La escena tuvo lugar el pasado sábado: un niño de 3 años cae al foso de un gorila de 180 kilos en el Zoológico de Cincinnatti (Ohio, Estados Unidos). El animal parece protegerle en ocasiones, pero en otras le arrastra y zarandea en un entorno de agua y rocas donde puede golpearse gravemente y existe incluso el riesgo de ahogamiento.
En el segundo 40'' se escucha con claridad el grito de terror del pequeño Isaiah.
Sin embargo, algunos medios de comunicación censuraron ese grito. Estaba comenzando la campaña animalista para convertir al gorila Harambe, de 17 años, en un icono de su causa. Porque tras diez minutos de angustia de todos los presentes, las autoridades del parque decidieron matarlo de un disparo y evitar mayores riesgos para la vida del niño, que salió ileso, sin más que un golpe en la cabeza y algunos rasguños.
La campaña
Inmediatamente se desató una campaña en Change.org pidiendo "justicia" para el animal, que se acerca ya al medio millón de peticiones. La campaña va dirigida contra los padres del pequeño, no sólo haciéndoles responsables civiles de la muerte de Harambe (lo cual, como admite la policía, podría solicitar la fiscalía del condado de Hamilton), sino con una amenaza a su patria potestad.
"Creemos que esta negligencia puede reflejar la situación del hogar del pequeño. Los abajo firmantes pedimos activamente una investigación sobre el entorno familiar del niño para protegerle a él y a sus hermanos de nuevos incidentes de negligencia paterna que puedan resultar en daños físicos serios o incluso la muerte", afirma la campaña.
También hay ya una página web, Justicia para Harambe, cuya iniciadora, Kate Villanueva, convocó una vigilia el lunes en el zoo de Cincinnati en homenaje al gorila.
Las críticas animalistas no han incidido demasiado en la decisión de las autoridades del zoo de matarlo en vez de dormirlo. La evidencia del peligro de Isaiah es clara, y el director del parque, Thane Maynard, adujo una razón convincente: el disparo de la anestesia podría haber suscitado reacciones imprevisibles en Harambe, con tiempo suficiente para dañar al niño antes de surtir efecto.
El director del Zoo, sin complejos
Maynard, al tiempo que lamentaba la pérdida por el alto valor de la especie, y de un ejemplar con el que todo el personal se había encariñado desde que llegase allí en 2014, defendió sin complejos esa opción frente a cualquier corrección política.
"Este niño estaba siendo arrastrado por todas partes, su cabeza estaba golpeando el cemento, el niño estaba en peligro... Volviendo la vista atrás, volveríamos a hacer lo mismo... Yo no levanto el dedo acusador, eso lo hacen los políticos y los tertulianos. Nosotros vivimos en el mundo real y tomamos decisiones reales. La gente, los niños, pueden saltar las barreras. ¿No conocen ningún niño de tres años? Pueden trepar sobre cualquier cosa".
Thane Maynard defendió en rueda de prensa la actuación de los responsables del zoo y la seguridad de las barreras.
Porque donde está concentrándose la polémica es en la actuación de los padres, sometidos a un auténtico acoso en las redes sociales por presunta negligencia en el cuidado del niño. Y eso está sacando a la luz toda su vida.
Deonne Dickerson, de 37 años, y Michelle Gregg, de 32, son padres de cuatro hijos.
A raíz del incidente se ha sabido que Deonne tiene un largo historial policial y fue condenado en 2006 por tráfico de drogas, aunque luego se esforzó, a través de su perfil de Facebook, por mostrar fotos de sus hijos y sus trabajos para mostrar un cambio de vida.
La testigo que infomó a Michelle no ve negligencia
Una mujer, Deindre Lykins, que estaba junto a la madre en el momento de los hechos, cuenta que Michelle le dijo que Isaiah tenía la mano metida en el bolsillo de su madre. Ella hizo una foto y de repente el niño desapareció.
En el revuelo de los primeros instantes no se veía al pequeño, y cuando empezó a agitarse todo el mundo al verlo abajo, Michelle preguntó al marido de Deindre, que le había visto caer, si el niño que estaba abajo llevaba pantalones verdes.
Cuando el señor le dijo que sí, "casi le dio un ataque", dice Deindre. Y de hecho en algunos tramos de la grabación que se ha hecho viral se oye cómo Michelle intenta tranquilizar a su hijo.
Deindre añade que el niño había subido tan rápido la valla que ni ella ni su marido pudieron detenerle. "¡Esta madre no fue negligente y el zoo manejó la situación de forma excelente!", concluye la testigo: "Doy gracias al zoo por su labor y rezo por ese chico, su madre y su familia".
Gracias a Dios
En medio de esta campaña de acoso, Michelle Gregg colgó en su perfil de Facebook un post en el que da las gracias a todos "por sus oraciones de hoy": "Dios protegió a mi hijo hasta que llegaron las autoridades hasta él. Mi hijo está a salvo y pudo salir por su propio pie con un golpe en la cabeza y algunos rasguños, sin huesos rotos ni lesiones internas".
Y se defiende las acusaciones: "La sociedad es muy rápida para juzgar a un padre que pierde de vista a un hijo, y si alguno me conoce sabe que yo vigilo estrechamente a mis hijos. Los accidentes suceden, pero estoy muy agradecida de que las personas adecuadas estuviesen hoy en el lugar preciso. Gracias a todos los que nos ayudaron hoy a mí y a mi hijo y, lo más importante, gracias a Dios por ser el Dios maravilloso que Él es".
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