El superior mundial de los jesuitas, Arturo Sosa, que en pasadas ocasiones había hablado del diablo como una entidad simbólica, pareció darle más espacio como un ser real, personal y actuante este martes en un encuentro con periodistas en Roma.
Sosa se refirió de nuevo al demonio al recordar el asesinato hace 30 años de Ignacio Ellacuría y otros 5 compañeros jesuitas junto a dos empleadas domésticas en la Universidad Centro Americana (UCA) de El Salvador por parte de un comando militar. Para Sosa, ellos, al ofrecer su vida, mostraron “la potencia de la esperanza y de la vida sobre el poder del mal y el poder del diablo, que naturalmente existe todavía como una fuerza que intenta destruir nuestros esfuerzos”. Así lo recoge Darío Menor, corresponsal en Roma de la revista Vida Nueva.
Y añadió sobre el diablo: “Es quien se pone en medio frente al plan de Dios y a su obra de salvación cumplida en Cristo, porque ha tomado esta decisión libre de modo irreversible y quiere arrastrar a otros al rechazo del Dios misericordioso que prefiere dar la vida para salvar en lugar de condenar”.
Un jesuita español para el dinero vaticano
Sosa también alabó al nuevo nuevo prefecto de la Secretaría para la Economía vaticana, el jesuita español Juan Antonio Guerrero, como persona “competente y digna de confianza” que trabajará para que el dicasterio actúe “con total transparencia”. Se reafirmó en que ejercerá su cargo sin ser nombrado obispo.
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También habló sobre la importancia de cambiar los estilos de vida para que sean más ecológicos y sobre cómo muchas mujeres hoy dirigen colegios y universidades jesuitas.
Precedentes sobre el demonio y Sosa
El 21 de agosto de 2019 Tempi.it publicaba una entrevista con el título entrecomillado “El diablo existe sólo como realidad simbólica”, pero la verdad es que en el texto de la entrevista no aparecía ese “sólo”.
“Padre Sosa, ¿existe el diablo?”, le preguntaba el periodista. Y él respondía: “De diferentes maneras. Necesitamos entender los elementos culturales para referirnos a este personaje. En el lenguaje de San Ignacio, es el mal espíritu el que te lleva a hacer cosas que van en contra del espíritu de Dios. Existe como el mal personificado en diferentes estructuras pero no en las personas, porque no es una persona, es una forma de implementar el mal. Él no es una persona como una persona humana. Es una forma de maldad que está presente en la vida humana. El bien y el mal están en una lucha permanente en la conciencia humana, y tenemos formas de indicarlos. Reconocemos a Dios como bueno, completamente bueno. Los símbolos son parte de la realidad, y el demonio existe como una realidad simbólica, no como una realidad personal”.
Ya en una entrevista previa, en junio de 2017, en El Mundo, había declarado, hablando sobre el mal, “hemos hecho figuras simbólicas, como el diablo, para expresar el mal”.
Lo que enseña el Catecismo sobre el diablo
El Catecismo de la Iglesia Católica dice en su párrafo 391: “La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo. La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios”.
Y en el punto 395 dice: “El poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acción cause graves daños —de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física—en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero "nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman".