Gran parte de la conversación giró en torno al sexo, un aspecto obsesivo para este tipo de medios de comunicación cuando se refieren a la Iglesia. Y sor Lucía dio a Risto lo que quería.
En primer lugar negó abiertamente la virginidad de María: “Yo creo que María estaba enamorada de José y que era una pareja normal, y lo normal es tener sexo. Cuesta de creer y de digerir. Nos hemos quedado en normas que nos hemos inventado sin llegar al auténtico mensaje”.
Y como si Caram no fuera parte de la Iglesia a la que critica afirmaba que “el sexo es una forma de expresarse, de vivir, de expresar los sentimientos y el amor, y es una parte constitutiva de todas las personas, incluida yo. Para la Iglesia era un tema que se consideraba sucio y oculto, pero yo creo que es una bendición”.
En este punto vuelve a contradecir todo el magisterio católico y su riqueza acerca de la sexualidad, afirmando que en todo momento lo considera algo “sucio y oculto”.
Pero ella seguía erre que erre y aseguraba que “las iglesias están vacías. ¡Cuánto daño hemos hecho por martirizar a la gente! ¿Por qué nos hemos dedicado durante tanto tiempo a condenar el sexo? ¡Se ha convertido en el mandamiento absoluto de la Iglesia! Lo más importante es el tema de la justicia. Estamos perdiendo porque nos hemos quedado en las normas que nos hemos inventado, habría que modernizar el mensaje”.
Además, confesó a Risto que “no he tenido relaciones sexuales, soy virgen, y tampoco me masturbo. Jamás. Posiblemente venga marcado por una formación. Va pasando el tiempo, y con el estilo de vida que uno lleva, las pulsiones suben y bajan”.