Se llama Baby Bloom-Homogenitorialidad. Es la agencia internacional con sede en Londres que propone un paquete completo de maternidad subrogada y que organizó una sesión informativa sobre sus actividades en Bruselas el 29 de enero.
Contactos sólo en privado
Sesión que fue presentada a los medios de comunicación belgas como una verdadera y auténtica "feria" a pesar de la prudencia de los organizadores, que temían la curiosidad de los periodistas y las reacciones de activistas contrarios a esta deriva.
No es pues casualidad que la "feria" sólo propusiese sesiones de información de manera privada. Entonces, ¿por qué no intentar hacerse pasar por clientes potenciales? Pero que te reciban es complicado, un verdadero eslalon quien no forma parte del ambiente al que está dirigido la agencia: el único modo de establecer contacto y pedir una cita es a través de su página de Facebook.
Temor a los medios
Tras varias maniobras consigo concertar una cita a las 17.30 horas en el vestíbulo de un hotel de lujo del centro de Bruselas, a la que no acude nadie. En el bar varias parejas gays se pasean nerviosas mirando a su alrededor con aire incierto. Vuelvo a casa muy enfadada y envío un duro email a la organizadora.
La página web de Baby Bloom se abre con la frase de un "padre gay": "Lanzaos, tened familias y ser los mejores padres que podáis ser, no hay alegría mayor que esa". Para ello, la empresa no disimula su oferta eugenésica: "Te animamos a establecer factores precisos como inteligencia, apariencia física y personalidad; nuestro equipo de expertos se encargará de analizar los informes médicos y genéticos".
La respuesta no se hace esperar. Excusas oficiales, promesas de descuento en todo el procedimento con su agencia a pesar del incidente y sobre todo la justificación de la ausencia: periodistas y "extremistas" habían invadido el vestíbulo del hotel y nuestro personal ha tenido que salir pitando. "Han intentado incluso grabarnos con una cámara escondida…", me confía Xiomara, la persona con la que tenía la cita y que seguirá siendo mi contacto en la organización Baby Bloom.
Me doy cuenta entonces de que he sido la única cronista que ha conseguido burlar la vigilancia de estos personajes que dicen que su único objetivo es "permitir que todos tengan una familia". Evidentemente mi personaje de mujer que ya ha pasado la edad fértil, que ha trabajado demasiado en su vida y que ahora quiere un hijo les ha parecido digno de confianza. Me proponen retomar el contacto a través de Skype una vez haya pasado el fin de semana; y, efectivamente, el miércoles siguiente, 3 de febrero, por la tarde, tiene lugar la deseada conversación.
Eugenesia en las madres...
Mi interlocutora es una señora joven y bella de origen español. Muy cordialmente afrontamos el tema: me presento como una aspirante a madre que ha pasado la edad de tener hijos y que tiene un gran amigo gay que está dispuesto a donar su semen para ayudarla a realizar su sueño de maternidad.
Xiomara me explica detalladamente todo el proceso que sigue su organización: donante de óvulos y madre de alquiler son rigurosamente americanas. La empresa no hace negocios con la India, Tailandia, Nepal u otros países pobres: "Demasiados problemas, me explica, muchos niños no nacen sanos porque las madres no están suficientemente alimentadas y las condiciones higiénicas son desastrosas". ¿Y qué les pasa a los niños que nacen? «Los abandonan y esto es triste».
¿Un destello de humanidad en el universo de Baby Bloom? La impresión se evapora a medida que me explican las distintas fases del proceso. "Trabajamos con dos clínicas, una en California y la otra en Nevada, dice la emisaria. Las clínicas tienen sus donantes de óvulos, elegir una de ellas es el sistema más económico. Si en cambio usted tiene exigencias particulares y quiere trabajar con una de su confianza, el precio aumenta".
El coste de un ovocito varía de 6.000 a 20.000 dólares para los de serie A, es decir, los pertenecientes a mujeres especialmente inteligentes y bellas. Es la donante la que decide el precio de su ovocito. La gestante que llevará al niño es seleccionada con criterios muy rigurosos: sólo una de cada diez supera la serie de tests y obtiene el permiso para entrar a formar parte del equipo de madres de alquiler.
Las tarifas de estas mujeres varían de los 25.000 a los 40.000 dólares por gestación. Las más caras son las que ya han llevado en su vientre el hijo de otra persona, porque "tienen experiencia", explica mi morena interlocutora.
...y eugenesia en los hijos
Aquí lanzo la pregunta: "Pero, ¿qué garantías me pueden dar de que el niño será perfecto? No quiero un niño minusválido...". "Usted", me responde, "estipulará un contrato con la clínica y recibirá la garantía escrita de que el niño será perfecto. No hay peligro".
"¿Y si a pesar de todo es concebido un embrión imperfecto?", insisto. «Un embrión imperfecto no es trasplantado, me asegura Xiomara, y si la imperfección se manifiesta más tarde se interrumpe el embarazo. Usted tiene la absoluta garantía de recibir un niño en perfecta salud". Y añade: "¿Desea que se implante un único embrión o dos?". "Diría que dos, respondo, me parece más seguro". "Naturalmente hay costes añadidos". Naturalmente.
"Pero cuando nace el niño, ¿qué sucede?", pregunto. "Usted debe estar presente y asistir al parto si lo desea", responde mi interlocutora: "En cuanto el niño nace se le entrega a usted. La madre de alquiler ni siguiera aparece, ¡el hijo es suyo!, me asegura con una sonrisa. Será necesario que usted permanezca en los Estados Unidos por lo menos un mes, el tiempo necesario para que el niño reciba el pasaporte". "En este caso, aventuro yo, ¿puedo obtener la leche de la gestante para nutrirlo?". "Sí, si la madre de alquiler está de acuerdo puede comprar su leche. Pero hay que especificarlo en el contrato. De todas formas, hay bancos de leche materna, en América hay muchos".
La reproducción del futuro... y 140.000 euros
Para terminar la conversación hago una broma: "¡Caramba, la garantía de niños perfectos! ¡Es un sueño!". Xiomara es rápida: "Es cierto, los problemas surgen cuando hay una concepción normal, no con nuestros niños. Si yo me quedo embarazada de mi marido, por ejemplo, no tengo ninguna garantía de que no haya problemas, de que el niño sea sano. ¿Entiende?". "Sí, lo entiendo" y añado con convicción: "Esta es la reproducción del futuro...". "¡Exacto!", me responde ella con una gran sonrisa.
Sin embargo hay que tener 140.000 euros: este es el coste final de la operación que acabamos de acordar. Pero se sabe que si aumenta la demanda también los precios serán más asequibles... "Le envío enseguida una copia del contrato", promete la bella Xiomara. Corto y cierro la conversación. Necesito beber algo fuerte.
Publicado en Avvenire.
Traducción de Helena Faccia Serrano, diócesis de Alcalá de Henares.