador suele ser un hombre de la misma familia)
8. Heridas del grupo (los iguales, camaradas, otros niños lo desprecian)
9. Herido por nuestra cultura: de niño vio porno, o le convencieron de que "era gay", o imita un ídolo gay (cantante, modelo)
10. Otras heridas: divorcio, muerte, adopción, etc... que causan desapego; o mero rechazo al sexo opuesto.
Estos 10 factores de pueden combinar de distintas maneras, explica Richard Cohen, pero nacen siempre de esas heridas infantiles que llevan a buscar en el mismo sexo el amor o la reafirmación en la identidad que como niño no se obtuvo.
Así, lo que el obispo Xavier Novell plantea no es algo descabellado ni absurdo, sino algo que han constatado psicólogos y terapeutas en décadas de acompañamiento a personas que experimentan atracción por el mismo sexo, lo que muchos homosexuales han vivido y contado. En un debate científico, los oponentes a esta hipótesis deberían responder con estudios científicos que difieran, no con amenazas de multas y denuncias que buscan impedir la libertad de expresión y el libre debate de ideas.
En este contexto, el obispo Novell es profético y edificante cuando proclama, contra los dogmas antifamilia, que "todo niño tiene derecho a recibir el amor de una madre y de un padre, ambos necesarios para su maduración íntegra y armoniosa" (de hecho, está citando al Papa Francisco) y que "en un tiempo como el nuestro, hay que desvelar que es muy difícil el crecimiento sereno y equilibrado si faltan unos padres que ejercen su función educadora desde la identidad maternal femenina y paternal masculina".
Uno de los últimos artículos de Joseph Nicolosi sobre el tema, tras décadas de trabajo, fue el publicado el pasado 19 de diciembre de 2016 por Crisis Magazine, "The traumatic foundation of male homosexuality [El origen traumático de la homosexualidad masculina]", que a la postre ha venido a ser el resumen postrero de su debatido pensamiento. Para que ese debate pueda tener lugar con conocimiento de causa sobre sus ideas, lo reproducimos a continuación:
Como psicólogo que asiste a hombres con orientación homosexual, he contemplado con desolación cómo el movimiento LGBT ha convencido al mundo de que “lo gay” exige una nueva comprensión de la persona humana.
La profesión psicológica tiene mucha culpa de este cambio. En tiempos, se consideraba generalmente que la normalidad es “aquello que funciona conforme a su diseño”. No existía el concepto de “persona gay”, porque la humanidad era reconocida como natural y fundamentalmente heterosexual. En mis más de treinta años de práctica clínica, he podido comprobar la verdad de esta idea antropológica original.
En mi opinión, la homosexualidad es ante todo un síntoma de un trauma de género. Aunque algunas personas nacen con condicionantes biológicos (influencias hormonales prenatales, sensibilidad emocional innata) que les hacen especialmente vulnerables a ese trauma, lo que distingue la condición del hombre homosexual es que hubo una interrupción en el proceso normal de identificación masculina.
El comportamiento homosexual es un intento sintomático de “reparar” la herida original que alejó al chico de la masculinidad innata que no consiguió alcanzar. Esto lo diferencia de la heterosexualidad, que surge naturalmente del desarrollo no alterado de la identidad de género.
El conflicto básico en la mayor parte de los casos de homosexualidad es éste: el chico –normalmente un chico sensible, más inclinado que la media al daño emocional- desea amor y aceptación del padre de su mismo sexo, y sin embargo siente frustración y rabia contra él porque experimenta a su padre como indiferente o abusivo. (Este chico puede tener hermanos cuya experiencia del padre sea diferente.)
La actividad homosexual será la reconstrucción erótica de esta relación de amor-odio. Como todas las “perversiones” –y utilizo el término no con intención de ofender, sino en el sentido de que el desarrollo homosexual “pervierte” o “aleja” a una persona de su objeto propio de atracción erótica [etimológicamente, pervertir viene del latín pervertere, es “dar la vuelta completamente a algo”]-, el eroticismo con el mismo sexo incluye una dimensión intrínseca de hostilidad.
Por tanto, la homosexualidad está inherentemente enraizada en el conflicto: conflicto sobre la aceptación del propio género natural, conflicto en la relación padre-hijo, y normalmente conflicto por el ostracismo ante compañeros del mismo sexo. Esto significa que veremos aparecer asuntos de dominación-sumisión contaminando las relaciones gay.
Para los hombres con orientación homosexual, la sexualidad es un intento de incorporar, “tomar” y “manejar” a otro hombre. Actúa como una “posesión” simbólica de otra persona, con frecuencia más agresiva que el amor. Uno de mis clientes describía su sexualización del hombre al que teme como “la victoria del orgasmo”. Otro hablaba de “orgasmo analgésico”.
Hay algunas excepciones al modelo traumático del desarrollo homosexual. En nuestra clínica hemos encontrado otra forma de homosexualidad que se caracteriza por un vínculo de afecto mutuo, que se ve sobre todo en nuestros clientes adolescentes y en algunos adultos inmaduros. En este tipo de atracción homosexual, no hay actos de dependencia hostil, sino más bien un característico romanticismo adolescente, una obsesión que tiene una manifestación sexual. Tales vínculos tienen lugar durante meses o años y luego son abandonados y pasada esa fase de atracción nunca regresan.
Sin embargo, la regla general sigue siendo válida: si un niño es traumatizado en una forma específica que afecta al género, se convertirá en homosexual, y si no es traumatizado de esa forma particular, tendrá lugar el proceso natural de desarrollo heterosexual.
Muchos hombres gay refieren haber padecido abusos por parte de una persona del mismo sexo durante su adolescencia. El acoso sexual es un abuso, porque se disfraza de amor. He aquí el relato de un cliente sobre un adolescente mayor que él que le acosó:
“Yo quería amor y atención, y tuve todo ello mezclado con sexo. Sucedió durante una época en la que yo realmente no tenía interés en otros chicos… Pensé que él [el abusador] era guay. Nunca me dedicaba atención salvo para tontear. Cuando hacíamos algo sexual, parecía especial… Parecía excitante e intenso, algo entre nosotros, un secreto compartido. Yo no tenía otros amigos y mi terrible relación con mi padre no ayudó. Buscaba amistad, pero… en la intensidad de la memoria… lo odiaba. Todo aquello era repugnante, perturbador… Ésa es la raíz de mi atracción por el mismo sexo”.
Este cliente había hecho la siguiente asociación: “Para recibir algo bueno, esto es, ‘amor’ y ‘atención’, debo aceptarme a mí mismo como repugnante y malo, implicándome en una actividad ‘espantosa’, ‘prohibida’, ‘sucia’ y ‘repulsiva’”.
Durante la terapia, al analizar los sentimientos de su cuerpo al experimentar un impulso homosexual no deseado, este cliente descubrió que cuando anteriormente experimentaba un sentimiento homosexual, invariablemente tenía la sensación de haber sido humillado por otro hombre. Al reconstruir su abuso infantil, el “avergonzarse de sí mismo” demostró ser un requisito necesario para su despertar homosexual.
La relación entre el pasado de abusos de este cliente y su actual comportamiento homosexual es un ejemplo de una compulsión reiterativa. En busca del amor y la aceptación, se enreda en una repetición de comportamientos de rendición y castigo de sí mismo, por medio de los cuales busca inconscientemente conseguir una victoria final y resolver su herida fundamental. La compulsión repetitiva incluye tres elementos: uno, intento de dominio de sí mismo; dos, una forma de castigo de sí mismo; tres, evitar el conflicto subyacente.
Para tales hombres, la satisfacción por medio del homo-eroticismo se ve incentivada por el temor anticipado a que su autoafirmación masculina cederá y resultará inevitablemente en humillación. Optan por una reconstrucción ritualizada con la esperanza de que, a diferencia de ocasiones anteriores, “esta vez finalmente conseguiré lo que quiero; con este hombre, encontraré el poder masculino de mí mismo” y “esta vez, la agobiante sensación de vacío interno desaparecerá por fin”. Es al revés: una vez más le ha dado a otra persona el poder de rechazarle, de humillarle, y de hacerle sentir que no vale nada. Cuando la situación que produce humillación se repite una y otra vez, esto solo refuerza su convicción de que él es realmente una víctima sin esperanza y, en última instancia, de que no merece que le amen.
Los hombres gay refieren a menudo que necesitan un “chute de adrenalina” que se ve acrecentado con un elemento de temor puro y duro. Existe toda una subcultura gay de sexo público que revela la excitación de actuar en lugares públicos como parques, baños públicos y gasolineras, y que está conducido eróticamente por el temor al ser descubierto y a la exposición.
El acto de sodomía es intrínsecamente masoquista. La relación anal, como violación de nuestro diseño corporal, es poco saludable y anatómicamente destructiva, daña al recto y difunde la enfermedad porque el tejido rectal es frágil y poroso. Psicológicamente, el acto humilla y desprecia la dignidad y masculinidad del hombre.
El comportamiento sexual compulsivo, con su elevado dramatismo y su promesa de gratificación, enmascara la tendencia subyacente, más profunda, más saludable, de conseguir un auténtico vínculo.
La disfunción en el mundo gay es innegable. Los estudios científicos demuestran las siguientes y tristes comparaciones respecto a los heterosexuales:
-La compulsividad sexual es 6 veces mayor.
-Los violencia con su pareja es 3 veces mayor.
-Realizan prácticas sádicas en proporción mucho mayor.
-La incidencia de los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad es casi el triple.
-El trastorno de pánico es 4 veces mayor.
-El trastorno dipolar es 5 veces mayor.
-El trastorno de conducta es 3,8 veces mayor.
-La agorafobia (temor a estar en lugares públicos) es más de 6,5 veces mayor.
-El trastorno obsesivo-compulsivo es 7,18 veces mayor.
-El daño deliberado a uno mismo (suicidio) es entre 2,58 y 10,23 veces mayor.
-La dependencia de la nicotina es 5 veces mayor.
-La dependencia del alcohol es casi 3 veces mayor.
-La dependencia de otras drogas es más de 4 veces mayor.
La promiscuidad está bien ilustrada en la investigación clásica de David P. McWhirter y Andrew M. Mattison, dos gay que informaron en su libro The male couple [La pareja masculina] (1984), de que, de 165 relaciones que estudiaron, ni una sola pareja había podido mantener la fidelidad durante más de cinco años. A los autores -ellos mismos pareja gay- les sorprendió descubrir que los “líos” con terceros no solamente no perjudicaban la duración de la relación, sino que eran un factor esencial para su supervivencia. Concluían: “El hecho singular más importante que mantiene a las parejas unidas más de diez años es su falta de sentimiento de posesión (p. 256).
Reconociendo la dimensión amor-odio en la actividad homoerótica podemos empatizar con el intento reparativo del hombre homosexual para la resolución de su trauma infantil. Esto ofrece una ventana de compresión de por qué la comunidad gay mantiene una profunda insatisfacción a pesar de sus éxitos sin precedentes en conseguir la aceptación social.
La homosexualidad carece de significación en el mundo natural más que como síntoma, una consecuencia de hechos trágicos. A menos que sea algo de otro mundo, algo hecho de fantasía y deseo. Pero con la ayuda de los medios de comunicación, de Hollywood y del impulso político (el más reciente, el de la Administrción Obama), se ha inventado una nueva definición de la persona humana. Esta prestidigitación lingüística ha creado un producto de la imaginación; la ilusión erótica ha secuestrado la realidad. La antropología clásica ha sido invertida y se ha elaborado un nuevo hombre.
Cuando una persona se etiqueta a sí misma como “gay”, se mueve fuera del ámbito de lo natural y se aparta a sí mismo de la plena participación en el destino del hombre. De padres a hijos y de nietos a bisnietos, la semilla de un hombre es el vínculo entre las generaciones. Por medio de su ADN, vive en otras vidas. Cuando se implanta en el vientre de una mujer, su semilla produce una vida humana. Pero en el sexo homosexual, la semilla de la vida solo puede resultar en descomposición y muerte.
En el acto sexual natural, la raza humana se preserva, y el hombre pervive en las generaciones futuras. Pero en el acto sexual de origen traumático que viola nuestro diseño corporal, su poder generador produce muerte y aniquilación. Y así, la sabiduría del cuerpo presenta este contraste: nueva vida frente a descomposición y muerte.
No es sorprendente que veamos tanta insatisfacción en el mundo gay: no solo por la desaprobación social, sino porque el hombre que vive en ese mundo siente la futilidad de una identidad gay. Supone el fin de esa larga lista de ancestros que un día estuvieron unidos, a través de los tiempos, por el matrimonio natural.
En el mundo real, una identidad gay no tiene sentido. Solo como un síntoma, como una reparación erotizada de una pérdida de afecto, tiene sentido la homosexualidad.